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Desde que probé de ti ya no puedo consumir nada que no seas tú.

Mastodonte, Fuerte y Lento.


Blanca sonríe. No sabe muy bien en que momentos baja la guardia con Max pero le conoce demasiado y sabe que él, que constantemente la observa, sí lo sabe. Max se separa de ella unos centímetros y rebusca en el bolsillo interior de su chaqueta. Saca, pellizcado entre sus dedos índice y corazón, lo que a Blanca le parece una tarjeta de visita. Dobla con gracia su muñeca y se la tiende.

-¿Qué es esto?-pregunta Blanca mientras la coge con los mismos dedos con los que él se la da.

-Es la nueva dirección de Eduardo. Quedatela tú.

-¿Cómo has...?

-Él me la ha enviado. Cuando se fue acordamos un sistema para saltarnos los posibles controles. Ya sabes, las cartas en las aduanas y eso...

Blanca le observa intrigada pero Max ha dibujado en su rostro una expresión inexistente, apática, que completa con sus manos dentro de los bolsillos del pantalón.

-¿Qué sois? ¿Bonnie y Clyde?

Blanca intenta bromear pero le da la sensación de que no conoce a Max. Es capaz de trazar toda una serie de planes con su hijo que a ella ni siquiera le habrían pasado por la cabeza. Por momentos siente que está metida en una novela negra y policiaca, esas en las que nunca nada sale bien, y que si sale implica demasiado riesgo.

Avanza un par de pasos hasta el escritorio, su bolso descansa sobre la silla, escondido debajo de él, dejando ver solo las asas que sobresalen. Aparta la silla y lo eleva, abriéndolo y guardando la tarjeta en su interior. Nota tras ella la presencia de Max, esencialmente su cintura contra sus glúteos. Sonríe para sí misma con malicia y pega más su trasero contra él, agachándose de una forma demasiado exagerada tan solo para devolver el bolso a su sitio.

-Con lo que sabemos...¿Vas a volver a ver a Esteban?

Traga saliva. Quiere apartar ese nombre de ella pero parece que no es posible hacerlo. Suena incluso más duro si sale de los labios de Max. Cierra los ojos y suspira irónica y a desgana mientras se gira, quedando frente a él. Le coge por las muñecas y guía sus manos cada una a uno de sus glúteos, que el envuelve, acaricia y aprieta.

-Haz lo que ibas a hacer.

Max sonríe con malicia y deseo. Le vuelve loco que ella sea así, tan estricta y autoritaria incluso en momentos como ese. Empieza por subir su vestido, despacio, solo elevándolo con ayuda de la yema de sus dedos. Llega hasta su cintura y se detiene. Con una mano aparta la silla, dejándola a un lado y permitiendo un total acceso a la mesa. La obliga a girarse colocando sus manos en sus caderas. Blanca apoya las palmas de las manos sobre el escritorio. Siente el cuerpo de Max de nuevo sobre ella, sus manos se apoyan también sobre la mesa, a su lado, y muerde el lóbulo de su oreja. Blanca empieza a respirar de un modo pesado y una ligera punción se apodera de la zona de su entrepierna. Él aparta su pelo hacia su lado izquierdo, dejando toda la parte derecha de su cuello a la vista. Empieza a besarlo y morderlo mientras su mano se despega de la mesa, llega hasta su ropa interior y se introduce a través de ella. Blanca no puede evitar soltar un gemido corto acompañado de una sonrisa de placer al notar la cálida mano de Max en su zona más sensible. Él, con la yema de sus dedos, masajea la zona de su clítoris e introduce dos de sus dedos en ella, sintiendo entonces su excitación. Empieza un ritmo suave y delicado, curvando sus dedos y moviendolos en círculo, que sin embargo se interrumpe en el momento en que Blanca lleva su mano derecha sobre la de él, obligándole a incrementar el ritmo y marcándole el que ella desea. Max besa su cuello y se acerca a su oído.

Barcelona, 1968.Where stories live. Discover now