¿Quién soy?

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No se si hubo un instante. Un momento en el espacio tiempo en el que todo comenzó a dividirse. Solo concibo un principio en el que todos los seres que habitan en los universos éramos una misma cosa. No puedo comprenderlo de otra manera que todo forma parte de un mismo punto que se expande la conciencia en el lago diáfano de la existencia en cada gota de agua esta contenida toda la información. No se, como ni para que nos sentimos divididos y tan diferentes si guardamos la misma esencia. No se en que tipo de truco caímos para dejar de creer en la magia. No entiendo las diferencias, si no son las que pueden enriquecer en la diversidad un abanico de posibilidades. No llego a entender como el ego nos colocó una venda en los ojos y no alcanzamos a ver más allá de nuestras propias narices. ¿Que tipo de encantamiento invalido el sentimiento de compasión, por la indiferencia que mata lentamente la vida? ¿Todo estaba previsto? ¿Todo forma parte de un mismo plan? ¿Quién soy? No lo sé, quizás seamos lo mismo tu y yo con diferente rostro. No será que la razón, es el precio que nos aportó la supuesta libertad que obtuvimos al morder la manzana y que nos sumió en una ilusión de que estamos separados uno de los otros. ¿Dónde está el paraíso entre tanto caos?¿Dónde comenzó todo que no sabemos nada? En nuestra génesis nuestro destino oculto tras el velo que esconde una misma conciencia. Nuestro origen en el fondo del universo y en cada estrella el brillo que alienta nuestra alma infinita. Como en la Torre de Babel nos perdimos de nosotros mismo al empezar a hablar en otro idioma cuando todo lo rige una misma palabra. El amor. El lenguaje con el que se manifiesta el canto de un pájaro o la espiral de una galaxia. Todo está unido en medio del desorden. El pensamiento nos separa cuando las ideas quieren prevalecer por encima de otras por un interés claramente exclusivo de un bienestar que se esfuma entre los dedos de las apariencias. No se nada de todo, pero no hay nada que anule la curiosidad por saber de todo un poco, por mucho que caiga en la anestesia que provoca el olvido. Puedo estar seguro de una cosa. Sin saber que es la muerte me precipito a un vacío que intuyo lleno de esperanza. Es mi elección el creerlo para crearlo. Todo merece la pena a pesar del dolor que se manifiesta en las almas que perdieron el rumbo. A pesar de los laberintos de la mente procuro vibrar en una nota silenciosa, acorde al centro del corazón del misterioso hacedor de todas las cosas. En una sinfonía callada escucho una voz que me habla sin decir nada. La música del Alma que embelesado mis sentidos y trae la calma. Serena mi mente observa mis naufragios y tomo de una tabla de amor la oportunidad de llegar a alguna isla. Saldremos del desierto si tomas mi mano y bebemos de la misma fuente de un manantial inagotable de paz interior. Todo mereció la pena si aún queda un ápice de esperanza y si te miro me veo a mi mismo con otra forma pero con el mismo fondo. Saldremos al encuentro cuando todo este perdido. Despierta del sueño en que estamos sumido. Una vela se enciende cuando se apaga otra. La oscuridad y las sombras se disipan entre las brumas de los pensamientos, ante la brillante luz que desprende el reconocimiento de que somos un mismo ser en una inmensa variedad de formas la misma mirada de amor y un mismo lenguaje de los silencios.

Alberto Real Borrueco

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