Capítulo 9/IV

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Después de una grandiosa noche de pasión, llegó el día siguiente: la realidad, donde ellos tenían prohibido verse.

Eran exactamente las cinco y treinta de la mañana cuando Marcos se marchó del apartamento de Katie. Ahora esta se preparaba para un nuevo día de trabajo y colegio. Sus turnos de la noche habían acabado y volvía a trabajar en el día. Escuchó que tocaban la puerta de manera desesperada, miró el reloj y notó que solo habían pasado quince minutos. Pensando que sería Marcos, se encaminó a la entrada y abrió sin mirar primero quien era.

–Me pregunto a quien mataré primero: ¿a mi querida Amy o al hijo de puta de tu amorcito?– Draco sonrió de una manera siniestra que puso a Katie con los vellos de punta.

–No, por favor, no le hagas daño a ninguno– le suplicó con temor –Haré lo que me pidas, pero no los toques.

–Umm, tentador– colocó su largo dedo sobre su barbilla –¿Qué tanto estarías dispuesta a hacer?

–Lo que tú quieras...

–¡Perfecto! Haz tus maletas y las de Amanda, nos iremos a nuestro nuevo hogar– entró al pequeño apartamento y se sentó en el sofá –¿Qué esperas?, ¡No tengo todo el maldito tiempo!– gritó.

–Pe... Pero, Amy y el colegio, mi trabajo– contestó nerviosa.

–Cariño, no necesitas trabajar, conmigo lo tendrás todo y Amy tendrá educación en casa. Ahora, ¡prepara la maldita maleta!– gritó de nuevo y ella dio un saltito por el susto.

A paso veloz recogió en una maleta pocas cosas de ella y de la niña. Escribió una nota en un papel y corrió a la habitación de su hija. La vio durmiendo con toda la tranquilidad del mundo y le dio pesar perturbar su ignorancia a tan fea situación. Si tan solo tuviera el valor de enfrentar a Draco, las cosas serían diferentes. Pero ella siempre le había tenido ese miedo poderoso, que le privaba de lo que quería hacer en realidad.

–Cariño– trató de despertarla en susurros –Despierta, preciosa– la niña abrió de a poco sus grandes ojos marrones.

–¿Ya es la hora de la escuela?– bostezó.

–No, mi amor, es hora de irnos– Amy frunció el ceño y ella le entregó la nota que escribió.

Llegó la hora, cariño, necesito que tengas tu móvil lo más cerca posible, pero sin que nadie te lo vea. ¿Entiendes? Yo sé que sí, mi vida, eres inteligente y no te preocupes, nada malo va a pasar.

Amanda leyó detenidamente y luego levantó la mirada. Katie puso su dedo en los labios, haciendo un gesto de silencio y la niña asintió.

» –Vamos vístete, nos tenemos que ir.

Ambas se bañaron y se colocaron una ropa. Katie arrojó la nota en el inodoro y lo descargó, Amy guardó el móvil en su mochila púrpura que nunca soltaba, escondido dentro de su oso para dormir. Cuando salieron a la sala, allí estaba Draco con dos hombres más.

–Al parecer decidieron por fin salir– espetó enojado –¿Listas?– ambas asintieron –Procede, Luis– le ordenó a uno de los matones.

El mismo sacó un pañuelo de su bolsillo y lo mojó de un líquido, se acercó a Kat y la obligó a inhalar.

–¡Mami!– se asustó Amy, pero Draco la detuvo.

–Tranquila, preciosa, eso es solo para dormir a tu mami para que no vea a donde vamos, despertará– vio como Katie iba perdiendo fuerzas –Tú serás una buena niña y dejarás que te vende los ojos, ¿verdad?– le preguntó con una mirada amenazante y esta solo asintió.

Amor y Dolor IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora