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Max abre los ojos despacio, adaptándose a los escasos rayos del sol que entran por la ventana que da al patio. Bosteza y eleva sus brazos sobre su cabeza. Restriega sus párpados con la yema de los dedos y mira hacia su derecha. No hay nadie, la cama está vacía. Observa la habitación, sigue en casa de Blanca. Se incorpora y dobla sus piernas debajo de las sábanas, quedando sentado sobre el colchón. Recorre su pelo con sus manos, terminando de despertarse. Permanece así unos instantes hasta que se percata de que hay alguien en el salón. Escucha la voz de Blanca y la de otra mujer. Ríen al unisono. Se pone en pie y alcanza su ropa pero antes mira su reloj de muñeca. Es demasiado tarde. Se viste a toda prisa pero sale con calma de la habitación. Recorre el pasillo despacio y se detiene justo delante del salón, apoyándose en la pared. Blanca sentada en el sofá, sostiene una taza de café y charla animadamente con otra mujer, más o menos de su edad. Observa la puerta que da a la calle, dos maletas esperan a que ellas terminen su conversación. Vuelve a mirar su reloj, debe marcharse. Avanza un solo paso y entra en el salón.

—Blanca...

Ella se gira al escuchar su nombre y le observa. Se pone tensa. Rápidamente dirige su mirada a Macarena, que observa a Max con detenimiento. Deja la taza de café sobre la mesa de centro y se pone en pie. Arregla su vestido y finge una improvisada pero natural sonrisa.

—Macarena, este es Max. Me está ayudando mucho con lo de mi hijo...Max, ella es Macarena.

Max se acerca a ellas y sonríe. Macarena deja su taza y se pone en pie. Saluda a Max con dos besos rápidos en las mejillas y con tanta prisa como le es posible vuelve a su posición.

—Es un placer, Max.

—Lo mismo digo, Macarena. Siento interrumpir vuestra conversación pero...Blanca, ¿podemos hablar un momento?

—Claro, ahora mismo vengo Macarena.

Dejan atrás el salón y llegan hasta la cocina. Max se asoma por el pasillo y Blanca cierra la puerta despacio.

—¿Qué pasa?

—No sabía que ibas a tener visita. Siento haber salido así pero...

—Tranquilo...—Blanca se acerca a él y abrocha correctamente los botones de su camisa, la mitad fuera de su sitio—Ha venido a recogerme para ir al aeropuerto. No dirá nada.

Max sonríe a medias y envuelve la cintura de Blanca, pegándola a su cuerpo. La besa y muerde su labio inferior. Blanca coloca sus manos en su pecho y retrocede.

—Max...

—¿Por qué tienes que irte justo ahora? Quédate, conmigo, aquí...repitamos lo de anoche...—susurra mientras besa su cuello y aprieta sus glúteos.

—Sabes que tengo que irme. Por favor, cualquier cosa, lo que sea, dimela.

—Está bien...Os acompaño a la puerta.

Max abre la puerta de la cocina y llega hasta el salón, seguido de Blanca, donde Macarena les vuelve a sonreír. Él alcanza las maletas y carga una en cada mano.

—Gracias Max. El taxi está justo ahí fuera.

Blanca abre la puerta y les cede el paso a ambos, se asegura de tenerlo todo, echando un vistazo rápido por todo el salón, apaga las luces y cierra de un portazo. Arroja las llaves dentro de su bolso y cruza el patio sola. Max y Macarena ya han llegado hasta el taxi y ahora suben las maletas en el maletero. Ella lanza una mirada cómplice a Max mientras Macarena abre la puerta trasera y se sienta.

—Por favor llámame cuando llegues.

—Lo haré, no te preocupes. Nos vemos en unos días.

Blanca sonríe con ternura y sube al taxi. Max le devuelve la sonrisa aunque en realidad lo que más desea hacer es abrazarla y besarla, volverle a pedir que no se vaya. Se despide de ellas con la mano mientras el taxi empieza a avanzar.

Barcelona, 1968.Where stories live. Discover now