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—¡Noah...! ¿Te encuentras bien? —La voz de Sophia parece muy asustada y lejana.

Sacudo la cabeza, como si con eso pudiera desprenderme de todos esos flashbacks y sueños dolorosos y, al parecer, después de un rato da resultado.

Mis manos están aferradas al volante y un hilo de sudor frío me recorre la espalda y la frente. Sigo conduciendo, esta vez en el tramo final del puente Ballard Bridge. Acabamos de dejar atrás el lago Washington de una vez.

—¿Qué te ha pasado? —insiste Sophia, con una mirada preocupada—. De repente, te has callado y no me respondías. Después has presionado el volante con mucha fuerza y te has quedado más inmóvil que una estatua. Eso sí, has conducido bien durante todo el tiempo aunque parecía que estuvieras en otro mundo.

—Estoy bien —mascullo con despreocupación fingida. Me paso una mano por la frente con tal de retirar el sudor. Trago saliva—. He... He tenido un mal... recuerdo.

Extiende su mano hasta ponerla sobre la mía. Su tacto me produce diversos escalofríos y hace que me encuentre mejor y peor a la vez.

No decimos nada durante un largo rato, solo tenemos contacto gracias a nuestras manos.

—Creo que Kyle se ha enterado y te está castigando —opina Sophia finalmente.

—Con razón —coincido asintiendo—. Si yo tuviera el poder de hacer lo que los Guardianes hacen yo también lo haría, sinceramente.

La miro, pero ella está mirando por su ventanilla. Suspira.

—¿Lo has hecho alguna vez? —pregunto—. Castigar a tu hermana humana psicológicamente más allá del aprendizaje, me refiero.

Ahora me mira y frunce el entrecejo. Yo fijo mis ojos en la carretera, evitando los suyos.

—Sí, lo hice una vez —su voz suena triste, por lo que ahora sí la miro a los ojos y enarco las cejas, sorprendido—. Sé que no te esperabas esto de mí, pero... sí, lo hice.

—Vaya —digo un poco decepcionado—, ¿por qué?

—Bueno, tonteaba a escondidas con el recién ex de su mejor amiga y decidí tomar medidas: hice que se tirara la bebida encima tropezando con el cordón de sus bambas delante de ese tío —expone rápida y forzadamente.

Las carcajadas empiezan a brotar desde lo más profundo de mi garganta. Sophia se sorprende en un principio, pero luego se une a mis risas y niega con la cabeza avergonzada y divertida.

—Hubiera pagado por verlo —me burlo—. ¿En qué estabas pensando con tan cruel venganza ajena? —pregunto con ironía.

Sus risas se apagan.

—No era ajena —argumenta seriamente—, porque ella es parte de mí y quiero lo mejor para sus amistades, ¿sabes?

—Pero es su vida —aguyo sintiéndome dolido y culpable por haber fastidiado el momento con el estúpido comentario anterior.

—Ya —dice a la defensiva—, pero si no vivo una parte de su vida por ella, no hay manera de soportar mi vida, ¿sabes?

—Lo entiendo, pero...

—No lo entiendes —me corta—. ¿Nunca te has preguntado si Kyle vive a tu costa? ¿Nunca has pensado qué o quién hubieras sido si no hubiera existido una persona que puede controlar tus recuerdos? ¿Nunca te has planteado saber cómo se siente un Guardián?

—Vale —concluyo—, ya sé por dónde va esto. Sé por experiencia que esta conversación no acabará en ningún lado, así que olvidemos el tema, ¿de acuerdo?

—Claro —zanja asintiendo—, es lo mejor.

FlashbacksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora