Hace mucho tiempo. Quizás antes de la edad del cielo. Los dioses debatían ardientemente en el Monte del Olimpo en que lugar ocultar, todos los conocimientos cuando el ser humano adquiriera la razón. Temían que su inteligencia contaminara y minara el universo de corrupción y miseria. Así pues, porque no crear un punto de concentración en que todas las mentes concluyeran en una atractiva distracción. Que sólo accedieran a la sabiduría los que merecieran a través de la iluminación un encuentro sagrado con el Creador y principio de todas las cosas. Ese misterio insondable que sólo las almas más puras pudieran gustar de tan inmensa dicha y gozo. Así que los dioses comenzaron a tejer entre dimensiones un espacio tiempo donde las criaturas que nacieran en el planeta azul pudieran experimentar ese descubrimiento consigo mismo. El precio a pagar el dolor y el sufrimiento que era la cara de la misma moneda donde también se reflejaba la auténtica felicidad. Un castigo impuesto así mismo fruto de la inconsciencia. El premio transformarse en un dios divino y elevarse al cielo. Todos los seres humanos desconocían los misterios de la vida y la muerte, la existencia de otras vidas en otros planetas y moradas invisibles. Los misterios escondidos en lo más ínfimo de la materia. Dejarían pronto de querer comprender cómo puede existir un cielo infinito cuando miraban las estrellas. Abandonarían pronto la idea de entender lo imposible inculcando sus propias reglas. Así que los arquitectos invisibles construyeron un rincón ilusorio. Un ángulo muerto de vida que ofrecía placeres efímeros. Una visión disminuida de la realidad. Un panorama confuso donde transitaran los pensamientos que surgen del ego. Un engaño que encandilara una supuesta belleza en una mirada hacia apariencias seductoras. Un truco complicado de descubrir en las manos de los magos de la creación. Una artimaña imaginaria inexistente localizada en un nudo de posibilidades. Un enfoque de un sentido común que no poseyera ningún sentido. En un laberinto sin salida la mente de cada individuo perdida, buscando la entrada hacia la plenitud y la felicidad. Todos absortos como en una película que se refleja en una falsa pantalla de irrealidad. El poder del dinero, de amasar fortuna, la fama, la soberbia, el odio, la hipocresía y todos los males del mundo creados por el carcelero del miedo. Todos querían tener y olvidaron pronto que es lo que querían ser. Todos perseguían en el exterior lo que escondido guardaban dentro. Nada podía satisfacer tanta sed en un desierto de desaliento y locura.
Antes de marcharse definitivamente, los dioses dejaron una semilla en cada corazón viviente y un alimento que la nutriera en el Amor consciente. Para que pudiera germinar esa semilla y convertirse en una flor de la consciencia plena. En un punto de atención. Un puente que permitiera atravesar mundos de mentiras hasta descubrir la esencia. Una vertiente con una perspectiva que abarcará el Todo. Un salto hacia la eternidad en un precioso despertar del Alma que se expande sin medida en el amor sin medidas. Una puerta abierta para alejarse del ruido que generan las críticas destructivas y que sólo cesa en el silencio revelador de un espíritu en calma. Desnudo de toda idea sólo queda la paz. El camino que a cada paso se recorre tras un resquicio de luz resplandeciente que llena de ternura en un abrazo de un Dios siempre presente. En la paciencia del enfermo y el anciano. El rescate del olvido del vagabundo y el diferente. La esperanza de que sólo se puede esperar amor. El fin de la guerra y el cese completo de la violencia. Un nuevo prisma para poder disolver la indiferencia que mata. Un nuevo paradigma repleto de ecuanimidad y justicia.
Así pues, sólo está historia sirva de reflexión y pueda ser si acaso evocadora. Inspire a los buscadores a encontrar el tesoro escondido de los dioses en nosotros mismo. Ahora mismo están celebrando una fiesta de bienvenida en el Monte del Olimpo a alguno que estaba muerto y despertó en vida. En el silencio puedo escuchar sus risas y cantos. El Reino de los Cielos dentro de ti. Escucha esa voz que te llama desde lo más profundo en tus adentros.Alberto Real Borrueco
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El Barquero
PoesiaEn esta compilación de poemas el barquero os atravesara hasta la otra orilla de los sentimientos. Con varios videopoemas que espero que os gusten.