Mis muñecas sangraban, lentamente iba perdiendo la noción del tiempo y espacio.
Sentía que mi alma salía por aquellas cortadas, y poco a poco, mi dolor mental fue desapareciendo.
Iba a morir, jamás había estado tan feliz antes, sabía que ya no iba a...
El sonido irreconocible para mi había sido el de JiMin entrando por la puerta. Desperté en el hospital, entubado, quise hablar pero obviamente no pude, además el solo hecho de intentarlo me causó un dolor horrible. Miré a mi alrededor y estaba solo. Había unos girasoles en la mesita de al lado de mi cama.
Recordé lo que había pasado y unas lágrimas cayeron por mis mejillas. Intenté jalar el tubo que tenía en la garganta para sacarlo y largarme de ahí, le dí un leve jalón y sentí como si tuviera navajas en la garganta.
— ¿Pero que haces? — JiMin detuvo mi mano. — Tranquilo, ahora estarás bien... te hicieron un lavado gástrico. Para vaciar el contenido de tu estómago y evitar que pasara al resto del tubo digestivo y se absorbiera. — Al decir eso el menor derramó unas lágrimas y tomó mi mano. — Hyung, de verdad lo siento...yo no tenía idea de lo que tú sentías. — Mierda, la puta carta. De seguro la había leído. Sentí como me sonrojaba pero no podía decir nada.
Min Junki apareció en el momento exacto para salvarme de aquella incomoda situación. Pero solo para decirme que me quedaría dos días más en observación y que mañana me quitarían el tubo.
La enfermera llegó y sacó a los dos ya que la hora de visita había terminado. Se despidieron de mi y se fueron.
¿Que putas haría allí dos días? Sería terrible y por segunda ocasión había fallado. Además ahora parecía un patético marica ante JiMin, que vergüenza, había dejado hasta una nota de suicidio y seguía vivo.
Los medicamentos para el dolor que allí me daban funcionaban bien porque pasaba la mayor parte del tiempo dormido, hasta que sin darme cuenta ya era otro día, momento de sacarme los tubos de encima.
Mi garganta estaba lastimada pero ya podía hablar al menos un poco. Lllegó la hora de visita y de nuevo JiMin ahí estaba puntual.
— ¿Como te sientes hyung? —
— Tenía un puto tubo en la garganta... ¿Tú que crees? — Dije sarcástico. —
— Lo siento...
— No lo sientas... es más ¿Que haces aquí? Creí haberte dejado claro que no quería verte más. —
— Yo... yo fui quién te salvó. —
— ¿Salvarme?... ¿Y que quieres?... ¿Que te agradezca de rodillas?... pues muchas gracias JiMin, gracias por traerme a este puto hospital para que me entubaran.
— Yo no lo hice por esperar tu agradecimiento,lo hice porque te quiero hyung y me importas mucho. Decidí ir a tu casa porque en tu voz noté que algo no estaba bien. Y tenía razón.
— Si claro pues ya puedes largarte.
— ¿Porque tienes que ser así? ¿Tan frío y sarcástico siempre? En tu carta suenas tan distinto que hasta empiezo a pensar que tal vez ni siquiera la escribiste tú. ¿O es acaso que tienes que verme con JungKook para que seas un poco amable?
— Callate mocoso, tú no sabes nada sobre mi.
— Sé lo que sientes por mi.
— Yo por ti no siento nada, ya te lo he dicho. Además ¿porque supones que la carta hablaba sobre ti? pequeño egocéntrico existen muchas personas en el mundo.
— Siendo así... no veo el porque sentirme mal de estar con Kookie ¿verdad?
— No, tú puedes hacer lo que quieras.
— Esta bien hyung... si tú lo dices... — Me dió un tierno beso en la frente. — Mañana te darán de alta, iré a verte a tu casa. Te quiero — Me sonrió y salió por la puerta.
Dentro de mi quería gritar, llorar, ir tras él y besarlo. Pero no pude porque estaba postrado en esa cama de hospital y porque aunque hubiera podido no lo haría ya que mi orgullo era más grande que nada.
Si él había elegido estar con JungKook yo no los separaría causándole lástima a JiMin. Aunque de solo escucharlo llamarle "Kookie" y a JungKook "Minnie" se me pudría el corazón y el alma no había absolutamente nada que pudiera hacer.
Seguí durmiendo entre medicamentos hasta que me despertó un doctor. Se veía amable pero con facciones rudas a la vez.
— ¿Min YoonGi?
— ¿Si? — Dije abriendo los ojos adormilado. —
— Mi nombre es Kim NamJoon, soy tu psiquiatra.
— Pero... yo ya tengo un psiquiatra, lo veo una vez por semana.
— Si lo sé y el verte aquí en estas condiciones me hace pensar que es muy bueno ¿verdad? — Vaya médico sarcástico me tocó. — Bueno. en cuanto seas dado de alta voy a verte tres veces por semana, y voy a prescribirte nuevos medicamentos.
— Si, como sea. — Bufé —
— Bueno, me retiro. cualquier cosa que necesites o duda que tengas solo pregunta por mi. — Sonrió, se dio la vuelta y se fue. —
Al día siguiente fui dado de alta y al contrario de la primera vez mis padres y mi hermano estaban totalmente preocupados por mi, cuando llegué a la casa noté que habían movido algunas cosas de lugar. Enseguida me dijeron que ni me molestara en intentarlo de nuevo, que ya habían escondido cualquier objeto punzo cortante, escondido los venenos y pastillas, prácticamente ahora si estaba siendo tratado como enfermo mental.
Ni mencionar a JiMin que se quería pasar todo el día a mi lado. Haciéndome favores, dándome de comer, administrándome mis medicinas, en fin de todo. Debo admitir que aunque dije que no quería verlo más el estar a su lado me ponía alegre y hacía que mis días de reposo no fueran aburridos.
— JiMin... quiero pedirte una disculpa... me porté fatal contigo, mientras que tú has sido un sol conmigo. Muchas gracias... y esta vez lo digo de corazón. — Le dije cabizbajo y tragándome todo mi orgullo. —
— No pasa nada hyung, sé que me quieres aunque no seas capaz de demostrarlo. Y yo también te quiero y me encargaré de que estés bien. Yo siempre estaré para ti. — Me dijo con una sonrisa. —
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mierda, este niño era fabuloso, simplemente no había conocido a nadie así, tan frágil pero tan fuerte a la vez, a pesar de mis insultos él seguía sonriente. Probablemente si yo hubiera sido él jamás hubiera perdonado a alguien como yo. Pero el era demasiado ángel para un demonio como yo.