No te mueras aún todavía, dame tu mano, que después de un reino de oscuridad la noche anuncia una promesa de un alba y nacerá el nuevo día. Dame tu mano el anciano encerrado en la cárcel del olvido si te pedía. Libertad en sus ojos como dos palomas si de sus párpados una ventana hacia el cielo se abría. Dame tu mano, el emigrante de una tierra hostil de la que huía. No dejaré que se ahoguen los sueños en los mares de agonía. Dame tu mano, si la enfermedad en soledad un hombre solo padecía. Consuelo de la flor que marchita parecía, primaveras por llegar un jardín en su pecho de nuevo florecía. Dame la mano, si la naturaleza poco a poco tras los incendios se moría. Los árboles de la tierra y los animales cuando la mano llegó que socorría. Dame la mano, de corazón, vierte tu sangre fría, desprendete de la arrogancia, vierte la sangre estancada en una copa de esperanza nos bebera un sol de alegría. Dame la mano, que no hay mejor ocasión, si el alma unida de los dos resplandecía. Dame la mano, si hay dolor que contigo estoy, hasta que se ponga el sol, descansa alma mía. Dame tu mano, si el laberinto no tiene salida. Dame tu mano y se abrirá la puerta de un amor sin medida.
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