ARREPENTIMIENTO

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Pasó una semana desde aquella discusión con mi padre. La verdad es que había sobre actuado pero ya casi lo había olvidado por completo, Ahora solo esperaba que regresara para pedirle una disculpa.

EunWoo y Jin habían terminado por aquella infidelidad cometida por parte de el mayor, aunque Jin insistió en que no me sintiera culpable, él me dijo que había sido su culpa por ceder ante el placer carnal que le había ofrecido JungKook. Pero aún así no podía evitarlo. Sabía que mi bocaza era lo que había destruido la relación.

Jin seguía buscando a EunWoo para volver con él, yo esperaba que en realidad le diera una segunda oportunidad para así poder calmar mi consciencia.

Fuera de eso todo en el centro transcurría de manera rutinaria, sobre los sueños que me atormentaban creo que tenía razón pues al confrontar a mi padre y con la ayuda del doctor Namjoon habían desaparecido casi por completo. 

Me encontraba jugando con Taehyung y Holland un juego de mesa, el famoso Monopoly. La verdad es que no tenía mucha suerte pues tenía muy pocas propiedades y siempre caía en las casillas de pagar.

Ellos por otro lado siempre caían en cobrar. Los dos estaban muertos de risa por mi mala racha, mientras que yo empezaba a enojarme. Nunca he sido muy buen perdedor.

— Váyanse a la mierda. Si siguen burlándose ya no jugaré más. — Sentencié. Aunque los dos siguieron riendo sin importarles mi amenaza. — ¡Ya verán como les ganaré y haré que se traguen sus risas! — Dije enojado. —

Tiré los dados y caí en pagar en una propiedad de Holland. Ambos estaban ahogándose en sus risas, al parecer eso les resultaba muy gracioso. Me paré enojado y le aventé el dado en la cabeza a Taehyung.

— ¡Auch! — Se quejó sobándose. — Tranquilo hermano es solo un juego. Dijo sin dejar de reír. —

De pronto noté que varios técnicos de rehabilitación, el director del centro y el doctor Namjoon me miraban con caras serias y un poco angustiadas.

De inmediato me acerqué y le sobé el lugar del golpe a Tae. Pensé que iban a reñirme por ese comportamiento. Pero aún después de sobarlo seguían teniendo la misma cara.

— YoonGi... Necesito hablar contigo. — Al fin el doctor Namjoon se acercó a mí y me haló del brazo levantándome de la silla y llevándome con él. —

— ¿Que pasa? — Dije preocupado. —

Él no contestó, solo me conducía por los pasillos. Al parecer me llevaba a su oficina. Cuando llegamos allí abrió la puerta y entramos. Su cara era de consternación total.

— Hubo un incidente... 

— ¿Incidente?... ¿De qué?... 

— El director del centro me pidió que fuera yo quien te lo dijera ya que considera que lo manejarás mejor.

— ¿Decirme que?... — Carajo, ya estaba alterado y aún no sabía de que se trataba. — Dígalo de una vez. Me está poniendo nervioso. —

— Siéntate por favor.

— No, solo dígamelo. — Sabía que cuando te decían "siéntate" antes de darte una noticia no podía ser nada bueno. —

— Que te sientes. — Me empujó hacia el diván haciendo que me sentara. —

— Ok ya estoy sentado.... ¿Ahora qué? — Mi corazón latía muy rápido. —

— Tu padre... tuvo un accidente. 

— ¿¡Qué!? ¡Mierda! — Me levanté del diván. —

— Siéntate. — Dijo empujándome de nuevo. — Escucha quiero que conserves la calma. —

— ¿Dónde está él? Necesito verlo.

— Cállate y escúchame YoonGi. Él estaba en un viaje de negocios, su carro se quedó sin frenos y chocó en la carretera. Él no sobrevivió. — Dijo con voz quebradiza y agachando la cabeza. —

— ¡No! ¡No! ¡No! ¡Mierda! ¿¡Por qué!? ¿¡Por qué!? ¿¡Por qué!? — Estaba totalmente alterado y en shock. Me levanté del diván pero enseguida caí al piso por la impresión. Sentía que me faltaba el aire, mi vista empezaba a nublarse. Estaba teniendo otro ataque de pánico. —

— YoonGi. Respira, de nada sirve ponerse así, sé que te duele pero....

— ¡Váyase a la mierda! ¡Usted no sabe nada! — Le grité furioso y con una tristeza inmensa. — ¿¡Acaso es su padre!? ¡No lo es maldito bastardo! !No se atreva jamás a decir que me entiende! — A cada palabra que decía perdía más oxígeno y todo se veía más obscuro. Estaba a punto de colapsar. —

— Espera, llamaré a la enfermería. — Tomó el teléfono y empezó a marcar. —

— ¡No llame a nadie! ¡Déjeme morir! ¡Eso es lo que me merezco! ¡Soy una mierda! — Fue lo último que alcancé a gritar antes de desmayarme. —

Abrí los ojos y me encontraba en la enfermería con un suero en mi brazo. Taehyung, Nayeon y el doctor Namjoon estaban allí mirándome fijo. Los tres hicieron cara de alivio y tristeza cuando desperté.

— Hermano... — Se acercó Tae. —

— Lárgate, déjame solo. Es más déjenme solo los tres. Váyanse a la mierda, solo me tienen lástima, no necesito la compasión de ninguno de ustedes trío de desgraciados. — Seguía furioso. —

— YoonGi. Tranquilízate o tendremos que ponerte un sedante. — Advirtió el doctor. —

— ¡No me importa! ¡Haga lo que quiera! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! Ahora mi padre está muerto, no me queda nadie en el puto mundo. ¿¡Cree acaso que es para menos!? ¡Váyase a la mierda! — Mis ojos no paraban de derramar lágrimas, de dolor, de tristeza, de rabia, pero sobretodo de arrepentimiento. —

Nayeon miró al doctor Namjoon y este asintió con la cabeza. Ella se acercó a mí e inyectó un líquido en mi suero que hizo efecto casi al instante. Empecé a sentirme mareado y somnoliento. Era un maldito sedante. Pronto no pude hablar más, cerré los ojos y me quedé dormido.

¿Que se suponía que iba a hacer ahora? Mi padre estaba muerto, mi hermano igual, mi madre en el psiquiátrico con la mente perdida. Mi familia biológica igualmente muerta. ¿Acaso todos los que me rodeaban tenían que acabar mal? Definitivamente yo era un foco de maldiciones.

Su muerte me dolía de una manera impresionante, pero lo que más me dolía y me lastimaba era recordar las últimas palabras que le dije. Esa última vez solo pude decirle "déjame en paz... para siempre" "no quiero volver a verte ni hablarte". Vaya que es cierto ese dicho que dice "Ten cuidado con lo que deseas", era horrible, mi padre murió pensando que yo lo odiaba.

Si tan solo no hubiera sido tan estúpido y orgulloso podría haberlo llamado y disculparme. Pero pensé en hacerlo la próxima vez. Pero ahí fue cuando me di cuenta de que la vida no da segundas oportunidades, de que no siempre hay una próxima vez.




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