Cada día el mismo desafío, si tomar carrera en un arrebato de valentía y lanzarse al vacío. Abrir las alas rotas de los desencuentros y no dejar que se queme la vida por miedo a las despedidas. Sin más vértigo a las alturas saltar por un precipicio hacia un abismo en un acto de espontaneidad. Tira del hilo y que pase lo que tenga que pasar, salir de un lío si te vuelves a encontrar aunque se tense tanto que se pueda cortar. Mejor que privarse de la oportunidad de volar en libertad hacia un cielo de incertidumbre y esperanza. Miedo a romper a llorar si se quiebran las almas que se parten por la mitad, en un lamento con un eco que se pierde en la eternidad. No se puede callar para siempre un secreto que solo desvelas al viento que ves pasar que nunca dice nada, en un silencio cuando llega el atardecer se lleva el desconsuelo para desparramarlo en ningún lugar. Sentimiento estancado si no se vuelve a empezar, ¿No será mejor ante tal obviedad, lanzarse al vacío lejos de la impasibilidad? Romperse los huesos en mil pedazos si estallas en el suelo, entrando en mil laberintos sin salida, no encuentras el sentido de la vida. Sin más condena que verse libre de tus propias cadenas, sin el pavor de verse lanzando contra las cuerdas, si se cierran las puertas se apaga el corazón. Si como un pájaro despliegas las alas hacia un resplandeciente sol de amaneceres claros, cegado por la intensa luz de un despertar, tan dulce como amargo, abrir los ojos y volver a soñar... No te arrepientas.
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