Capítulo 10/IV

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Un mes...

Un jodido mes donde no sabía nada de ellas, y posiblemente había bajado unos cinco kilos por ello. No comía, no dormía, solo trabajaba y esperaba alguna noticia de la policía. Nunca pensó que una chica le pegaría tan duro, pero pasó y en ese instante solo quería tenerla entre sus brazos. Dos semanas pasaron desde que el detective Fox le prometió que las encontrarían, pero nada pasaba.

Se habían hecho dos investigaciones. Y al parecer no estaban en la ciudad. Buscaron en cada casa abandonada, en cada almacén y galpones de las afueras, justo como ella indicó en la carta, pero no encontraron nada. Algo fatal para Marcos que se sentía impotente.

Le dio un trago al líquido ámbar en su vaso. Sintió el caliente del alcohol bajar por su garganta mientras miraba fijamente un cuadro en la enorme sala de su casa. En eso, sintió un leve sonido, trató de identificarlo y recordó su móvil. Lo tomó y era un número sin identificar, frunció el ceño. ¿Y si era para pedir un rescate?

No creo, se respondió a sí mismo.

Descolgó la llamada y con su usual tono de voz contestó:

–¿Sí?

¿Marcos, eres tú?– su corazón latió con rapidez.

–Amy, princesa. ¿Do... Dónde están?– preguntó nervioso y emocionado a la vez.

No lo sé. Marcos, tienes que ayudarnos, por favor. Cosas feas pasan aquí, mi tía llora todas las noches y eso no es normal. Tengo mucho miedo– la pequeña susurró lo último.

–Tranquila, Amanda– no sabía si eso fue para ella o para él mismo –Concéntrate, yo sé que tu puedes. ¿Crees poder decirme alguna clave de donde están?

No... bueno sí. Según veo por la ventana es una zona de gente con mucho dinero, pero no sé si estamos en Portland. Donde estamos encerradas es una mansión enorme y muy lujosa– dijo en voz baja.

Marcos maldijo. El muy idiota fue astuto, las colocó en un lugar donde nadie se imaginaría buscar.

–Está bien. Ahora dime, ¿dónde está Katie?– preguntó con temor.

Está...– Amy fue interrumpida por un fuerte portazo –¡Estúpida, niña!, ¿con quién demonios hablas?– se escuchó el grito de una voz ronca y masculina –Ya verás...– dijo el hombre y habían sonidos en la línea –No me hagas nada– el sonido tembloroso del habla de Amy alertó a Marcos.

–¡Amy!– le gritó pero la niña no respondía. Por último se escuchó un golpe y se cortó la llamada –No, no, no, no, ¡no!

Sin pesarlo dos veces y con una velocidad extraordinaria, subió a su habitación, se puso ropa, bajó y se dirigió a su auto para ir al departamento policial cuanto antes.

–Esta vez debe resultar algo– habló en voz alta –¡Maldición!– gritó con furia y golpeó el volante –Te encontraré maldito y juro que te mataré con mis propias manos.

***

Draco tiró de un golpe el móvil al suelo y vio a Amy de una manera amenazante.

–Te voy a enseñar– gruñó mientras daba varios pasos hacia ella.

La niña tenía el rostro bañado en lágrimas y sintió mucho miedo. De manera rápida vio que levantó la mano y por instinto cerró los ojos. El golpe llegó fuerte, directo y de lo más doloroso. Su pequeño cuerpo no aguantó el impacto y cayó de lleno al suelo. Llevó su mano a la mejilla y sintió el gran ardor de la cachetada.

Amor y Dolor IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora