Conduzco sin rumbo, mis manos controlan el volante involuntariamente mientras mi cerebro está demasiado ocupado asimilando todas las emociones. Pienso en ella todo el rato, recordando como si fuera ayer su pelo castaño y undulado, su mirada y su sonrisa cuando coincidíamos en alguna clase.
Y, a partir de ese momento, me inunda una ola de ira hacia mí mismo. Cuando esta llega a mi pie, este pulsa el acelerador. Me da igual la ley, me dan igual los demás, me da igual mi vida. Solo quiero cerrar los ojos y no abrirlos jamás.
En mi cabeza los pensamientos van y vienen sin parar junto a su imagen. Además, la lluvia golpeteando sobre el coche acelera la intensidad de mis emociones, haciendo que tenga un debate interno.
«Te he pedido ayuda con los ojos».
«¿Cómo no te diste cuenta, Noah? ¿Cómo pudiste dejar que se fuera?»
«No es tu culpa, es mi decisión».
Frustrado, agarro el volante con fuerza y noto cómo me sangra el labio a causa de habérmelo mordido. Escucho algún claxon detrás de mí, pero a esta hora tampoco hay mucha gente en comparación con el día en Seattle.
Después de algunos minutos conduciendo como un loco, sé dónde estoy: en el lugar donde hacía dos años Mayda se suicidó, al extremo del puente Evergreen Point desde Seattle.
Respiro hondo varias veces antes de decidirme, pero la ira, la culpabilidad y la tristeza forjan una alianza y me dirigen a hacer lo contrario que mi cabeza quiere hacer, al sitio contrario al cual mi parte razonable quiere llegar.
Conduzco hasta entrar en el puente y me desvío del carril, hacia la derecha. Salgo del coche y noto la lluvia y el viento frío en cada rincón de mi cuerpo. Camino unos metros hasta encontrar un altar improvisado con abundantes flores y varios objetos tales como velas consumidas, peluches sucios y cartas y carteles decrépitos.
Me acerco a la barandilla y miro el agua del lago Washington, ahora bastante animada por la lluvia. Escalo hasta quedar sentado sobre la barandilla y me fijo en el poquísimo flujo de coches que cruzan el puente; ninguno de los escasos conductores se baja para detenerme, ni si quiera se dan cuenta de que estoy allí.
Vuelvo a respirar y me concentro en ver la imagen de Mayda en mi mente, intentando volver a sentir sus ojos clavados en los míos; cierro mi mano alrededor de su carta, que está en mi bolsillo.
«Este será el último respiro», pienso.
Dejo que el dióxido de carbono se libere y estoy listo para dejarme ir. Suelto mis manos de la barandilla, que hasta ahora hacían que mi cuerpo estuviera en equilibrio, y, de repente, noto un dolor punzante en la nuca. Siento un brazo entorno a mi cuerpo, que me sujeta con fuerza para impedir que me pueda precipitar hacia delante. Alguien tira de mí hacia atrás hasta tumbarme en el suelo del puente, pero yo veo todo borroso y lo único que consigo distinguir es una daga con un cristal incrustado impregnado con mi sangre en la punta del arma blanca.
—Maldita sea —masculla una voz masculina. Alcanzo a ver cómo una fugaz luz se enciende en la oscuridad, seguramente un móvil—. Está perdiendo mucha sangre, ¿qué hago? —pregunta precipitadamente con desesperación—. Claro que he podido clavárselo, por eso se está desangrando, pero creo que tardará un rato en hacer efecto porque se ha desconectado y espero que logremos volver a vincularlo. —Hace una breve pausa para escuchar—. De acuerdo, en un momento estoy allí.
Mientras me coge en brazos, noto el peor dolor físico que jamás he sentido en la nuca y siento cómo la sangre me resbala cuello abajo, empujada rápidamente por el agua de las precipitaciones. Lo último que veo es un gran charco de sangre mezclado con la lluvia junto al altar dedicado a Mayda y mi coche aparcado a su lado. Después, escucho el sonido de una puerta abrirse y distingo borrosamente los asientos traseros de un vehículo desconocido. Aprecio que mi agresor me instala allí de cualquier manera, se pone al volante y huye conmigo a toda velocidad bajo la tormenta.

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Flashbacks
Fiksi UmumNoah Cheryba, un adolescente residente en la ciudad de Seattle, despierta la madrugada del segundo aniversario de la muerte por suicido de la chica que le gustaba, Mayda Gimpel, a causa de un sueño relacionado con ella. Resulta que ese momento es el...