Capítulo 4

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Justin y Allison llevaban dos meses de casados. Celebraron una pequeña pero muy bella boda en el patio trasero de la casa de Sara, la cual se volvió loca con los preparativos de la misma. Fue muy intima, solo ellos y varios amigos de ambos.

Entre los dos alquilaron una casa, no tan grande, pero si lo suficiente por si se agrandaba la familia, cerca de la casa de la madre de la muchacha. Sara quería que vivieran con ellas, pero ellos necesitaban espacio. En su lugar Danna se fue con ella y Zoey a vivir, así Justin vendía el apartamento que poseía.

Allison estaba en la cocina de su nueva casa preparando la cena para ella y su marido, el cual estaba muy raro hacia unos días. Se encerraba en su pequeño despacho, donde allí se alteraba y rompía cosas, al igual que se escuchaban llantos de frustración. Pero mas frustrada estaba ella al no saber que le pasaba.

¡Joder!, soy su esposa, debería confiar en mí. Pensó para sí misma.

Tenía así aproximadamente una semana y ella quería saber lo que pasaba, le preguntaba y él le evadía la pregunta con un halago, caricia o beso. Pero ya estaba cansada de mantenerse al margen.

Él sabia que era la hora de cenar y no bajó al comedor, cosa que encontró extraña. Decidió subir hacia donde estaba para llamarlo a cenar, pero mientras se acercaba al despacho escucho un grito de dolor y luego un cristal quebrarse. Entro rápidamente sin tocar y se encontró a su esposo de rodillas con los ojos inyectados de rojo y sus mejillas empapadas en lágrimas. Corrió lo más pronto a su lado y se arrodilló al lado de él, sin saber que le pasaba, le abrazo y arrulló hasta que se calmara.

Por un momento los llantos de Justin eran fuertes y dolorosos, luego fueron cesando hasta dejar leves hipidos, momento que aprovechó para interrogarle.

-Ahora sí me vas a decir que te pasa, sin evadirme la pregunta. ¿Entendido?- su chico asintió -¿Por qué llorabas de esa manera?, ¿Ha pasado algo?

-Hace una semana...me llegó- respiro hondo -Me llegó un comunicado...me necesitan en el frente...tengo que irme a Afganistán.

El corazón dejó de latirle a Allison por unos segundos, luego comenzó a bombearle con fuerza, su cuerpo estaba frío, no se imaginó que esa petición llegaría tan pronto.

-¿Có... mo?- no le salían las palabras.

-Sonny, amor, no me quiero ir, no quiero dejarte. No puedo- le dijo él.

No era consiente del tacto de su marido, le sostenía la cara y la miraba a los ojos. Sus palabras la hicieron salir de su estado de shock.

-No Jus, ni creas que te permitiré eso. Por más que me duela en el alma, no dejaré que tomes esta decisión. ¡Joder!, tú te preparaste para defender a tu país, para estar ahí cuando te lo pidan. No puedes renunciar al juramento de defender la patria por mí. ¡No lo permitiré!

-No, Sonny, por favor, no me pidas eso. No puedo alejarme de ti. No puedo y no quiero.

Las lágrimas caían a chorros por el rostro de ambos, pero Allison no estaba de acuerdo con su esposo, no podía permitirse eso, no seria egoísta.

-Justin O'Connell, te pararás de este piso, tomarás tu uniforme y te presentarás en el fuerte- le ordenó -No te pareces en nada al hombre que conocí, ese era seguro de sí mismo y con deseos de defender su patria. ¡Vamos levántate!, ¿qué esperas?

Vio a su esposo levantarse del piso y ella le imitó. Se secaron las lágrimas y él parecía tener mas fuerza de voluntad. Al parecer sus palabras funcionaron, ella parecía fuerte pero se derrumbaba por dentro. Su esposo la necesitaba, ya habría tiempo de llorar por el dolor.

-Vamos a cenar, amor. Luego hablamos.

Ambos se dirigieron al comedor y cenaron en silencio. Ella pensando en como darle más palabras de aliento.

-Justin, amor, sé cuales son tus miedos, no te voy a negar que esto también me duele, bastante. Pero yo te juro por mi vida, Jus, que te amo, no te abandonaré, te esperaré, cuando vuelvas, que estoy bastante segura que lo harás, yo estaré aquí, esperando por ti para formar una familia contigo.

Las lágrimas volvieron a caer por el rostro de ambos, se miraron a los ojos y se fundieron en un abrazo y luego la besó como si fuera la última vez que lo haría.

-¿Cuando te vas?- le pregunta cuando se separan.

-Dentro de tres días- ella se separó bruscamente.

-¡Justin O'Connell!, ¿cuándo pensabas decirme?- estaba cabreada.

-No te iba a decir, no iba a ir- apartó la mirada.

Suspiró de cansancio, y se abrazó a él nuevamente.

-Te amo, pequeña. Por favor no te olvides de mí- la apretó contra él.

-También te amo, mi Jus, eres lo mejor que me ha pasado, ¿cómo me olvidaría de ti?

Se miraron a los ojos y se fundieron en un beso con muchos sentimientos: amor, tristeza, pasión. Esa noche hicieron el amor como nunca.

Extrañaría su cuerpo bien trabajado encima de el de ella, los músculos de su espalda en tensión bajo sus manos, sus gruñidos tan varoniles y sus gemidos de placer. Pero sobre todo, extrañaría su cuerpo cálido abrazado al de ella en las mañanas, sus buenos días con voz somnolienta y la forma de amarla cada día con la misma intensidad.

-Te amo- dijeron al unísono cuando terminaron. Se acurrucaron y durmieron muy abrazados.

******

Era el día, pronto se iría y dejaría a su mujer sola. No estaba seguro de lo que hacía y se sentía impotente, porque cuando entrenaba estaba dispuesto hacer lo que sea por su país.

Pero al ver a su chica con los ojos rojos y llenos de lágrimas y tristeza, tenía la sensación de mandar todo a la mierda y quedarse con ella. Tenia fe de no durar mucho y volver a casa lo más antes posible y hacerle muchos bebés a su mujer.

Ya con su equipaje preparado sintió el carro oficial del ejercito tocar bocina, miro a Alisson a la cara y avanzó hacia ella para besarla intensamente, ella lloraba y él no quería soltarla, pero no había más remedio.

Se despidió de sus dos terremotos, Danna y Zoey, que también lloraban. Pero su corazón se estrujó más cuando vio a Sara llorando desconsolada, aquella mujer que era su suegra pero la había adoptado como madre. La abrazó fuertemente, y le besó en la frente.

Por último, volvió donde su mujer y la abrazó nuevamente.

-No me olvides, pequeña- la besó.

-No lo haré, mi Jus, Te amo.

-Yo más preciosa.

-¡O'Connell, ya es hora!- grita su general.

-Adiós- tomo su bolso y se montó en el auto.

Mientras se alejaba en el carro puedo escuchar el grito de su mujer.

-¡Nooo!

Amor y Dolor IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora