Mis muñecas sangraban, lentamente iba perdiendo la noción del tiempo y espacio.
Sentía que mi alma salía por aquellas cortadas, y poco a poco, mi dolor mental fue desapareciendo.
Iba a morir, jamás había estado tan feliz antes, sabía que ya no iba a...
Al despertar me sentía fresco como una lechuga, al parecer Tae tenía razón esa mierda era el paraíso. Pero aún recordaba los efectos en el brazo de Hoseok y estaba seguro de que yo no quería acabar así.
Me levanté mientras Hoseok y Tae estaban aún inconscientes en el sillón, ví que había una piedra de crack sobre la mesa, así que tomé mi pipa y me la fumé para empezar bien el día, lentamente me acerqué a ellos y les tomé el pulso en el cuello para asegurarme de que seguían vivos. Al comprobar que era así salí por la puerta y me dirigí a casa.
En el camino miré a dos tipos en la acera de enfrente, y uno de ellos me pareció conocido. Enfoqué mi mirada para observar con claridad, y por supuesto que me parecía conocido, era el imbécil de JungKook, reconocería su cara de rata en donde fuera.
Pero no esta solo, un tipo lo abrazaba de manera muy cariñosa por detrás, luego se detuvieron y el desconocido comenzó a besarlo apasionadamente.
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No pude soportar el ver esa escena, así que me acerqué rápidamente a ellos y sin decir nada le planté un puñetazo justo en la cara, había estado deseando hacer eso por tanto tiempo, pero nunca había tenido un motivo.
Él reaccionó y me devolvió el golpe, pero solo logró darme de lado no de frente ya que pude esquivarlo. Le planté otros dos puñetazos en la cara, uno de frente y el otro de lado, le dí una patada en el estómago y lo derribé.
Mis instintos y la droga que acababa de consumir me llevaron a desear asesinarlo. Pisé su cabeza lo más fuerte que pude y a punto de darle el segundo pisotón el desconocido me abrazó sometiéndome y alejándome de JungKook.
— Suéltame si no quieres que te mate a ti también. — grité con furia a pesar de ver a JungKook sangrando en el suelo. —
— Tranquilo por favor... Míralo, mira lo que has hecho. Ya es suficiente. — Me dijo llorando el extraño. —
La gente comenzaba a juntarse alrededor del lugar, como pude me zafé del agarre del chico y me acerqué de nuevo a JungKook.
— No mereces a un chico como JiMin, bastardo asqueroso. — Le dije y le escupí encima.
Me fui corriendo de ahí al escuchar que alguien había llamado a la policía. Llegué alterado pero no a mi casa sino a la de JiMin. Toqué la puerta desesperado, mi corazón latía a mil tan fuerte que sentía que se me saldría del pecho.
— Hyung... ¿Que haces aquí?
— ¿Puedo pasar?.... por favor — Dije agitado. —
Entramos a la habitación de JiMin y enseguida le conté todo, lo que había visto y también mi reacción. El menor rompió en llanto al escuchar mis palabras, tal vez debí haberlo dicho con un poco más de tacto, pero la adrenalina del momento me hizo hablar sin pensar.
— Escucha enano... yo de verdad lo siento... pero él no te merecía. — Le dije mientras le daba un fuerte abrazo. —
—Hyung... soy un idiota ¿Como pude creer que él me amaba? Soy un estúpido. — Sollozaba y se pegaba a mi cuerpo. —
— Tranquilo, le di su merecido, te aseguro que lo está pagando caro.
— Gracias hyung, por siempre defenderme, eres como mi matón personal.
— Y.... ¿Eso es bueno? — Solté una risa. —
— Es excelente. — Me miró fijamente a los ojos y lentamente se acercó a mi para depositar un tierno beso en mis labios. —
En ese momento me di cuenta de que ninguna droga que hubiera probado antes se comparaba al sentimiento de ese beso, sentía una alegría inmensa, calidez y frío al mismo tiempo, tranquilidad y como que me elevaba al cielo, simplemente me sentía en el verdadero paraíso.
Pero aunque estaba como drogado en sus carnosos y deliciosos labios debía recordar que el era menor y además que estaba dolido y lastimado, quizás eso era como aprovecharme de él.
— JiMin... espera, tal vez no estás pensando bien las cosas.
—¿Que pasa? acaso... ¿no me deseas más?
— Te deseo... mierda te deseo demasiado.... pero no quiero lastimarte.
— Yo también te deseo hyung, quiero esto. — Me dijo besándome de nuevo, por más que intenté contenerme esta vez me fue imposible, lentamente fui separando cada vez más sus labios para poder colar mi lengua en medio del beso y con sus movimientos provocar también a la suya.
Habíamos comenzado una guerra de lenguas sin detenernos, su boca y sus labios sabían tan bien que solo nos separamos para tomar aire. Después me clavé en su cuello para comenzar a lamerlo, el menor solo echo la cabeza hacia atrás como dándome permiso de comerle todo el cuello.
Estiró una mano y tocó mi ya bien formada erección que ya estaba más que lista para introducirse en él. Mordí suavemente su cuello y él soltó un gemido. Le quité la camisa para seguir besando sus clavículas, él por su parte desabrochó mi pantalón y lo bajó junto con los bóxers de un solo tirón.
En un momento me tiró a la cama y comenzó a besar mi abdomen hasta llegar a mi miembro, ahí sin avisar lamió mi glande, lo cual se sintió como lo más delicioso que jamás había experimentado. Abrió la boca y empezó a devorar mi gordo pene de arriba a abajo. Era espectacular verlo subir hasta mi glande y luego bajar hasta comerse por completo mi polla.
Sentir su boca caliente alrededor de mi miembro estaba volviéndome loco. Muchas veces había soñado con eso, pero vivirlo superaba hasta a el mejor de mis sueños húmedos, de los cuales JiMin siempre era el protagonista.
Me levanté y le quité toda su ropa restante, lo acosté con la espalda pegada al colchón, levanté ligeramente sus piernas y por fin sacié mis ganas, por fin hice realidad mis más sucios y oscuros deseos en los que soñaba con hacerlo mío incluso desde que era un niño.
Acomodé mi pene en su entrada y estaba tan lubricado que de una sola estocada lo hice entrar en su caliente y estrecho ano. Lo dejé adentro un momento para que se acostumbrara a mi, luego comencé a moverme lentamente, a lo cual el menor respondía con gemidos fuertes, haciéndome saber que eso le estaba gustando.
Era excitante ver su cara, sus ojitos cerrados y su boca abierta gimiendo mi nombre, de cuando en cuando se mordía los labios sensualmente y eso a mi me tenía loco, además su cuerpo era excelente, su trasero delicioso, todo era perfecto.
Comencé a embestirlo más fuerte al sentir que ya llegaba al éxtasis, él con su pequeña manita se masturbaba duro, tan duro que se corrió y su caliente semen salpicó todo su abdomen, dejando una vista sumamente deliciosa para mi.
— Dame tu leche en mi boca hyung. — Dijo gimiendo. — Quiero tragármela .—
No iba a negarme de ninguna manera así que saqué mi pene de su interior y lo acerqué a su boca, dejando caer casi de inmediato los chorros de mi semen directo a su lengua, la cual hábilmente los tragaba con gusto.
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Retiré mi miembro, me tumbé a su lado y le di un cariñoso beso mientras lo acunaba en mi pecho. Simplemente lo amaba, estar con él era lo que más deseaba en la vida y ahora por fin se había vuelto realidad.