Extrañamente, me levanto muy contento y enérgico. Eso me hace pensar que, sin duda, parece que el ambiente de Seattle me favorece. Pero no me doy cuenta de una cosa aún más extraña hasta que estoy desayunando: no he soñado absolutamente nada. Sí, ni una escena de mi pasado distorsionada, ni Mayda, ni Sophia.
Nada.
A ojos de cualquier humano eso sería algo casi normal, por supuesto, pero yo sé que Kyle ya se ha puesto al corriente de mi fuga temporal de la sede con Sophia y tenía entendido que quería torturarme con los recuerdos más impactantes y dolorosos de mi vida. He ahí la razón por la que me parece tan sospechoso todo. Pensaba que pasaría una noche de pesadillas y que me levantaría desganado y cansado.
No obstante, aunque me corroe la intriga y la curiosidad de por qué Kyle no me está insertando malos recuerdos a diestro y siniestro para fastidiarme, no dejo que ese hecho me estropee el día. Aparto a mi hermano de mis pensamientos en la medida de lo posible para poder disfrutar del segundo y último día en lo que yo, definitivamente, denominaría paraíso.
La mañana se nos pasa volando porque disfrutamos yendo al Mercado de Pike Place, en el Muelle 55, donde nos subimos a la noria y pude ver la sonrisa casi permanente de Sophia, y paseando por el resto de la ciudad que nos quedaba por ver. Incluso así, nos dejábamos muchos lugares ocultos que nos ofrecía la ciudad, pero, desgraciadamente, no disponíamos de tiempo suficiente para poder verlos todos. Pese a ello, yo me reservaba un lugar que tenía previsto visitar esta tarde.
Durante nuestro paseo por la ciudad, entramos en una tienda de souvenires con la intención de conservar algo de estos dos días inolvidables. Sophia iba a lo fácil: un imán barato, una postal y los típicos regalos cutres que le haces a alguien cuando viajas.
Sin embargo, yo buscaba algo especial. Aun sin saber qué buscaba exactamente, tras varios intentos, encontré lo que quería. Era algo pequeño pero discreto; delicado pero significante. Se trataba de un anillo con forma de hoja. En cuanto lo vi me recordó a Sophia y creo que fue por la semejanza del color de sus ojos. Lo compré mientras ella se debatía entre comprarse unos pendientes con la forma de la Aguja Espacial o un mapa con los lugares más significativos destacados a modo de dibujo.
Finalmente, se compró ambas cosas.
—Esto de funcionar con dinero da demasiado trabajo —se quejó—. ¿Cómo puede la gente pobre pero indecisa comprar cosas sin más? Yo he tenido que estar casi media hora intentando elegir algo y al final he tenido que comprar las dos cosas porque no podía renunciar a la otra.
—Es complicado —expliqué—. Tú solo has comprado un suvenir, pero hay decisiones más importantes que mueve el dinero. Ahí es cuando hay que escoger con razón.
—Bueno —Sophia se encogió de hombros—, yo con estos pendientes ya estoy más que satisfecha. —Se ajustó las gafas de sol, haciendo que ascendieran por la nariz.
Por la tarde, veo que Sophia está recogiendo sus pertenencias de nuevo después de utilizar el kit de emergencia Guardián para gestionar los recuerdos de su hermana humana.
—¿Crees que tu hermana puede estar por aquí? —pregunto sentándome en el brazo de uno de los sofás de la sala de estar.
—Sé dónde vive, obviamente —contesta—, pero ya te dije que no nos expondríamos a la gente conocida. ¿Has reconocido a alguien?
Esa cuestión me lleva a una reflexión. Durante la breve estancia aquí, he visto cientos de caras, pero ninguna en especial me ha llamado la atención.
—No, no he visto a ningún conocido.
—Supongo que esta ciudad es enorme —comenta mientras dobla la pantalla del ordenador.
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Flashbacks
General FictionNoah Cheryba, un adolescente residente en la ciudad de Seattle, despierta la madrugada del segundo aniversario de la muerte por suicido de la chica que le gustaba, Mayda Gimpel, a causa de un sueño relacionado con ella. Resulta que ese momento es el...