Mis pies tienden de un acantilado sin agua al fondo. Según Ellie, este sitio es lo más parecido a la superficie que tienen.
Los tres estamos sentados en la hierba al borde de ese precipicio cuyo fondo es oscuro. Ellie es feliz devorando su hamburguesa y Kyle está distraído tirando pequeñas migas de pan y viendo cómo estas desaparecen.
—Lo siento, no debí decirle nada —se disculpa con la vista puesta en sus manos que dejan caer un pedacito de pan—. Dylan es muy alegre y extrovertido, tendría que haberlo tenido en cuenta.
—No te preocupes por eso —dice Ellie—, se habrían dado cuenta tarde o temprano. La gente no es tonta. De hecho, he escuchado cómo unas chicas le echaban el ojo a Noah y se preguntaban quién era y si era nuevo. Además, era la hora punta, ya que la mayoría de los humanos están durmiendo. —Da un mordisco a la hamburguesa medio acabada, traga y habla de nuevo—. Y, Kyle, no desperdicies la comida —hace una mueca de desaprobación hacia sus manos—. Si no la quieres, dámela. —Guiña el ojo exageradamente.
Él le sonríe.
—¿En serio? ¿Aún no te has cansado de comer?
—En realidad ya estoy llena. —Se levanta y se estira bostezando—. Ahora tengo sueño. —Acto seguido se acurruca en el regazo de Kyle, al borde del abismo. Este la rodea con un brazo para evitar que se caiga y, con el otro, le acaricia la larga cabellera rubia—. Si me duermo, despiértame cuando os vayáis; tengo que ir a la sala de inserción otra vez —explica mirando a Kyle a los ojos.
—Claro —responde él devolviéndole la mirada.
Se forma silencio. Tanto Kyle como yo estamos observando fijamente el fondo sombrío del acantilado. Escucho la respiración profunda de Ellie tras varios minutos.
—¿Qué es la sala de inserción? —Mi voz detiene el silencio, provocando eco.
—Es ese sitio que hace unas horas describías como «el cuarto en el que me he encerrado durante diecisiete años para ver toda tu vida». —Intenta imitar mi tono de voz, burlándose de mí. Yo pongo los ojos en blanco—. En realidad es un espacio más sofisticado de lo que tú imaginas: cada Guardián tiene una cabina en la que trabaja con diferentes utensilios para etiquetar los recuerdos, numerarlos, insertarlos...
»Hay salas de inserción en los bloques 16, 17, 18, 19 y 20 (a media hora de aquí aproximadamente). Cada noche los Guardianes tienen que dedicarse a ir allí para insertar los sueños a sus hermanos. Los sueños son recuerdos manipulados o puros; depende de lo que el Guardián considere mejor.
»Es cierto, también, que hay humanos que no recuerdan lo que han soñado la noche anterior. Eso es porque el Guardián no lo vuelve a insertar justo antes de que el humano se despierte.
Sus últimas palabras dejan una estela de ecos.
—¿Por qué me hiciste sufrir tanto con la muerte de Mayda? —Pregunto casi sin quererlo—. ¿Por qué todos esos sueños, esos recuerdos continuamente, esos flashbacks? —Un sabor amargo me recorre la garganta—. ¿No hubiese sido más fácil destruirlos? ¿No podrías haberme ahorrado ese sufrimiento?
Kyle suspira.
—No habrías aprendido nada de la vida si los hubiera destruido; la vida es dura, Noah, hay que sufrir para conseguir la felicidad. Hay que llorar y sudar para poder disfrutar plenamente.
—Hace unas horas afirmabas que la vida de los humanos era una farsa; ahora vienes en plan filosófico como si hubieras vivido diez vidas y me dices que hay que sufrir. —Niego muy convencido con la cabeza—. Intento poder comprenderos, pero se me está haciendo realmente difícil.
—No se trata de eso, Noah. Tú te piensas que aquí estamos encerrados y que nuestra vida no tiene objetivo porque nos limitamos a controlar a los demás. Pero no es así. Nosotros también aprendemos a partir de vosotros. Tenemos vuestro cuerpo, compartimos algunas de vuestras costumbres, somos familia. Lo único que cambia es esto —señala su cabeza—. Nuestro cerebro funciona de forma diferente y ya está.
—«Y ya está» no me parece suficiente. Puede que sea un simple detalle para ti, pero en realidad lo cambia todo. Es la clave de nuestra condenada existencia —replico.
—Vale, supongamos que estamos en el hipotético caso en el que a mí me autorizan para poder destruir cualquier recuerdo que hayas tenido con Mayda —concede—; ¿la dejarías ir a la primera de cambio? ¿Borrarías su imagen, así, sin más? ¿Te desharías de ella?, ¿de su recuerdo? ¿No merece la pena vivir con ello?
Me paro a pensar y mi silencio prolongado supone una evidente respuesta para Kyle.
—No, no lo harías, ¿verdad?
—Supongo que no —admito—. Sería injusto.
—Sí, lo sería —coincide mientras envuelve sus dedos entre los rizos de Ellie.
Yo dirijo mi mirada a ese punto y él se da cuenta. Rápidamente retira su mano de allí y la coloca detrás de sí, para apoyarse en el suelo. Decido ignorar ese gesto.
Nos quedamos sentados un rato más, en silencio de nuevo, hasta que Kyle me saca de mis pensamientos profundos diciendo:
—Hora de irse.
Seguidamente, despierta a Ellie y nos adentramos en esos pasillos caóticos.
Ellie se despide con un «Hasta mañana, chicos» muy apagado, alejándose por un corredor desierto que, según Kyle, lleva al bloque diecinueve, donde ella trabaja en su cabina.
—Mañana te llevaré a la tuya; ahora tienes que descansar —indica mi hermano cuando llegamos a la puerta de mi habitación.
—¿Tú ahora irás a dormir? —pregunto.
—No, voy a ir a la sala de inserción para gestionar tus recuerdos después de tantos días de movida —comenta junto a una mueca de cansancio—. ¿Algún sueño en particular que te gustaría presenciar esta noche? —Me dedica una sonrisa traviesa.
—No estaría mal poner la mente en blanco durante unas horas —sugiero—. Ya sabes, para tener un sueño más reconfortante y completo.
—De acuerdo, tomo nota. Buenas noches.
—Hasta mañana.
Entro en la habitación una vez Kyle ya se ha marchado, me quito los zapatos y me meto en la cama sin ni si quiera cambiarme.
Sin duda, ha sido un día larguísimo.

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Flashbacks
Fiksi UmumNoah Cheryba, un adolescente residente en la ciudad de Seattle, despierta la madrugada del segundo aniversario de la muerte por suicido de la chica que le gustaba, Mayda Gimpel, a causa de un sueño relacionado con ella. Resulta que ese momento es el...