Blanca mira con velocidad su reloj de muñeca. Faltan unos 20 minutos para que salga su vuelo. Deben decidir que hacer y deben decidir ya. Max la observa algo preocupado mientras rumia algo en su cabeza. Está dispuesto a jugársela, de una manera impulsiva, sin pensar apenas. No tiene un plan elaborado, más bien todo le queda en el aire, con la posibilidad de que les detengan nada más salir de la sala de espera. El motivo, claro y conciso, "oposición al régimen" y quizás, algún añadido policial del tipo "y colaboración con opositores a la patria" o lo que era lo mismo, exiliados y rojos. En su cabeza existen muchas más posibilidades de que todo salga mal que al contrario. Blanca empieza a dar vueltas por la habitación, nerviosa, impaciente, cubriendo sus labios con sus dedos.
—Tenemos que salir. Ya. No podemos quedarnos aquí para siempre.
Max muerde su labio inferior, pensativo. Mira a su alrededor, debe haber algo, algo que les permita escapar o al menos llegar hasta su puerta de embarque sin ser interceptados por la Brigada o, peor aún, por Esteban. Traga saliva. Van a necesitar un milagro para salir de ahí. Blanca se sienta en uno de los sillones y monta sus piernas una sobre la otra. Su pie empieza a balancearse, a moverse de arriba abajo, a establecer el ritmo continuo que se usa en una maquina de coser. Un leve quejido de la manivela hace que los dos dirijan su mirada hacia ella. No pueden evitar ponerse alerta, casi sin respirar, con una tensión desbordante. La puerta se abre, despacio, y alguien entra, muy nervioso, cerrando de un portazo. Max le mira fijamente, serio, algo furioso. Blanca se pone en pie prácticamente de un salto.
—Esteban.
—Salid ahora. Vamos. Ya.
—¿Qué dices? No pienso hacerlo—sentencia Max mientras se cruza de brazos.
—Os estoy ayudando. O salís ahora o no habrá marcha atrás. Blanca, por favor, créeme. Lo hago para que puedas llegar hasta él.
Blanca mira a Max, sigue con el enfado instalado en su rostro. Duda. No sabe muy bien que hacer. A su parecer Esteban está siendo sincero pero no puede confiar en él, no después de todo.
—Blanca, escúchame. Tienes que hacerlo ahora. No hay mucho tiempo. Os estoy dando la oportunidad de llegar a París, cógela por favor. Es mucho pedirte, lo sé, pero confía en mí una última vez. Quiero que llegues hasta nuestro hijo, cuéntale la verdad, todo. Dile que tiene un padre al que probablemente no conozca nunca pero que lo tiene.
Blanca aprieta sus labios. Hay algo en sus palabras que hace que se forme un nudo en su garganta. No le queda otra, no ve otra posible solución más que la que Esteban le ofrece. Por una vez tendrá que confiar en él. Se acerca a Max y coge su mano, tira de él hacia fuera, precedida de Esteban, que mira a derecha e izquierda antes de meterse entre la gente. Blanca obliga a Max a seguirle a un ritmo rápido. Lee los carteles, van hacia las puertas de embarque, les está llevando en la dirección correcta. Max observa a cada uno de los individuos con los que se cruza a toda velocidad. No reconoce a nadie, ningún rostro le es familiar y ninguno de los que le devuelven la mirada tienen aspecto de pertenecer a la Brigada. Alcanzan las puertas de embarque. En un cartel, el número 7, aeropuerto París-Orly.
—Vamos, subid ya. Están llegando.
—Esteban, ¿Por qué haces esto ahora?
—Porque te la debía. Toma esto—le tiende algo pequeño, envuelto en un pañuelo blanco—Es para Eduardo.
Blanca está dispuesta a responder pero Esteban echa a correr, mezclándose con la gente. Max la coge de la mano y tira de ella hacia dentro del pasillo que les lleva al avión. La mirada de Blanca sigue puesta en la gente, en el punto en el que Esteban ha desaparecido.
—¡Lo hemos hecho, Blanca! ¡Estamos aquí! ¡Ya veo el avión!
No dice nada. Sigue avanzando hasta llegar a las puertas del avión. Una sonriente azafata les espera a la entrada y les indica con amabilidad sus asientos. Blanca permanece ajena a su alrededor. Se sienta y cierra los ojos pero los abre al sentir la mano de Max sobre su muslo.
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Barcelona, 1968.
FanfictionBarcelona, año 1968. Blanca, tras su regreso de Cuba decide que es el momento de hacer lo que ha evitado durante años: saber más sobre su hijo. Está dispuesta a todo para conseguirlo, aunque implique mucho más de lo que ella podía siquiera llegar a...