Capítulo 11/IV

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Las noches se habían vuelto pesadas, incómodas y sin poder dormir. Desde que su vientre se hinchó la comodidad había desaparecido en su totalidad. Aún con siete meses de gestación sufría de los infernales vómitos. Pero esa noche en particular había agarrado el sueño con mucha facilidad, hasta en la mañana que todo cambió.

Katie se despertó poco a poco por los repentinos dolores que sentía en su vientre bajo. Como si fueran leves contracciones y se asustó, al mismo tiempo que abrió los ojos de golpe. Con el corazón a toda velocidad, logró ponerse de pie a pesar que se le dificultaba por su enorme vientre, muy grande para ser solo un bebé. Los dolores aumentaron con cada minuto, su respiración agitada y el grandísimo charco que se formó bajo sus pies solo le advirtieron una cosa.

Estaba de parto.

Asustada se agarró la barriga y miró a todos lados, estaba amaneciendo y Amy estaba durmiendo. No podía, no estaba de tiempo. Pero la presión en su entrepierna le decía lo contrario. El bebé llegaría al mundo ese mismo día. Un alarido salió de su garganta por el dolor y la niña se despertó sobresaltada.

–¿Estás bien, mami?– le sonrió para tranquilizarla, no sabía cuantas veces había escuchado esa frase salir de su pequeña, a lo largo del tiempo que tenían encerradas.

–Sí cariño, no te preocupes. Vuelve a dormir.

En ese instante la puerta se abrió y entró la nana, como le llamaba Amy.

–¿Qué pasó?– preguntó alarmada y vio el estado de Katie –Pero no estás de tiempo– la chica negó y vio como Draco entraba enojado a la habitación.

–¿Ahora qué?– bramó disgustado de que lo despertaran.

–Se ha puesto de parto– dijo la mujer.

–Pues vas a parir en esa cama– señaló el mueble donde Amy permanecía –Porque no saldrás de esta casa. Tú, te vas a convertir en matrona, ayudarás a mi hijo a nacer– nana asintió asustada y miró a Katie de la misma forma.

–Tengo que ir a un hospital Draco, por favor– le suplicó –Solo debo de tener veintinueve o treinta semanas, y si no es atendido como se debe, puede morir.

–Que se muera entonces– escupió antes de dar media vuelta y desaparecer por donde llegó.

–Por favor, nana, ayúdala. No dejes que se muera mi hermanito.

La mujer ayudó a Katie a acostarse en la cama, ya había empezado a sudar pero aún no tenía la necesidad de pujar.

–Tranquilas, van a salir de aquí pronto– les dijo en tono cómplice y conciliador.

Amy acarició la panza de su madre y le dio un besito en la frente, Kat solo pudo brindarle una sonrisa tensa.

Ese día sería largo...

***

–Necesitamos ser sigilosos, por eso iremos con las sirenas apagadas. Rodearemos la casa, cabe destacar que es grande y es mucho terreno. Según nuestros informantes hay alrededor de treinta y cinco hombres, contando a Payne. Tienen que ser rápidos, certeros y sobre todo no tener piedad, si han de matarlos pues no duden en apretar el gatillo– Frederick desafió al equipo con la mirada –Una última cosa. Hay una mujer y una niña, las quiero a ambas sin ningún rasguño. ¡¿Entendido?!– gritó.

–¡Sí, señor!

Una caravana de autos de policías salió en dirección al lugar indicado por el oficial King.

***

Eran alrededor de las dos de la tarde. Marcos se encontraba sentado en el porche de su casa junto a Jayden, dos días habían pasado desde lo de la comisaría y no le habían avisado nada.

Amor y Dolor IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora