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Blanca mira a Max dubitativa. Coge su bata, que descansa a su lado, sobre la mesa de escritorio, y cubre su cuerpo. Su mano se apoya en la manivela y la gira, dispuesta a abrir la puerta. Lo hace con cuidado, con temor a quien pueda aparecer al otro lado. Se asoma.

-¿Blanca? ¿Qué haces? Que soy yo.

Blanca suspira y abre del todo, encontrándose con la sonrisa de Macarena que entra en la habitación sin pensarlo dos veces. Blanca se asusta. Se gira tan rápido como puede. No hay ni rastro de Max ni de su ropa, nada, como si no hubiese pisado la habitación. Macarena la analiza con la mirada y se acerca a ella. Toca su frente. Blanca retrocede unos milímetros y recoloca su bata.

-Estás empapada y muy colorada. ¿Estás bien? A ver si vas a tener fiebre. Vamos al médico.

-No tengo fiebre, Macarena. Estoy bien.

-¿Bien? ¿Pero tú te has visto?

-Macarena, hazme caso.

Blanca no puede evitar sonreír de un modo pícaro. Sabe que Max, donde sea que esté escondido, aguanta su risa. Se cruza de brazos. Todavía le tiemblan algo las piernas. Decide sentarse. Macarena coge la silla y se sienta. La observa de nuevo.

-Tú...estás muy rara...desde que hemos venido.

-Bueno-la corta en seco-Dime, ¿Qué tal con el encargado? ¿Qué te ha dicho?

-Que mañana mismo, a primera hora, los trabajadores estarán allí para poner el edificio a punto. Hay que reparar algunas cosas, pintar alguna pared, tirar muchos trastos...esas cosas. En un par de días, quizás esté, aunque más seguro tres. He pensado que en esos días podemos ir haciendo cuentas de lo que necesitamos y que tú vayas haciendo tu colección.

-Me parece todo perfecto.

Blanca cruza sus piernas y mira al suelo. La corbata de Max descansa en el suelo, junto a la silla que ahora ocupa Macarena. Se pone nerviosa. Le ha confesado lo de Max pero prefiere no decirle que él ha ido hasta allí. Tiene que cogerla antes de que se dé cuenta, ¿pero cómo?

-Blanca...-la voz de Macarena se convierte en un susurro, con temor a lo que va a decir-Respecto a lo que has dicho antes...lo de ese muchacho...yo no quiero juzgarte, ¡Dios me libre! Pero...

-Pero no te parece bien. Lo sé. No me sorprende.

-Es que podría...

-Ser mi hijo. Sí.

-No te entiendo. ¿Cómo estás tan tranquila?

-Porque ya he pasado por esto antes. Las mismas palabras, los mismos no quiero juzgar pero...Yo no quería que Max volviera a mi vida, pero lo ha hecho. Me está ayudando mucho y no le pienso apartar de mí otra vez. Y ha pasado lo que no tenía que pasar, lo admito, pero no he podido evitarlo.

Max, escondido tras la puerta del baño escucha toda la conversación. Sonríe para sí mismo. ¿Qué han hecho los años con Blanca? Se viste despacio, evitando todo ruido posible. Al hacerlo se da cuenta de que le falta la corbata. Abre la puerta con cautela y apenas se asoma. La ve en el suelo. Vuelve a cerrar.

-¿¡Qué no has podido evitarlo!?

-No. Y preferiría que dejáramos el tema. No quiero hablar más de esto.

-Está bien. Te dejo descansar. Pero te espero para cenar, ¿eh?

Blanca asiente y sonríe. Macarena se pone en pie y devuelve la silla a su sitio. Al hacerlo, observa una corbata gris en el suelo. La mira unos segundos pero no dice nada. Coge su bolso y alcanza la puerta. Blanca se pone en pie y llega hasta ella. Se apoya en el dintel, observando a Macarena, que sale y recorre el pasillo hasta llegar a su habitación. Una vez escucha la puerta cerrarse, cierra ella la suya y apoya su cabeza en la madera. Suspira.

Barcelona, 1968.Where stories live. Discover now