—Buenas noches, nos vemos mañana.
—Hasta mañana, Macarena.
Blanca sonríe con ternura mientras observa a Macarena, que se despide de ellos, entra en su habitación y cierra la puerta despacio. Siente entonces una suave caricia que recorre sus glúteos hasta que se detiene y los aprieta con fuerza.
—Max, por favor...
—Te has puesto muy guapa para ir a ver a Esteban...
Blanca tuerce sus labios pero dibuja un gesto pícaro en su rostro. Sabe que las manos de Max la buscan desesperadas, que ansía besarla y que su cuerpo pide a gritos sentir el suyo pero no piensa ponérselo tan fácil. Haber conseguido lo que quería con Esteban la ha hecho sentir bien, poderosa, con una seguridad sobre sí misma casi desconocida. Se deshace de él y avanza hasta su habitación. Pretende abrir pero Max la detiene, la pega a la pared y empieza a besar su cuello.
—No tan deprisa...tú y yo tenemos que hablar.
—¿Tenemos que hablar? No me gustan esas tres palabras juntas. Podríamos cambiarlas por...tenemos que ir juntos a la cama porque te quiero hacer...
—Para, para—le corta en seco, colocando su dedo índice sobre sus labios mientras se despega de él y de la pared.
Max la observa algo dubitativo mientras ella rebusca en su bolso, saca la llave, la introduce sin mirar en la cerradura y abre, guardándosela de nuevo. Él la sigue hasta el interior de la habitación y cierra con cuidado.
—Siéntate.
Obedece. Se sienta en la cama y cruza sus brazos. Blanca permanece de pie frente a él, con un aire altivo y serio que a Max le da escalofríos. No sabe que le va a decir y siente algo de miedo por ello. Quizás se ha cansado de él, quizás hablar con Esteban no haya sido una buena idea y el genial plan de Macarena no era tan genial después de todo.
—¿Qué ocurre?
—Vamos a hablar en serio tú y yo. Estoy empezando a cansarme de que me cuentes las cosas a medias. Si recurrí a ti fue porque en cierto modo sabía que tú jamás me mentirias, que me dirías toda la verdad sobre Eduardo y todo lo que sabías acerca de él. Y no lo estás haciendo. Sabes donde está mi hijo y no me lo quieres decir, ¿por qué?
Max suspira y baja la mirada. Ella tiene razón, como siempre. Entrelaza sus manos y fija su vista en una mancha del suelo. Blanca se sienta a su lado y cruza sus piernas. Él pierde la concentración durante unos segundos al ver las piernas desnudas de Blanca a su lado, que terminan en unos zapatos de tacón negros. Frota sus ojos con la yema de sus dedos y respira profundo.
—Está bien...Sé donde está Eduardo porque él me lo dijo el otro día...más o menos...
—¿Qué?—Blanca se incorpora de un salto, lleva sus manos de forma inconsciente e instantánea hasta su cadera, en forma de jarra, y le mira fijamente pero él sigue con la mirada en el suelo.
—Le llamé. Hablé con él por teléfono. Y antes de que lo digas, sí te lo tendría que haber dicho, incluso tendría que habértelo consultado antes de hacerlo. Pero no lo hice, ¿vale? Y luego me arrepentí.
Max eleva su vista, topándose con la de Blanca, que le juzga con los ojos. Ella humedece sus labios y niega con la cabeza mientras su mano izquierda pasa a cubrir sus labios y parte de sus mejillas, en un claro gesto de preocupación.
—¿Tú piensas que yo soy tonta, verdad? Estoy intentando de todas las formas posibles encontrar algo, aunque sea un mínimo, de información sobre mi hijo, para intentar dar con él, para ser más rápida que la policía, para llegar a él antes que Esteban y tú, tú que lo sabes todo me lo ocultas. ¡Cada paso que doy no sirve para nada porque tú ya lo sabías! ¡Todo lo que he hecho estos meses no ha servido para nada!
YOU ARE READING
Barcelona, 1968.
FanfictionBarcelona, año 1968. Blanca, tras su regreso de Cuba decide que es el momento de hacer lo que ha evitado durante años: saber más sobre su hijo. Está dispuesta a todo para conseguirlo, aunque implique mucho más de lo que ella podía siquiera llegar a...