TRAUMA

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— Bien doc... estoy listo para saberlo.

— Bueno... — El doctor Namjoon lucía nervioso. — Hablé con tu padre, quise hacerlo también con tu madre pero por su situación no me fue posible.

— Ajá. — Decía ansioso tratando de que se diera prisa. —

— Él me contó algo que... tal vez será un poco fuerte para ti.

— No importa lo que sea, solo dígalo por favor. 

— Prométeme que lo tomarás con tranquilidad, yo puedo ayudarte a superarlo con las terapias, sabes que cuentas conmigo. Además esto no es algo que debería decirte sin presencia de algún miembro de tu familia— Realmente empecé a preocuparme. —

— ¡Ya! — Grité. —  Solo cuéntemelo por favor.

— Bueno YoonGi, esa mujer a la que recuerdas es... tu madre. — Me quedé helado. — Fuiste adoptado por tu familia cuando tenías casi cuatro años, eras muy pequeño, es por eso que no lo recuerdas. —

— ¿Es una broma? Porque no me resulta graciosa. — Dije sin poder creerlo. —

— Ojalá lo fuera pero no. — Se puso serio, entonces comprendí que no bromeaba. —

— ¿Mi

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— ¿Mi... madre?.... pero.... ¿y esa pequeña bebé?

— Ella es tu hermana YoonGi.

— Quiero verlas, necesito conocer a mi madre y a mi hermana. — Dije agitado, ya que mi corazón latía al mil por hora de la gran impresión que me causaba esta situación. —

— Es que... eso no es todo... tu madre falleció. — Agachó la cabeza. — Ella tenía una grave adicción a las pastillas. Además llevaba una vida de alto riesgo, se enfrascaba en relaciones violentas y era... promiscua. Tuvo una fuerte pelea con una de sus parejas y él... la mató. — Sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal. —

— Y.... ¿mi hermana?... 

— Ese hombre... las asesinó a las dos. Lo siento demasiado.

— ¡No! ¡No! ¡No! — Grité desesperado. Me levanté del diván y tiré un zarpazo rompiendo una lámpara que estaba a mi lado. — ¿¡Por que no me mató a mi!? —

— No lo sé, tuviste mucha suerte. El departamento de menores te recogió de aquella escena del crimen y te llevaron a un orfanato. Allí te adoptaron tus padres.

— ¿Eso es tener suerte? Yo no lo creo. — Mis ojos derramaban lágrimas al pensar en la carita de aquella bebé y en lo horrible que debió haber sido eso. —

— Si, por algo sigues vivo.

— Toda mi vida me la he pasado intentando morir y he fallado, ni siendo un niño pude morir, eso no es suerte, es una maldición. — Estaba completamente alterado. —

— Me prometiste estar tranquilo, sé lo difícil que debe ser pero por favor tienes que tranquilizarte. 

Poco a poco empecé a inhalar y exhalar tratando de relajarme. A cada respiro que daba sentía como mis pulsaciones se reducían. Me tumbé de nuevo en el diván y entonces sentí como mis pupilas se dilataban. Un recuerdo me golpeó súbitamente. Lo recordé, recordé aquel horrible momento, el asesinato.

Un hombre y una mujer peleaban en la sala, había ruidos de cosas rompiéndose. La bebé lloraba muy fuerte, yo estaba escondido debajo de la cuna con los ojos cerrados, sentía miedo y lloraba bajito, tenía miedo que alguien me escuchara.

Pude oír a mi madre gritar, unos pasos venían hacia donde yo me encontraba, pasos fuertes y pesados, era aquel hombre que se aproximaba a nosotros. Mi madre estaba en completo silencio, ya no podía escucharla más.

Se paró frente a la cuna de la bebé, yo escondido debajo podía ver sus pies, llevaba unas botas de casquillo pero con algunas manchas de sangre. Cubrí mi boca fuerte para no soltar ningún sonido.

Él se acercó a la cuna y de pronto tampoco pude escuchar más el llanto de la pequeña. se giró y cuando estaba a punto de salir por la puerta regresó. Quizás me había escuchado, tenía demasiado miedo así que me hice lo más pequeño que pude y me arrastré hasta el fondo de la cuna.

Él se quedó parado en medio del cuarto pero después de unos segundos de nuevo se giró y siguió su camino saliendo de la habitación y después de la casa. Cuando escuché la puerta de la entrada cerrarse salí de mi escondite para ver lo que había sucedido.

Me paré de puntitas para ver el interior de la cuna y vi que mi hermana tenía una gran almohada cubriendo su rostro, ya no lloraba ni se movía, estaba muerta. Asustado corrí para buscar a mi madre, salí a la sala y la vi.

Ella estaba tirada en el piso con el cuerpo completamente ensangrentado, había un cuchillo también manchado de sangre, cosas rotas, vidrios en el suelo y un gran charco de el mismo rojo líquido que rodeaba el cuerpo de mi madre.

Fui hacia ella y la abracé, la llamaba y la movía tratando de despertarla, pero ella ya no respiraba, su piel de leche se hacía aún más blanca por la pérdida de sangre. Estaba helada y entonces lo comprendí, también estaba muerta.

Me senté en un rincón de la sala, comencé a llorar muy fuerte, estaba solito ¿Que haría ahora? En medio de mi llanto escuché algo, era la sirena de la policía, miré y pude ver las luces que se detenían justo en mi casa.

Esos oficiales entraron forzando la puerta, uno de ellos me miró y me cargó en sus brazos llevándome al interior de la patrulla.

— YoonGi, YoonGi. ¿Estás bien? — Dijo el doctor con preocupación. — Entraste en trance. —

Yo no podía responder, estaba completamente mudo de la impresión, del dolor, de el sufrimiento que me causaba recordar ese terrible momento de mi vida. Pero en ese momento todo tuvo sentido para mi, ahora entendía porque mi madre siempre me hizo menos que a Junki, porque siempre viví rodeado de comparaciones en torno a él, porque me había dicho esas horribles cosas de que hubiese preferido que muriera yo en lugar de Junki, incluso cuando se rajaba las venas y decía "No quiero seguir viviendo sin mi hijo. " Era obvio, yo nunca encajé allí porque no era su hijo, al menos no biológico.



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