Cerca aunque estés lejos

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La lejanía de estar lejos aunque estés cerca. La proximidad de estar cerca aunque la distancia nos separé con océanos interminables de masas de agua. Las almas que distantes, no advierten la presencia del otro cuando el corazón vibra en una nota diferente. No es posible el encuentro siquiera en las miradas que no se reconocen y un rechazo repele los que no están dispuesto a comprenderse. El encuentro intangible de caricias invisibles, que pese al obstáculo que separa a dos entes, se sienten en una misma piel en un tacto de inadvertido destino, que roza el alma que estremece en un suspiro. Los fantasmas que recorren los pasillos ausentes de vida y se cruzan sin notarse, como flotando en nubes de olvido que pasan los cuerpos desapercibidos. El abrazo etéreo, aunque no estés presente, la visita de un fantasma luminoso que acude desde otro mundo para verte y susurrarte al oído un te quiero y el mensaje de que no estás sólo. Un mundo desconectado de la fuente luminosa que enciende todas las lámparas. Las apagadas sonrisas se convierten en una mueca fria que llama al vacío de la soledad. No importa la distancia para sentir un abrazo que sobrecoge cuando sale de dentro. Los besos vacíos no contienen más que la apariencia de un cumplido, entre dos seres separados por un abismo de desamor. Los besos hipócritas son traicioneros y saben al veneno que genera la soberbia y la arrogancia disfrazada de flor. Son los besos que se dan al aire, mariposas que vuelan para posarse en labios ajenos y que se cuelan por la rendija de la boca para llegar al santuario del corazón y volar en un altar tan secreto como misterioso. Esas mismas mariposas que retornan a otros labios que esperan la vuelta de una respuesta en un inefable sueño. Así pues, el amor a veces es una paradoja y no siempre se entrega por lo que está cerca, si lo que está a un paso se erigió un muro opaco que no permite verse y al contrario lo que está lejos se siente cerca porque el corazón no conoce distancia que lo separe cuando se alimenta de la esperanza de un encuentro divino. No existe el espacio cuando los brazos se extienden por encima de los océanos hasta llegar a cualquier punto de la tierra. Ni siquiera la más inmensa distancia en el orbe del cielo, puede dividir al amor más sincero. El amor posee esa cualidad de llegar a todas partes, si se expande como una onda infinita que lleva a los confines del universo. Sólo para darse en un instante eterno, pues no se posee aquello que sólo pertenece al viento y sólo se queda en un fragmento de vida con la intensidad del siempre ahora. El verdadero amor.


Alberto Real Borrueco

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Alberto Real Borrueco

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