Un mismo ente

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Si supiera por un momento,
por alguna misteriosa razón
que soy en este instante
tu pensamiento,
dejaría inmediatamente
de pensarte sin pensarlo.
En una décima de segundo
si me apresuro,
a ser posible en menos
y a más que a la velocidad
de la luz si lo imagino.
Un recipiente sin nada,
una copa vacía,
para llenarme de ti,
pensamiento
en que me lleves.
Si supiera
en este lapso de tiempo
que es tu alma
la que me siente,
sin plazo alguno, ni intervalo
y sin una probabilidad
siquiera de entelequia,
desnudaría mi corazón,
para vestirlo de tus primaveras.
En una epifanía efervescente,
una cascada
de de dicha inefable.
En la coyuntura de tu mente,
un vértice de ternura,
qué sólo falta un ápice de locura,
si me fusiono de repente,
en el fuego que arde
en tu pecho sin mesura
como una llama
de amor incandescente.
Si supiera por un momento
que no es quimera
tan dulce deleite,
la inmortalidad
tuviera eternamente.
Si es que vivo
en tu presencia,
se quedara para siempre sin mí
la soledad abandonadamente.
Que mejor testimonio
que vivir en ti
si me disuelvo como una gota
que cae en tu alma,
expandiéndose en un océano
infinito luminiscente.
Sin dejar rastro de fragmentos,
ni nada de nada.
Si me entrego
sin reservas inexcusablemente,
que para vivir
que muero en ti,
si los dos somos al fin
el mismo ente.

Alberto Real Borrueco

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