"Sin pensar, ¿cómo lo voy a hacer sin pensar? Yo nunca actuo sin pensar", reza Blanca como si de un Padre Nuestro se tratara mientras vuelve a casa, completamente sola, como siempre, por las calles ya oscuras de Barcelona. En ocasiones se cruza con algún alma perdida, que como ella, vuelve a casa después de todo el día de trabajo, pero son muy pocas y todas se pierden y se difuminan con rapidez en la distancia. Tan solo escucha el sonido de sus tacones contra la acera y su paso, aunque no se percata de ello, cada vez más rápido. Está nerviosa pero no se lo reconoce a sí misma. Ansía llegar a casa, está cansada, pero también intenta evitarlo, porque sabe lo que tiene que hacer. Aunque en realidad no es necesario que lo haga, ¿por qué debe hacerlo? ¿porque se lo haya dicho Raúl? ¡Es de locos!
Mira a los lados para asegurarse de que va en la dirección correcta. Hace ya rato que no sabe ni por donde va, los pensamientos han ocupado toda su mente. Llega hasta su calle, todo está a oscuras, tan solo un par de farolas funcionan. Se acerca hasta su edificio y saca las llaves del bolso. De fondo, alguien discute, se escucha por el patio. Todo lo que pasa en ese edificio se escucha por el patio. Ella sabe de sobra que nadie la escucha, porque no tiene a nadie con quien discutir.
Toma aire y entra en casa, enciende las luces y sin ni siquiera dejar el bolso se deja caer sobre el sofá. Cierra los ojos unos instantes, le pesan, le duelen. Se deshace de los tacones, ayudándose del pie contrario. Levanta sus piernas y las apoya en la mesilla de centro. Debería cenar algo pero no tiene hambre, está demasiado cansada como para ponerse a hacer algo. Un rápido pensamiento se cuela en su mente, recuerda el día en que Emilio decidió hacer la cena y por poco les cuesta sacrificar toda la cocina en favor de una nueva. Sonríe levemente. Suelta un pequeño quejido y se pone en pie, no puede quedarse así toda la noche.
Alcanza la habitación y se desviste, sustituyendo el vestido azul por el camisón, corto y de tirantes. Por la ventana de la habitación vuelve a escuchar barullo, risas, conversaciones en tonos demasiado elevados. No le molestan en exceso pero tampoco le agradan. Decide cerrarla y volver al salón.
Su vista se topa entonces con el pequeño trozo de papel. Ese papel que la persigue, se cuela de vez en cuando en sus pensamientos, y la hace recordar cosas que en realidad querría olvidar. Lo coge despacio, con algo de miedo y nerviosismo y lo observa. Por un momento la imagen de Max vuelve a ella, casi le siente a su espalda, su respiración, su entera presencia tras ella.
Debe tomar una decisión y debe hacerlo ya. No puede alargarlo más. Tampoco quiere. "Este Raúl, todo por su culpa", se repite mientras da vueltas por el salón con el papel en las manos. Mira el reloj. Igual es demasiado tarde, o quizá no. Se acerca al teléfono. Lo observa unos segundos sin hacer nada. Desplaza la vista al papel y rápidamente vuelve al teléfono. Empieza a marcar y coloca el auricular en su oreja. Toma aire y lo deja ir despacio mientras el teléfono establece línea. De pronto los pitidos se detienen. Alguien va a responder a la llamada. Blanca siente como sus manos empiezan a humedecerse con una extraña sudoración fría.
—¿Sí? ¿Quién es?
Intenta responder pero no le salen las palabras. No está segura de que sea él, no reconoce su voz. Una fuerza interior la quiere obligar a colgar y salir corriendo sin mirar atrás pero decide imponerse, debe continuar la llamada.
—¿Maximiliano Expósito?
—Sí, soy yo. ¿Quién es? ¿Qué quiere a estas horas?
Es él. Sí es él. Otra vez la fuerza que la lleva a querer colgar. No sabe cómo se siente, no podría definirlo. Es algo extraño y complejo. Traga un poco de saliva. No sabe qué decir.
—Max...soy...soy...yo...
—¿Quién? Oiga, de verdad, ¿qué quiere?
—Max...soy...Blanca...—susurra al auricular mientras intenta secar sus manos con la tela del camisón.
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Barcelona, 1968.
FanfictionBarcelona, año 1968. Blanca, tras su regreso de Cuba decide que es el momento de hacer lo que ha evitado durante años: saber más sobre su hijo. Está dispuesta a todo para conseguirlo, aunque implique mucho más de lo que ella podía siquiera llegar a...