Capítulo 4/II

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Pasaron una tarde divertida. Zoey había reído mucho, hacía tiempo que no reía de aquella manera, natural y genuina.

Se montaron en los pocos juegos que podían subir con Ryan, jugaron tiro al blanco donde ella ganó dos mascotas de felpa y Jayden pasó vergüenza. Comieron algodón de azúcar, hot-dogs y otras chucherías.

Jayden se sentía tranquilo, en paz. Había olvidado como era pasar un rato agradable, con Danielle no podía hacer esto, ella era muy seria y culta. En cambio Zoey, era dulce, animada, divertida y su aura de niña llama la atención de varios hombres. De los cuales él se sentía celoso.

Era una locura, la conocía de un día. Se repetía a cada rato. Pero los celos no los podía evitar. Y ni hablar de Ryan, para ser muy pequeño, sabía entretenerse y disfrutar los juegos.

Zoey miraba a Jayden divertida, estaba tomando una botella de agua y estaba pálido.

-¿Estás mareado aún?- dijo ella conteniendo la risa.

-No te burles, nunca vuelvo a subirme a esa maquina infernal.

No pudo reprimir más la carcajada y explotó en risas, Ryan la imitó sin saber en realidad que pasaba. Él la fulminó con la mirada mientras trataba de calmar sus nauseas.

Zoey lo había retado a subir a la montaña rusa. Si ella podía comerse más de cinco hot-dogs, él tenia que montarse. Y para su mala suerte ella se comió siete.

Cuando joven se montó una vez y salió mareado y vomitando en un bote de basura, juró más nunca subirse, hasta ahora, por una apuesta perdida.

-Es deprimente, un hombre de treinta y cinco años le tiene miedo a una atracción para jóvenes. Esto es épico- se burló la chica.

-Calla mujer, que pierdo la dignidad frente a tantas mujeres bonitas- respondió mirando a su alrededor.

Aquel comentario no le agradó a Zoey y borró su sonrisa de forma automática. Tomó a su hijo en brazos de la mesa donde estaba sentado.

-Deberíamos irnos, es muy tarde y Ryan debe de dormir- dijo seria.

Jayden no entendió su cambio de humor y se dedicó a obedecerla.

Ella se regañó mentalmente, diciéndose que él era un hombre soltero y podía mirar a quien se le antojara.

-Sí, ya son las ocho. Vámonos- dijo él.

Salieron del parque y él la dejo en su casa, haciéndole prometer que saldrían de nuevo.

****

Pasaron las semanas y ellos se veían de vez en cuando, salían por un café o un helado. En ocasiones iban con Ryan, otras ellos solos.

Todo era color de rosa, o al menos para Zoey que vivía en la ignorancia de su otra vida.

Él le había pedido una oportunidad para ver si surgía algo entre ellos, y ella aceptó, decidiendo que merecía tener una relación.

Él conducía hacia su casa, luego de llevar a Zoey a su nuevo apartamento. Habían tenido una cita y fue una de las mejores que había tenido. La sonrisa de felicidad no se borraba de su cara. Ella le gustaba y poco a poco se calaba en su vacío corazón.

Quien le borró aquella sonrisa fue nadie más que Danielle, que le esperaba para pedir explicaciones.

-¿Dónde estabas, Jayden?- dijo furiosa pero controlándose, él la ignoró -¿Qué dónde estabas, te digo?- comenzó a alzar la voz.

-No te importa.

-¡Claro que me importa, soy tu esposa!

-¡Porque tú no has querido firmar el maldito divorcio!

-¡Ni creas que te dejaré el camino libre para que andes con cualquier zorra, tú eres mío, de nadie más!

-¿Te estás escuchando?, pareces una demente- dijo subiendo a su habitación.

-¿A dónde vas?, no hemos terminado de hablar.

-Pues yo sí terminé y me largo de aquí. No te soporto.

Recogió un poco de su ropa en un bolso y se preparó para irse a su apartamento de soltero. No sabía que hacer, ya le repugnaba estar cerca de ella. A la única que quería a su lado era a Zoey.

-Tú no vas a ninguna parte, Jayden, te lo prohíbo- dijo Danielle desesperada.

-Tú no eres nadie para prohibirme nada.

-Ya te dije que soy tu esposa- añadió con rabia.

-No por mucho tiempo. Adiós.

-Te vas a arrepentir de esto, Jayden Johnson, te lo juro- dijo cuando lo vio alejarse en su auto.

Amor y Dolor IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora