Después de unas cuatro horas de maratón navideña -confieso que he visto mejores películas. Albert no habrá tenido tantos regalos como se esperaba, aunque Kyle me ha comentado que un año fue muchísimo peor-, cada uno se va a su cuarto para arreglarse para la cena en casa de los Kleiber.
Buscando en el armario, me doy cuenta de que no tengo nada especialmente elegante para ponerme. Hasta que aprecio que hay algo encima de mi cama: es un regalo. Lo desenvuelvo y hallo un par de camisas y un par de Converse blancas nuevas. Descubro una nota en el interior.
¿No tenías nada que ponerte? ¡Aquí está tu «Guardián» para rescatarte! Feliz Navidad.
K.
Un suspiro de alivio se abre paso entre mis labios, pero una parte de mí se siente culpable por no haber pensado en regalarle algún detalle a Kyle, ya que él sí se ha molestado en hacerlo.
Me doy un baño relajante, me visto y me calzo. Hago tiempo leyendo el libro de la historia de los Guardianes para mantenerme ocupado hasta que llegue la hora que he acordado con Kyle. Después, voy a buscarlo a su habitación.
Está peinado y bien vestido con una camisa negra ajustada que le marca los músculos. Cuando me ve, señala la ropa que llevo puesta y sonríe.
—Te sientan muy bien. —También se fija en las Converse que llevo puestas.
—Gracias —agradezco—. Oye, Kyle... lo siento, yo no he podido regalarte nada y esto —me señalo a mí mismo en referencia a la ropa— no me lo merezco.
—Tranquilo, no tienes que disculparte por nada —su expresión transmite calma—. Y sí, sí te lo mereces después de haber pasado por todo lo que has tenido que pasar —zanja el tema—. Antes de ir a casa de mis padres tenemos que ir a buscar a Ellie. Vamos, he quedado con ella dentro de diez minutos.
Me conduce de corredor en corredor, de ascensor en ascensor, subiendo y bajando escalones hasta que se detiene frente a unas escaleras. Yo también me paro.
Entonces aparece Ellie, bajando con un vestido plateado y negro, corto por delante y largo por detrás, y con unos zapatos de tacón negros que hace que tenga que bajar los escalones con mucho cuidado agarrándose a una barandilla. Lleva la cabellera rubia suelta, con unos rizos muy bien definidos.
Mientras eso ocurre, Kyle está embobado mirándola y ella le devuelve la mirada con una sonrisa algo tímida, como si se estuviera aguantando las ganas de reír fuertemente.
Yo lucho por no poner los ojos en blanco y soltar un comentario sarcástico tipo «He aquí otra típica escena cursi de una película para adolescentes. Si queréis puedo tararear la musiquilla romántica para que sea más cursi aún» o «Cuidado con el zapato, Cenicienta, no te lo vayas a olvidar y tengamos que ir por ahí preguntándole a todo el mundo si le cabe en el pie. ¡Como si no hubiera gente con la misma talla que tú!». Lo hago para no estropear ese momento «mágico» para ellos.
—Buenas noches —saluda Ellie poniéndose frente a Kyle, si alguno de los dos diera un paso sus cuerpos se tocarían. Él baja la mirada hacia ella. Pese a los tacones que lleva ella, él aún le saca varios centímetros.
—Buenas noches —responde él con un murmuro.
Se miran durante varios segundos. No puedo más.
Me aclaro la garganta más fuerte de lo que me hubiese gustado.
Ellos se sonrojan repentinamente, me miran y me sonríen avergonzados. Ahora lucho por no reírme descontroladamente.
—Ah, Noah, feliz Navidad. —Ellie se dirige hacia mí y me abraza.

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Flashbacks
General FictionNoah Cheryba, un adolescente residente en la ciudad de Seattle, despierta la madrugada del segundo aniversario de la muerte por suicido de la chica que le gustaba, Mayda Gimpel, a causa de un sueño relacionado con ella. Resulta que ese momento es el...