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Max abre los ojos tras mantenerlos unos segundos cerrados. Lo ve todo borroso, incluso a Blanca que continúa sentada frente a él. Fija su vista en ella. Está riendo. ¿De qué se ríe? Intenta recordar.

—¡Max! ¡Hey! ¡Que estoy aquí!

La voz de Blanca suena extraña, lenta, ligeramente incomprensible. Ríe. Sus mejillas están coloradas y sus ojos brillantes. Observa la barra, hay varias copas vacías sobre ella. Él empieza a reír, no sabe muy bien por qué. Debe ser el alcohol el que le lleva a hacerlo. Blanca le observa con ternura, intenta fijar su vista en él pero le cuesta. La primera copa ha pasado con dificultad por su garganta pero a las siguientes no les ha costado tanto. Agradece a Max el ambiente distendido, las risas y las miradas a medias. Lo necesitaba. Aunque, en un breve instante de lucidez, se acuerda de Macarena. No puede ir a cenar en ese estado.

—Max...que yo creo que...que debería subir...porque Macarena...

—Hablando del rey de Roma...—Max cubre su risa con sus manos y baja la mirada.

Blanca se gira con velocidad. No debería haberlo hecho. Se marea. Pierde la noción del tiempo y del espacio por un par de segundos. Pero pronto su mirada se encuentra con la de Macarena. Ríe al verla tan seria.

—¿Qué? ¿Pasándolo bien?

—¡Macarena, estás aquí! ¡Camarero, otra copa!

Blanca eleva su brazo, haciendo señas al camarero, que parece no hacerle caso. Max se pone en pie, intentando no perder el equilibrio, y le cede el asiento a Macarena, que le mira de arriba abajo.

—Yo mejor me voy...

—No, ¿por qué? No te vayas...—Blanca intenta convencerlo con una mirada tierna e infantil—Cuéntale a Macarena...Max ha venido porque...

—Imagino a qué ha venido.

—¿Qué dices? Ha venido...—intenta centrarse, olvidar por un momento el alcohol que contiene ahora su cuerpo, y sonar lo más convincente posible ante Macarena, que se sienta en el sitio de Max—Para hacernos publicidad. ¿No suena estupendo?

—¿Publicidad?

Max asiente. Alarga su mano derecha hasta dar con un taburete y se sienta algo más alejado de la barra, entre las dos mujeres, que ahora le observan atentas. Carraspea y entrelaza sus dedos.

—En Barcelona trabajo para una empresa de publicidad. Había pensado que quizás podría cubrir la apertura...dado que Velvet ahora también está en Barcelona...

—Fíjate, me gusta la idea.

Blanca sonríe, mordiendo ligeramente su labio inferior, y observa a Max, orgullosa. Lleva su mano hasta su rodilla y la acaricia despacio. Macarena no tarda en dirigir su mirada, rápida, hasta ese acercamiento.

—Max es muy trabajador...lo hará bien...

La aportación de Blanca queda unos segundos en el aire y no tarda en perderse. Ninguno de los dos responde. Macarena echa un vistazo rápido al bar, hay gente pero no demasiada, escucha música pero no sabe de donde proviene. Su vista se fija en uno de los hombres del bar. Viste de negro, su abrigo descansa sobre el brazo del sillón, donde, sentado lee el periódico. Sobre la mesilla de café, un vaso vacío, un cenicero que todavía desprende algo de humo por los restos de un cigarrillo mal apagado y un sombrero negro.

—Ese hombre de ahí, el que lee, le conozco, bueno, creo que le conozco.

—¿De qué le conoces? ¿Sabes cómo se llama?—pregunta Max con insistencia mirando a Macarena directamente a los ojos para evitar que aquel individuo pueda saber lo que dice.

Barcelona, 1968.Where stories live. Discover now