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Blanca se mira en el espejo pero no consigue verse. Fija su vista lo máximo posible pero todo parece moverse a su alrededor. Su vista está borrosa. Adivina que su carmín ha prácticamente desaparecido pero sabe que no debe intentar repintarlo, lo más probable es que fracase en el intento. Apoya sus manos sobre el frío mármol que sostiene el lavamanos y suspira. Le llega la música de fuera y siente la necesidad de volver a la mesa junto a Max y Eduardo. Max, que se ha encargado de traer las copas suficientes como para emborracharla. Sonríe para sí misma al darse cuenta de lo ebria que está. Recoloca su pelo como puede y sale del baño. Le cuesta andar, todo le da la sensación de que está más lejos de lo que realmente está, se siente torpe y algo confundida. Observa el bar, está mucho más lleno de gente, hay mucho más alboroto y una canción en francés que desconoce suena mucho más alta de lo que antes sonaban los músicos en directo. Le parece ver a Eduardo apoyado en la barra y con una copa en la mano, hablando con una chica. Se siente algo perdida entre el barullo, ni siquiera sabe donde está su mesa. Alguien envuelve su cintura por detrás, dejando un rápido cachete en su trasero. Se gira dispuesta a abofetear a quien se ha atrevido a sobrepasarse con ella pero no lo hace, no le da tiempo. Los labios de Max se pegan a los suyos, besándola con una pasión desenfrenada que ella sigue sin ningún problema. Las manos de Max la agarran del pelo y de la cintura en lo que dura el beso.

-¿Dónde te habías metido?

-Intentando...averiguar lo bebida que voy...-ríe mientras se apoya en el pecho de Max para no caerse.

Max sonríe y la coge de la mano, arrastrándola hasta el centro del bar. Blanca se siente sumergida en una extraña fantasía de luces de colores que se mueven con velocidad y música más animada de lo que ella está acostumbrada, mucho más cercana a lo que los jóvenes empezaban a llamar ye-ye. Las manos de Max la sueltan y empieza a bailar por libre. Siente como el alcohol se apodera de él y todo se vuelve borroso, incluso Blanca que pierde la timidez y empieza a bailar frente a él. No puede evitar acercarse a ella y envolver su cintura.

-Te...quiero...ahora...

Blanca sonríe con malicia y se despega de él. Muerde su labio inferior y le guiña un ojo mientras se mueve al ritmo de la música. No le importa nada de lo que ocurre a su alrededor, al fin y al cabo nadie la conoce, está en otro país donde se presume de libertad. Con el dedo índice le señala y le hace señas para que se acerque a ella. Casi al tiempo que Max se vuelve a pegar a ella, alguien la coge por la cintura. Max sonríe.

-¡Eduardo!

-Madre mía...cómo vais los dos...

-Hijo, tú también apestas a alcohol...

Eduardo ríe y deja un beso rápido en la mejilla de Blanca mientras la coge de la mano, dándole una vuelta completa. Blanca apenas es consciente de lo que ocurre, cada vez se siente más perdida, cada vez la música le parece más estridente, más rápida, las luces más intensas y el resto de la gente más borrosa. Para cuando se quiere dar cuenta, Eduardo ha vuelto a desaparecer y Max la agarra de la cintura, permitiéndose la licencia de bajar hasta sus glúteos.

-Max...vámonos...-susurra en su oído mientras intenta mantener el equilibrio sobre los tacones.

Max asiente y la coge de la mano, sacándola del barullo. Le hace un gesto a Eduardo que ha vuelto a la barra y habla animado con el camarero y una chica. Al alcanzar la calle, Blanca siente como una ligera brisa la envuelve, dándole algo de claridad. Max no suelta la mano de Blanca y empieza a andar calle abajo, intentando recordar el camino, ya que sabe que no se puede fiar de Blanca.

-Estás muy guapo...así con esta luz...

-Y tú estás muy borracha.

Max nota como le cuesta andar y como Blanca se va convirtiendo poco a poco en un peso muerto sobre él. Envuelve su cintura, intentando mantenerla en pie pero a Blanca cada paso le cuesta, le duelen demasiado los pies y el alcohol no la deja pensar con claridad. Solo es capaz de percibir que Max carga con ella y aprieta su cintura.

