Escucho ladrar a los perros en la lejanía. Como un lobo solitario me adentro en el bosque para siempre. No habrá retorno. Me perderé para encontrarme. En busca del agua pura de los manantiales. En montañas llenas de precipicio encontraré mis retos. En busca de presas con la que alimentar mi alma. Como un cazador de sueños imposibles escucharé a los árboles indicarme el camino. Para lo que muchos es imposible para otros es lo increíble. Al encuentro de otros lobos descubriré que no estoy solo. En una conversación callada la complicidad de sus miradas. Miembro de la manada me adentraré en la noche. Aullaremos a la luna. Entre sombras y luces la luna como testigo y el silencio de la madrugada. Sin miedo a nada. Escucharé los ladridos de los perros en la lejanía como se pierden y los latidos de mi corazón más intensos. Encontraré mi patria en la naturaleza y mi bandera en las hojas de los árboles. Entre los que dispuestos a escuchar nos preparamos para hacernos uno. Peregrinos del mismo camino nuestro destino encontramos a nosotros mismo. En las frías noches, la cálida luz de la luna nos envuelve de su magia y nos protege. Sentimos la fuerza que recibimos de misteriosos conjuros. Y no volveremos a pisar el asfalto para correr por la tierra. Nuestras almas salvajes se pierden entre la bruma de paisajes boscosos repletos de belleza. Lejos del mundanal ruido. Encontraremos al fin la paz que nos hará libres. Ya no se escuchan los perros ladrar. Tan sólo el murmullo de los arroyos y la reveladora voz del silencio. Llenando los huecos vacíos del corazón. Sanaran nuestras heridas. El amor será nuestra seña de identidad. Nuestro país la tierra entera. En un territorio sin fronteras. Sin mas ley que la de ser libres. Mirando las estrellas nos encontrarás y partirán otros lobos a nuestro encuentro.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.