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—¿Preparado? —pregunta.

—Supongo —respondo encogiéndome de hombros.

—Pues no lo supongas porque cuando salgas de aquí no serás el mismo, Noah —me advierte él seriamente. Tomo nota de esa afirmación y la asimilo profundamente.

Dicho eso, pulsa un timbre que hay al lado de la puerta y, acto seguido, esta se abre rápidamente. Un hombre trajeado y con pinta de ser un empresario rico nos mira, nos sonríe y exclama:

—¡Kyle! Muy bien, veo que lo has traído —indica señalándome y observándome de arriba abajo—. Pasad, pasad, Spencer está impaciente por veros. —Se hace a un lado para dejarnos entrar en una gran sala llena de libros por todas partes. El hombre trajeado nos guía hasta una mesa donde una mujer de unos treinta años, delgada, con el pelo liso y castaño y con los ojos verdes nos espera sentada observándonos atentamente.

—Gracias, Tyler —le dice la mujer al hombre que nos ha guiado hasta ella. Este toma asiento a su lado y ella nos indica con un gesto que nos sentemos en las sillas que hay frente a ella—. Buenos días, Kyle. —El aludido asiente con la cabeza una vez a modo de saludo—. Y buenos días a ti también, Noah Cheryba. —Me tiende la mano para que se la estreche y eso me apresuro a hacer—. Yo soy Spencer Ajax. —Hace una breve pausa, como si no supiera por dónde empezar y sigue—: Sé que tienes muchísimas cuestiones que resolver acerca de los acontecimientos ocurridos durante las últimas cuarenta y ocho horas, y yo te voy a ayudar a obtener respuestas para la mayor parte de ellas. Pero, antes de empezar, quiero que tengas muy claro que tu vida va a cambiar radicalmente.

Yo asiento lentamente y me atrevo a decir:

—Kyle ya me ha advertido pero, llegados a este punto, no sé si hay algo que me pueda sorprender. Primero, aparece un tipo de la nada que me clava un cristal en la nuca; después, me despierto en una habitación a kilómetros bajo Seattle; y, luego, el psicópata que casi me mata sabe cosas de mi vida personal.

Spencer me mira muy sorprendida, casi asustada. Intercambia algunas miradas de preocupación con Tyler, el hombre trajeado, después se queda pensativa un momento y dice:

—Lo siento, pero te equivocas. Entiendo que hayas malinterpretado toda esta situación pero, por ese motivo, voy a corregirte. —Se aclara la garganta y empieza tras dar un prolongado suspiro—: Bien, todas estas personas que has visto aquí están por un objetivo común: hacer de la raza humana una especie lo más brillante posible. Y toda esta tarea empieza individualmente, es decir, cada persona hace su parte del trabajo; de no ser así, esto no funcionaría.

»Para que te hagas una idea, nuestra especie no es igual a la humana. Nunca nos cruzamos con los humanos en lo que se refiere a relaciones y reproducción, somos paralelos a ellos. Hay diversos trabajos en nuestra sociedad, pero voy a empezar por explicarte el caso más frecuente.

»Es el caso del cual casi todos nuestros ciudadanos son partícipes. —Spencer se levanta y va explicando todo mientras se mueve de un lado hacia otro—. Son personas que se dedican a manejar los recuerdos de los humanos, con el fin de que estos aprendan de errores anteriores y puedan tomar el mejor camino posible en su vida.

Abro los ojos como platos.

—Estas personas se llaman Guardianes de Recuerdos —declara Spencer moviéndose con nerviosismo—. Y, tal y como indica el nombre, van almacenando todos los recuerdos que el humano del cual les ha tocado cuidar tiene a lo largo de su vida.

Noto cómo voy empalideciendo lentamente y un silencio tenso se crea en la biblioteca pese a que solo seamos cuatro personas. Los tres me miran fijamente hasta que Spencer rompe el silencio.

FlashbacksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora