DESPEDIDA

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Me di cuenta que había dormido un buen rato, ya era la hora del funeral de Junki y yo seguía en mi casa en fachas. Me dispuse a cambiarme con el smoking empolvado que solo utilizaba de vez en cuando, en ocasiones importantes o en cenas familiares. Odiaba ese traje, simplemente no era mi estilo, aunque a Min Junki le encantaba y siempre me decía que por fin lucía decente con él puesto.

Abrí el closet y lo vi allí bien planchadito y colgado. Lo tomé, le di una sacudida, solté un suspiro y me lo puse. Me di una última mirada al espejo y salí rumbo a la casa de JiMin para recogerlo tal y como habíamos acordado que lo haría.

Cuando llegué me estacioné afuera de su casa y lo llamé por teléfono para avisarle que ya esta allí esperándolo. En menos de 1 minuto salió por la puerta vestido muy elegante.

Se veía tan hermoso que mi corazón latía con fuerza solo de verlo, su cara era preciosa, su cuerpo entallaba perfectamente ese traje, extraordinaria sonrisa y sus hipnóticos ojitos terminaban de darle el look perfecto

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Se veía tan hermoso que mi corazón latía con fuerza solo de verlo, su cara era preciosa, su cuerpo entallaba perfectamente ese traje, extraordinaria sonrisa y sus hipnóticos ojitos terminaban de darle el look perfecto.

Lo miré embobado como si él fuese lo único que existiera en el mundo, y es que para mí lo era. Recordé las falacias que me había contado Taehyung y me di cuenta que solo eran eso precisamente falacias sobre mi hermoso y perfecto Jiminnie.

— Hola hyung... llegas un poco tarde. — Me dijo sonriente dándome un beso tierno, que para mi eran los mejores. Sentir sus carnosos y sexys labios presionados junto a los míos me hacía sentir amor, y protección.—

— Si, lo sé amor, lo siento... me quedé dormido. — Dije tratando de sonar lo más convincente posible. No me gustaba mentirle a mi Jiminnie pero tampoco podía decirle que en verdad había estado drogándome con Taehyung. —

— Ay hyung. — Me dio un beso en la frente. —

Arranqué el auto y nos dirigimos a la capilla de velación en donde seguramente ya se encontraba mi padre y el cuerpo de mi hermano. Al llegar había mucha gente, más de la que hubiera pensado.

Eso a la vez me dio alegría, saber que Min Junki fue tan querido en vida y tenía tantos amigos. Por un momento no pude evitar preguntarme si el día que yo muriera habría tanta gente. No lo creo, prácticamente nadie me quería.

Me encontré con varios familiares que me detenían para uno por uno darme un abrazo diciéndome que lo sentían mucho y todas las tonterías que se dicen por compromiso en un funeral. Ellos no lo sentían al menos no como yo. Mierda era mi hermano el que estaba en ese ataúd.

JiMin y yo nos abrimos paso entre los dolientes hasta que llegamos al lado de mi padre. Al mirarme me abrazó y comenzó a llorar, Debió estar demasiado dolido ya que estaba llorando en frente de toda la gente que ahí se encontraba. Sentí como que solo me había esperado para poder descargar su dolor en mi hombro.

Yo lo abracé fuertemente, haciéndole sentir que a mi también me dolía pero debía ser fuerte. Para ese momento yo aún tenía algo del efecto de la droga en mi, así que me sentía como adormilado más que triste. Como entumecido de los sentimientos.

Así pasamos varias horas conversando con los familiares lejanos que solo te topas en alguna tragedia de este tipo. Yo presentaba a JiMin con todos como mi novio, estaba muy orgulloso de tenerlo a mi lado y quería que todos lo conocieran.

Finalmente llegó el momento que tanto había tratado de evitar toda la noche, el momento de acercarme al ataúd para despedirme de mi hermano. Tenía mucho miedo de cual podría ser mi reacción. No quería verlo allí tendido por última vez. Quería recordarlo con vida, no metido en esa caja y verlo a través de ese cristal.

JiMin tomó mi mano y me hizo una seña con la cabeza dejándome saber que ya era tiempo de acercarnos. Apreté fuertemente la mano del menor y aún con todo y mi miedo lentamente comencé a acercarme.

A cada paso que daba más cerca de aquel ataúd más sentía como mis ojos se cristalizaban con las lágrimas a punto de brotar. No quería llorar enfrente de toda esa gente alguna conocida, otra no tanto y otros más completos desconocidos.

Sentía como si todas las miradas estuvieran puestas en mi, pero ya no había vuelta atrás. Di el último paso hasta llegar a él. Lentamente bajé la mirada y entonces pude verlo, ahí estaba con sus ojos cerrados, tal parecía que dormía, se veía muy apacible.

No pude resistir el mirarlo así y tal y como me lo sospechaba me derrumbé, dejé caer todo el peso de mi cuerpo encima de su ataúd, pegando mi cara a aquel cristal que me separaba de mi hermano, que me impedía darle un beso o abrazarlo.

Mis lágrimas no cesaban y gritaba de dolor y coraje. Debí haber sido yo, no él, yo debería estar ahí dentro. A mi nadie me lloraría ni sufriría de la manera en que lo estaban haciendo por él.

Sentí que me desfallecía, vi una oscuridad apoderarse de mi vista y luego me desmayé. Desperte casi al instante, pero ya me rodeaban JiMin y mi padre, poniéndome alcohol en la nariz para que recobrara el conocimiento.

Ya no volví a acercarme a Junki en toda la noche, pero no pude evitar pasarla llorando con JiMin a mi lado abrazándome y dándome palabras de aliento, que en esos momentos no parecían tener ningún sentido para mi.

Al día siguiente en la misa y el entierro aún no me resignaba y sentía mis ojos hichados y calientes pero por más que quería no podía seguir llorando. Sentía que se me habían acabado las lágrimas. Me sentía seco, del cuerpo y del alma.

Cuando bajaron el ataúd de Junki al hoyo en el panteón arrojé un ramo de girasoles sobre él, aquella vez que me había intoxicado con pastillas, él me había llevado unos girasoles y los había puesto junto a mi cama ya que eran las flores favoritas de ambos.

Cuando bajaron el ataúd de Junki al hoyo en el panteón arrojé un ramo de girasoles sobre él, aquella vez que me había intoxicado con pastillas, él me había llevado unos girasoles y los había puesto junto a mi cama ya que eran las flores favoritas ...

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Miré como su ataúd se perdía lentamente entre la tierra. Enterrando mi corazón y mi alegría junto con su cuerpo.




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