DECISIÓN

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Abría los ojos solo por pequeños momentos y después regresaba a aquel estado de inconsciencia, estaba realmente mal. Mal es poco, fatal quizás sería más preciso. No tenía idea de cuanto tiempo había pasado, pero cuando lograba regresar un poco veía luz de sol y luego obscuridad, así fue varias veces. Eso quería decir que había estado sedado más de un día.

Al fin llegó el momento en el que pude regresar a la realidad, eso era bueno pero también era una mierda.

— YoonGi... — Pude ver al doctor Namjoon llamándome con su gruesa voz. —

— Mmhhmm... — Solo dije casi sin fuerzas. —

— Has estado sedado por casi cuatro días, es momento de que comas algo o de lo contrario tendremos que entubarte para alimentarte.

— No... — Susurré. — Comeré. —

— Me alegra que cooperes. Veo que ese largo descanso te sirvió para estar más tranquilo. 

No dije una palabra. Nayeon trajo la comida para mi y empecé a comer sin siquiera tener hambre, solo tragaba casi sin masticar para acabar lo más pronto posible. Cuando terminé me quedé con la mirada perdida en la nada, solo con el ruido de mis pensamientos, hundiéndome así en un tipo de trance interno.

— Hola... ¿Te encuentras mejor hermano? — Tae de nuevo vino a verme, pero yo estaba tan perdido que ni siquiera lo escuché. — ¿Yonnie? — Tocó mi mano haciendo que pegara un pequeño salto por el susto. —

— ¿Mmm? ¿Qué? — Dije desorientado. —

— Tranquilo, soy yo. — Dijo amablemente. —¿Estás mejor? —

— No... nunca lo estaré.

— Lo siento mucho, de verdad. — Al escucharlo decir eso mis lágrimas comenzaron a salir de nuevo. —

— Taehyung... por ahora no es lo mejor que estés aquí. — Le dijo el doctor. —

— Oh... bueno, entonces me voy. Solo quería saber que estuvieras bien. — Me acarició la cabeza y se fue. —

— YoonGi, ahora que estás más calmado necesito decirte algo. — Yo solo lo miré en silencio. — Tu padre... él ya fue enterrado. Lo siento pero debido a tu estado mental no era recomendable que asistieras al funeral. —

— Ajá. — Contesté desinteresado y con las lágrimas aún cayendo por mis mejillas. Ya me lo sospechaba cuando desperté después de cuatro días. —

El doctor quiso seguir hablándome pero yo me quede nublado, ya no podía escucharlo más, estaba como adormecido, era ese sentimiento que se tiene a veces, esa sensación de estar soñando. Todo lo que estaba sucediendo parecía totalmente irreal y como sacado de una película de horror, de esas que antes tanto me gustaba ver.

— Veo que aún estás muy perturbado. — Dijo el doctor al darse cuenta de que no lo estaba escuchando. — Bueno te dejaré por ahora, hablamos luego. Serás dado de alta entre hoy y mañana. —

Él salió dejándome solo, quería gritar y revolcarme en el suelo pero me sentía como drogado, mi cuerpo no obedecía a mi cerebro. No sé si era por el sedante o por el dolor pero casi no podía sentir nada, lloraba en "automático" pero mi corazón estaba seco.

Fui dado de alta ese día en la noche, era justo la hora de la cena. Todos estaban reunidos en el comedor pero yo decidí ir directo a la habitación. Me recosté mirando al techo, no sé bien cuanto tiempo pasé así hasta que por fin me quedé dormido.

Abrí los ojos con la luz del sol pegándome directo en la cara. Miré hacia los lado y vi a Taehyung dormido, pero no en su cama. Estaba junto a mi, abrazándome. No sé en que momento llegó allí, no lo sentí acercarse ni sentí sus brazos. Al parecer la tristeza no solo adormecía mi alma sino también mi cuerpo.

Me levanté y fui al baño, me miré al espejo y deseé fervientemente tener una navaja, deseaba rajarme las venas y desangrarme ahí mismo. Pero obviamente ese tipo de objetos estaban prohibidos en el centro, así que me era imposible conseguir una.

Regresé a mi habitación para buscar algo con lo que herirme, no importaba si no moría, quería al menos causarme daño, el mayor daño posible. Quería sentir dolor físico para olvidar mi dolor mental.

Busqué como loco pero no encontré nada, en medio de mi búsqueda al parecer no fui muy silencioso ya que desperté a mis compañeros de habitación.

— ¿Qué pasa?... —Preguntó Holland adormilado. — ¿Qué estás buscando? —

— Nada... regresé a la cama.

— Hermano... no sentí cuando te levantaste. — Dijo Tae. — ¿Qué buscabas? —

— Nada, mierda solo déjenme en paz. — Estaba furioso al no poder encontrar nada. —

— ¿YoonGi?... — Un técnico de rehabilitación me llamó. —

— ¿Sí? 

— El doctor Namjoon necesita verte en su oficina. 

— Ajá... — Él se dio la vuelta y se fue. —

Me dirigí hacia el lugar mencionado, no me imaginaba que era lo que quería pero bueno después de lo sucedido ya nada podía ser peor. Llegué y ni siquiera toqué la puerta, solamente entré y me senté en el diván. Él me miró sorprendido.

— Hola YoonGi. 

— ¿Que pasa?

— Estas acelerado, tranquilízate un poco.

— No. No estoy acelerado pero quiero que vaya directo al grano...

— Bueno, si eso es lo que quieres así lo haré. — Me miró fijamente. — Tu padre pagaba una cuota por tu estancia aquí, como comprenderás ahora que él ya no está no podrá dar esa cuota. Aquí solo hay dos opciones, o trabajas a medio tiempo en algún lugar o estás fuera de aquí.

— Genial, lo que quiero es largarme. Al menos algo bueno salió de esto.

— No puedo obligarte a que te quedes, tu padre firmaba como responsable pero al no haber ningún otro mayor a tu cargo es solamente tu decisión, pero debo recomendarte que permanezcas aquí y continúes con tus tratamiento. Aún no estás listo para salir.

— ¿Un mayor a mi cargo? No lo necesito, no soy ningún niño. Tengo veintidós años.

— No es por tu edad, al ser adicto pierdes la capacidad de decidir, así que otras personas tienen que hacerlo por ti.

— Bueno, mejor deje de preocuparse porque estoy totalmente decidido a irme de aquí.

— Escucha YoonGi, piensa muy bien las cosas, te quedan aún dos semanas hasta que tengas que pagar de nuevo. Te advierto que si cometes otro delito, aún siendo bajo la influencia de cualquier droga irás directo a la cárcel esta vez.

— ¿Eso es todo?... — Lo miré con deprecio. — 

— Sí.

— Ok... entonces con su permiso. — me levanté y salí de allí.

Realmente quería irme, aunque no sabía ni para que. En mi casa no había absolutamente nadie, estaba mejor allí adentro acompañado pero en ese momento no me importaba, lo único que quería era irme, largarme a donde fuera, de preferencia lo más lejos posible de todo y de todos. Al menos salir y poder comprar una maldita navaja, un porro, o una buena dosis de heroína.



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