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—Aquí tenéis. Es vuestro.

Javier deja un conjunto variado de bolsas de todos los tamaños y colores sobre la mesa del salón. Rebusca en el bolsillo interior de su chaqueta y saca lo que parecen dos billetes de avión. Se los tiende a Max, que los pellizca entre el pulgar y el índice. Los guarda en su chaqueta. Blanca se lanza a las bolsas, las ojea con cierto reparo por encima, sin abrirlas demasiado. Todas son de tiendas caras de la ciudad.

—Esto es demasiado...no podemos...

—Aceptadlo, por favor. Es la única forma que se me ocurre para ayudaros.

—Te devolveré todo lo que te haya costado esto. Y los billetes.

—Déjalo. Prefiero que no te encierren y que sigas vivito y coleando. Anda, subid a cambiaros.

Blanca coge la mitad de las bolsas y Max la otra mitad. Encaran las escaleras y entran en la primera habitación. Blanca entra y deja las bolsas sobre la cama. Suspira. Max las deja en el suelo, cierra la puerta y echa el pestillo.

—Max, esto es demasiado. Nos estamos aprovechando del pobre Javier...

—Tranquila, cuando volvamos se lo devolveré todo. Además, me debía una bastante grande.

Blanca tuerce sus labios no muy convencida pero al fin y al cabo no puede decir nada. Supone que Max ya se aclarará con su amigo. Abre una de las bolsas, aparecen en ella unos pantalones rojos, de talle alto y pernera ancha, acabando prácticamente en campana.

—¿Pantalones? Nunca me he puesto pantalones.

—Siempre hay una primera vez para todo. Además, piensa que nos vamos a París, tienes que ir a la moda—. Ironiza Max mientras finge posar.

—Muy gracioso.

Max sonríe y se acerca a ella, dejando un beso rápido sobre sus labios al tiempo que con su mano derecha deja un cachete sobre su trasero. Ella le sonríe con la mirada y vuelve a las bolsas. En la otra hay una blusa, color blanco, con las mangas algo más anchas de lo normal. Blanca la observa con atención. No se siente muy cómoda con ese tipo de ropa. Puede que si tuviera veinte años se aventurara con ella de un modo habitual pero ya le resulta extraño y complicado cambiar su forma de vestir. Observa a Max, que saca unos pantalones y un suéter de cuello alto de las bolsas apenas sin mirar. Se lo pone sin pensar, sin importarle lo más mínimo si es o no de su estilo.

—¿Me ayudas?—pregunta Blanca en un susurro mientras se gira hacia Max, mostrándole su espalda.

Él se acerca y baja la cremallera deprisa, toda de una. El vestido de Blanca se abre y muestra su espalda, para pasar a caer por sus hombros. Lo deja deslizarse hasta el suelo y toma la ropa que Javier les ha comprado. Entra en los pantalones, le resulta extraño. Ella nunca ha usado pantalones antes, siempre se ha sentido cómoda llevando faldas, quizás sea por los años de uniforme. Toma la blusa entre sus dedos, prácticamente resbala por ellos, y la deja caer sobre su cuerpo.

—Estás preciosa...

Dos golpes rápidos en la puerta hacen que Max desvíe su mirada hacia ella. Abre sin pensarlo dos veces. Javier aparece al otro lado, con aspecto preocupado.

—Tenemos que irnos. Ya. Hay un tipo de la Brigada justo en la acerca de enfrente.

—¿Y cómo salimos sin que nos vean?—pregunta Blanca mientras cierra su maleta y la lleva al lado de la de Max.

—Seguidme.

Javier baja las escaleras a toda prisa, seguido de Blanca y Max, que cargan con sus maletas. Recorren el patio, un pequeño salón con solo un sofá, un sillón y una mesa de centro, y la cocina, llegando a una especie de almacén. Javier abre una puerta. Todo está oscuro, no se ve nada al otro lado, parece una especie de túnel sin salida alguna.

Barcelona, 1968.Where stories live. Discover now