Blanca llega sin demasiadas prisas a las puertas de Velvet. Normalmente hace ese trayecto en taxi, porque normalmente llega tarde. Pero esta vez ha salido con tiempo. Se detiene en mitad de la acera y mira su reloj de muñeca, aún tiene unos minutos hasta que llegue Max, que, no sabe muy bien por que, intuye que llegará tarde, el trabajo quizás.
Max gira la esquina dispuesto a llegar hasta Velvet. La ve desde lejos. Le espera de pie, en la acera, mirando a un lado y a otro. Él sonríe, sabe que está más bella que nunca. Se va acercando despacio, con las manos en los bolsillos del pantalón.
Ella ni siquiera se ha percatado de su presencia. Se está empezando a poner nerviosa y la ligera brisa nocturna empieza a calar en sus huesos, a colarse en sus piernas a través del vestido.
—Estás preciosa...
Blanca se gira con rapidez y dibuja una media sonrisa en su rostro al verle frente a ella, de traje, zapatos brillantes y pelo engominado.
—Pensaba que vendrías en coche.
—He preferido dar un paseo. Me gusta tu vestido, te sienta bien ese verde oscuro.
—Gracias...Bueno, ¿dónde vamos a ir?
—La verdad es que no había pensado nada.
—¿Cómo? ¿Me invitas a cenar y ni siquiera piensas el lugar?
—He tenido mucho trabajo, pero...¿qué te parece ahí enfrente?
—¿Dónde voy todos los días? Pensaba que eras más original.
—Tienes razón, es una mala idea. La verdad es...
—¿Qué?—Blanca cruza sus brazos, algo molesta. Empieza a tener frío y quiere moverse de allí.
—He preparado algo en casa, pero no estoy muy seguro de que quieras venir. Antes de que digas nada, estoy dispuesto a contarte todo, lo he pensado y tienes todo el derecho a saberlo. Por eso he pensado que en un bar siempre hay demasiado lío y que en casa estaremos más tranquilos. Eso es todo. Pero entenderé si quieres que vayamos a otro sitio.
—Espero que eso sea todo...—susurra Blanca asegurándose de que él no la escuche—Está bien, vamos.
Max sonríe ante su aceptación y con su mano derecha le abre paso. Empiezan a andar. Ninguno de los dos dice nada. Blanca ha decidido que centrar su vista en las baldosas del suelo será la mejor opción aunque en su cabeza aparece el rostro de Max, sonriente, con ese nuevo estilo de peinado y esas gafas redondas y negras que le quedan tan bien. Por un segundo cruza por su mente su torso desnudo. No quiere pensar en eso. No va a volver a caer.
Max la mira de reojo. Sabe que se está lamentando cada segundo por lo que está haciendo. No quiere recordar pero tenerla de nuevo tan cerca le lleva a pensar en sus besos, en el olor de su pelo, en su cuerpo. Muerde su labio inferior. Debe evitar lo que está pensando a toda costa. No puede volver a arriesgarse como lo hizo en el pasado.
—Hemos llegado. Aquí es.
—Qué cerca vives del centro.
—Sí, la verdad es que sí. Cuando decidí comprar un apartamento tuve muy presente que estuviera céntrico.
Blanca asiente y entra tras él en el edificio. Al encender la luz del rellano, vislumbra una especie de garita a mano derecha, pegada a la pared, un ascensor justo enfrente de ella y a su lado unas escaleras anchas y de escalones blancos.
—El portero suele estar todo el día pero por la noche se va—aclara Max mientras presiona el botón del ascensor.
—En mi edificio creo que está 24 horas...
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Barcelona, 1968.
FanfictionBarcelona, año 1968. Blanca, tras su regreso de Cuba decide que es el momento de hacer lo que ha evitado durante años: saber más sobre su hijo. Está dispuesta a todo para conseguirlo, aunque implique mucho más de lo que ella podía siquiera llegar a...