—¿Cómo estás?
—Bien...algo nerviosa quizás...
Empieza a anochecer y las luces de las farolas se van encendiendo aunque ni siquiera son las siete de la tarde. Esperan en el andén, dispuestos a coger el único tren que va a Barcelona, "El Sevillano". Blanca carga con su maleta, no se atreve a dejarla en el suelo por si tienen que echar a correr. En los 10 minutos que llevan esperando ha dirigido su mirada en incontables ocasiones hacia la puerta y al resto del andén. Nada sospechoso. Max la observa, sabe que se la comen los nervios por dentro. Él intenta convencerse de que todo va a salir bien, de que su plan va a funcionar independientemente de que Eduardo no haya querido saber nada de ellos. La coge de la mano y entrelaza sus dedos con los suyos. Ella mira sus manos y sonríe. Siente que todo va mejor con Max, que hablar con él ha funcionado por el momento.
—Tranquila...en nada estaremos en Barcelona...
—Macarena debería haber venido con nosotros. Como coartada.
—No creo que nadie nos siga de aquí a Barcelona, más que nada porque saben a donde vamos.
—¿Cómo que saben a donde vamos?
—A Barcelona—. Sonríe con algo de picardía, intentando que Blanca entienda que no debe hablar más de la cuenta en un lugar tan público como ese.
No dice nada más. Observa al conjunto de trabajadores que se despiden de sus familias para embarcarse en la aventura de llegar a Cataluña y encontrar un puesto de trabajo mejor. Max le ha contado como va a ser la experiencia en "El Sevillano", nada agradable de primeras pero mucho mejor que coger un avión, al menos para pasar desapercibidos. Una humareda extraña, similar al polvo del suelo cuando se levanta por el fuerte viento, empieza a inundar la estación y un pitido estridente se cuela por todo el andén. La gente empieza a moverse nerviosa, a coger sus cosas y a apelotonarse casi en las mismas vías. Blanca aprieta el asa de su maleta y la mano de Max, que en un segundo tira de ella con fuerza, arrastrándola hasta uno de los extremos del andén. El tren se detiene frente a ellos. Los pasajeros apenas dejan que se abran las puertas, se empujan para entrar.
—¡Ven! ¡Corre!
Max la ayuda a subir en una de las últimas puertas y prácticamente lanza su maleta hacia dentro, entrando él después de un salto. Vuelve a coger su mano con velocidad y avanza rápido hasta uno de los compartimentos, está medio vacío. Presupone que es lo mejor con lo que se van a encontrar y decide entrar. Blanca se deja caer sobre el asiento mientras él coloca las maletas en las rejillas que se sitúan sobre sus cabezas. Analiza con la mirada a los que completan el compartimento y con los que va a compartir unas 17 horas de su vida. Un chico joven, más o menos de la edad de Max, lee el periódico con una actitud seria, ajena a todos los allí presentes. A su lado una chica joven, de cabellos rubios recogidos en un moño, sostiene entre sus brazos a un bebé de cerca de un año. Blanca sonríe al verle dormir tan plácidamente, como si todos los sonidos que provienen del tren y del exterior no existieran. Max se sienta a su lado y apoya su mano sobre su rodilla, sacándola de sus pensamientos.
—Será mejor que descanses ahora, nos queda mucho trayecto por delante.
—Lo sé, pero no te preocupes, estoy bien.
—Hágale caso, descanse ahora, antes de que los borregos esos de ahí fuera empiecen a fumar como carreteros y a inundar todo el tren de humo sin que se pueda respirar—interviene el joven del periódico, bajándolo y permitiéndoles al resto observar su rostro—. Por no hablar del desagradable olor del chorizo que empiezan a sacar a la hora de cenar.
Blanca le observa sin decir nada. Tiene un aire desgarbado y rudo que le es familiar. Lleva unas gafas redondas que le caen a la mitad de la nariz, el pelo revuelto y barba, que le otorga un aire bohemio pero hippie a la vez. Viste de manera casi andrajosa, con un suéter verde que a Blanca le da la sensación que debía conservar desde la primera comunión. Max sabe que algo ronda por su cabeza, la observa pero intentando no delatarse demasiado. Lanza una mirada rápida al joven, que se sitúa frente a él. Hay algo extraño en él.
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Barcelona, 1968.
FanfictionBarcelona, año 1968. Blanca, tras su regreso de Cuba decide que es el momento de hacer lo que ha evitado durante años: saber más sobre su hijo. Está dispuesta a todo para conseguirlo, aunque implique mucho más de lo que ella podía siquiera llegar a...