-Mira, ahí está el hotel.

Blanca intenta fijar su vista al frente, apretando los ojos para intentar centrarse. Max la ayuda a subir los escalones de la entrada y recorren el hall en el máximo silencio posible. Él pulsa el botón del ascensor con intensidad mientras los ojos de Blanca empiezan a cerrarse.

-Blanca, no te duermas...venga ya estamos...

El ascensor abre las puertas y Max entra primero, arrastrando a Blanca hacia el interior. Ella sonríe con malicia y lleva sus manos hasta la corbata de Max, deshaciendo el nudo de una manera torpe. Besa su cuello y el lóbulo de su oreja. Max se tensa al notar las manos de Blanca acariciando su entrepierna.

-Blanca...por favor...

Las puertas se abren tras un sonido metálico. Blanca sale del ascensor y corre como puede por el pasillo hasta la puerta de la habitación. Max corre tras ella y la alcanza, pegándola a la puerta y besando su cuello con intensidad. Blanca agarra su pelo y suspira con fuerza. Max rebusca en su chaqueta hasta dar con la llave correcta. Entran en la habitación el uno pegado al otro. Max la vuelve a pegar a la pared e introduce sus manos por su vestido, sintiendo el calor de sus muslos, pero ella le detiene.

-Quieto...tengo una sorpresa...acuéstate...

Max asiente y prácticamente se lanza sobre la cama. Blanca se coloca frente a él, a los pies de la cama y desabrocha su vestido, dejándolo caer al suelo. Max dibuja la sorpresa en su rostro al verla con un conjunto de encaje negro, con las medias unidas a él por un portaligas, y todo cubierto por un salto de cama también negro pero con transparencias.

-¿Qué?

-Ven aquí-. Pide Max mientras se deshace de su camisa y sus pantalones, que arroja al suelo.

Blanca sonríe con picardía y sube a la cama con una actitud felina, bajo la atenta mirada de Max. Ella muerde su labio inferior al tiempo que baja la ropa interior de Max y sus manos acarician con delicadeza la zona de su entrepierna. Max se deja caer sobre la cama y toma aire en el momento en que siente la humedad de los labios de Blanca sobre su piel.

-Joder...

Agarra las sábanas y las aprieta justo cuando ella incrementa el ritmo, elevando su rostro y poniendo los ojos en blanco. Gime un par de veces hasta que Blanca se detiene. Abre los ojos y la observa algo dubitativo a lo que ella responde sentándose sobre sus muslos e introduciéndole dentro de ella. Gime y muerde sus labios al sentirle por completo dentro de su cuerpo. Las manos de Max se desplazan entonces hasta sus caderas, acompañando sus movimientos ascendentes y descendentes. Blanca cierra los ojos, todo le da vueltas, la repetición de movimientos la aturde y la marea por unos instantes. Apoya las palmas de sus manos sobre el pecho de Max sin detener el movimiento, que él acompaña elevando ligeramente sus caderas. Blanca jadea y gime repetidas veces.

-Deberías beber más a menudo...

-Cállate...

Max se incorpora y con sus manos envuelve sus pechos, que saca del sujetador y besa con intensidad, mordiendo sus pezones. Blanca se agarra a su pelo y busca sus labios de un modo casi desesperado, sin parar su ritmo.

-Te he echado de menos...tanto...

Blanca no responde. Sigue marcando el ritmo, sabe que va a llegar a su punto de clímax en cuestión de momentos. Siente como todo su cuerpo se tensa, como la zona baja de su vientre empieza a colapsar y como un calor repentino se apodera de todo su cuerpo. Max se deja caer sobre la cama y la deja hacer. El incremento del ritmo hace que toda su sangre se concentre. Muerde su labio y marca sus dedos en los muslos de Blanca en el momento en que alcanza el clímax. Ella gime un par de veces y grita en un tono más elevado de lo normal antes de suspirar profundo y dejarse caer sobre el pecho de Max, que la acaricia con cariño.

-Necesitábamos uno de estos...

-Cierto...

Barcelona, 1968.Where stories live. Discover now