—Estás casi recuperado. Solo tendrás que ir con un poco de cuidado con la herida, pero, si te tomas la medicación, en un par de días ya solo te quedará la cicatriz —dice con una amplia sonrisa la doctora Meyer después de hacerme una revisión.
Me entrega las pastillas que he de tomarme y salgo de la consulta despidiéndome con un tímido «Gracias».
Kyle me espera fuera y salimos del bloque sanitario para dirigirnos al comedor.
Cogemos algo de comida y nos sentamos en un rincón alejado. Está casi desierto.
No obstante, hay gente que nos reconoce y yo me comprometo conmigo mismo a no ponerme nervioso ni perder los papeles.
Comemos tranquilamente el plato de arroz delicioso que nos han servido mientras conversamos.
—Oye, Kyle, ¿a qué te referías con que ves los recuerdos borrosos? —Espero a que reaccione de forma brusca, aunque esa no es mi intención, por eso mi voz se apaga poco a poco. Él muestra indiferencia—. Los humanos, a veces también los vemos borrosos, ¿sabes?
—Algunos de vuestros recuerdos están borrosos porque no han sido hechos con mucha atención. Como los recuerdos de cuando eras pequeño: no eras realmente consciente de lo que hacías. Pero en el caso de los Guardianes no hay nadie que nos los pueda ir insertando, así que se nos van olvidando poco a poco si no los recordamos.
Asiento.
—Entiendo —indico—, ¿y qué me dices de cuando estoy haciendo un examen y se me olvida todo lo que he estudiado?
—¿Y qué me dices tú de cuando repentinamente te viene una respuesta a la cabeza de la cual no te acordabas? —Sonríe levemente a la vez que hace un gesto de desaprobación—. Los recuerdos no son datos, son momentos. Los datos están a cargo del cerebro.
—Ah —suelto mientras reflexiono.
Más tarde, vemos a Ellie entrar al comedor. Lleva puesta ropa deportiva de color negro y su rubia cabellera está recogida en una trenza. Kyle le hace un gesto con la mano y ella lo ve y le sonríe. Después de coger su comida en una bandeja, se acerca a nosotros alegremente y se sienta junto a Kyle, frente a mí.
—¿Y ese look? —pregunta Kyle.
—¿Qué pasa?, ¿no puedo cambiar mi estilo? —inquiere poniendo los ojos en blanco—. En realidad, he estado entrenando esta noche.
—Vaya, cuánta energía —señala Kyle con ironía—. Te veo muy contenta.
—Claro, es que pronto es Navidad. —La rubia canturrea las últimas palabras.
—Uh, es verdad. —Kyle pone cara de no haberse dado cuenta antes de ese pequeño detalle.
—¿Aquí también celebráis la Navidad? —Me doy cuenta de que se acaban de percatar de que existo.
—Exactamente aquí, sí. Adoptamos algunas costumbres de nuestros hermanos humanos. Por ejemplo, en los países musulmanes los Guardianes celebran el Ramadán aunque no sean creyentes —expone Kyle—. Pero, sin embargo, la tradición que todos los Guardianes del mundo seguimos se celebra el último día del año. Es la más importante.
—Somos obsequiados con el mejor recuerdo que hemos tenido durante el año. Sí, en físico —completa Ellie—. Entonces nos reunimos todos en la fuente, nos lo clavamos para poder presenciarlo de nuevo y a las doce en punto todos tiramos nuestro recuerdo al agua.
—Ya lo verás —asegura mi hermano.
—Bueno, bueno —dice Ellie saliendo del tono monótono y entrando en el alocado—, ¿quieres venir mañana a decorar la sede conmigo y con otros Guardianes, Noah?
Miro a Kyle y él se encoge de hombros.
—No tenemos nada que hacer mañana. Podría ir yo también.
—¡Perfecto! —exclama Ellie dando palmitas.
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Flashbacks
General FictionNoah Cheryba, un adolescente residente en la ciudad de Seattle, despierta la madrugada del segundo aniversario de la muerte por suicido de la chica que le gustaba, Mayda Gimpel, a causa de un sueño relacionado con ella. Resulta que ese momento es el...