Amor y Dolor I

Capítulo 8

4to mes de embarazo

Hola, amor

Ya son cuatro meses sin verte, estoy loco de desesperación, quiero verte, abrazarte, besarte, hacerte mía. Decirte una vez más cuanto te amo, que veas mis ojos para que veas la veracidad y la intensidad de mis palabras.

Es como si esto nunca piensa acabarse, estoy harto de esto. Sí, ya lo sé, juré servir a mi patria, pero en esos momentos no te tenia a ti. ¿Sabes?, no quiero mortificarte ni asustarte, nunca te lo dije pero mi padre murió en las mismas circunstancia en las que me encuentro ahora.

Soy egoísta, te quiero solo para mí. No soporto estar aquí, tan lejos de ti, de mi hogar. Pediré mi retiro en cuanto salga de este infierno. Quiero una familia contigo, quiero hijos, verlos crecer, ver tu panza cuando estén dentro de ti y si sigo siendo soldado, me perderé de la cosa más maravillosa de la vida.

Pronto estaré contigo, mi amor.

Te amo.

Siempre tuyo, Justin.

Otra carta de su amado, otra que iba para su baúl sagrado, otra que le leía a sus bebés.

Pareciera que Justin de alguna forma supiera y al mismo tiempo no, de su embarazo. En las últimas cartas, solo mencionaba hijos, bebés y embarazo.

Suspiró, cuanto deseaba que él estuviera a su lado. Acarició su muy abultado vientre de cuatro meses. En los últimos tres meses, había asimilado su estado y quería a sus bebés con su vida. Parte de su alegría y vitalidad había vuelto a aparecer, estaba más radiante y sonreía con frecuencia, a excepción de las noches y los sábados cuando llegaban sus cartas, que lloraba por su ausencia, pero también agradecía a Dios porque todavía estaba en estaba vivo, que no le había pasado nada.

Sintió una patadita de su bebé y su corazón se hinchó de regocijo, volvió a acariciar y sintió otra patada.

-¡Mamá!, ¡Zoey!, ¡Danna!- llamó a gritos a su familia.

Escuchó pasos apresurados, y un golpe. Miró a su derecha y su madre salía de la cocina, su hermana bajaba las escaleras y Danna estaba al pie de esta, tirada en el suelo. No lo pudo evitar y estalló en carcajadas. Con rostros de confusión y preocupación se acercaron a ella.

-¿Qué paso, hija?

-Están pateando, mamá- respondió alegre y las tres suspiraron de alivio.

-¡Joder, Allison!, no me des esos sustos, casi me da un infarto y para colmo me como el piso- le regañó Danna.

Tenía la respiración acelerada y su mano en el pecho, una de sus mejillas estaba roja por el golpe. Las demás estallaron en carcajadas, viendo a la chica.

-¡No se rían, joder!

-Lo siento, Danna, pero es inevitable- respondió Zoey y la chica rodó los ojos.

-Dijiste que patean los bebés. Deja ver- interrumpió Sara.

Allison les pidió que colocaran sus manos en su panza, y así lo hacieron. Esperaron unos segundos, ella les habló y los bebés se movieron deformando su vientre.

-¡Oh, por Dios!, hola, bebés de tía. Yo soy la tía Danna, les voy a consentir en todo- respondieron con una patada -¡Me respondieron!, definitivamente serán mis consentidos- las mujeres rieron por la efusividad de la muchacha.

Luego de un rato adorando a los bebés se dispusieron a comer y hablar de los bebés.

-Oye Sonny, ¿Cuándo compraremos cosas para los niños?- preguntó Danna.

-No sabemos el sexo aún.

-Pero podemos comprar cositas que puedan utilizar ambos sexos- aportó Zoey.

-Chicas, el embarazo aún está en inicio, hay tiempo para comprar y saber el sexo también- les dijo Sara.

-Pero, Sonny, vamos solo algunas cosas- volvió a replicar Zoey.

-Prometemos no exagerar- levantó su mano derecha en forma de juramento, Danna y Allison rió.

-Sí, claro. Pero está bien, ganaron. Hoy es tarde de chicas.

-¡Sí!- dijeron al unísono y Sara solo negó con la cabeza.

Y así lo hicieron, se fueron a un centro comercial y compraron de todo, ropas amarillas, blancas, rojas, azules, también dos cunas blancas, una carriola doble color gris y rojo y muchas cosas sin sentido, pero que a las chicas le gustaron.