ESPERANZA

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Me fui a la habitación con las palabras del doctor NamJoon rondando en mi cabeza. En el fondo sabía que él tenía razón, no estaba preparado para abandonar el centro, prueba de ello era que ya estaba deseando cortarme y drogarme. Aunque odiaba admitirlo quizás debía permanecer allí pero no quería, solo deseaba irme y no regresar jamás.

Me senté en la cama junto a Taehyung que se encontraba allí. Lo miré y sentí una especie de calidez que no había sentido desde que murió mi padre. Sin pensarlo dos veces lo abracé, apoyé mi cabeza en su hombro y mis lágrimas empezaron a brotar a chorros. Lo apreté fuerte y él me rodeó con sus brazos, dándome palmaditas como si yo fuera un bebé.

— Vamos hermano... déjalo salir... sshhh todo estará bien. — Me decía mientras acariciaba mi cabello. —

— Gracias Tae... — Dije después de aquel momento de debilidad tan repentino y raro en mi. —

— No me agradezcas, para eso estamos lo amigos. — Me dedicó una de sus hermosas sonrisas cuadradas haciéndome sentir mejor. —

— YoonGi. — Exclamó de pronto Holland parado en la puerta. — JiMin está esperándote abajo. —

Mierda es cierto, entre tantas tragedias había olvidado al menor, él de seguro me haría sentir bien, siempre me alegraba verlo. Me levanté de la cama de un salto, le alboroté el cabello a Tae y bajé a prisa.

Como siempre lo busqué con la mirada entre las mesas y la gente, pero ésta vez no pude encontrarlo. De pronto sentí unas manitas cubrir mis ojos por detrás de mi cabeza, sabía que era JiMin, esas manitas regordetas y lindas solo podían pertenecer a él.

En un movimiento rápido invertí la posición, quedando así de frente abrazados. Miré su tierna carita de niño y besé sus rozados y gruesos labios. Lo besé de una manera intensa, introduciendo mi lengua en su boca.

— Hyung... — Dijo el menor separándose para tomar aire. — ¿Estás bien? —

— Ahora que estás aquí, sí, estoy excelente Jiminnie. — Contesté acariciando su barbilla. Joder lo había extrañado demasiado. No me cabía la menor duda de que lo amaba.

— Yo... lo siento mucho, quise verte antes pero no me lo permitieron. Me alegra que ya estés bien. Me asusté mucho al saber que estuviste internado tantos días, te amo y no sé que haría si algo llegara a pasarte. — Me abrazó fuertemente, como un niño que busca protegerse de una tormenta en el regazo de su madre. —

— Todo estará bien Jiminnie... Yo nunca voy a dejarte. Me da gusto que estés aquí, la verdad es que he estado pensando mucho en que debería irme de aquí, pero luego llegué a la conclusión de que sería inútil pues realmente afuera no tengo a nadie. Pero soy un idiota, te tengo a ti, la persona más especial del mundo, si estoy contigo no necesito a nadie más.

— ¿Eso quiere decir que.... vas a salir de aquí? — Me miró con sus ojitos esperanzados y una linda sonrisa. —

— Si, me largo de aquí. Bueno en dos semanas.

— Excelente hyung. — Su rostro se iluminó. — Por fin podremos vivir juntos y llevar la vida que siempre hemos querido. —

Podía sentir como mi seco corazón poco a poco empezaba a bombear de nuevo, aunque a cada latido me causaba un dolor indescriptible, como recordándome que no estaba curado, recordándome cada herida que llevaba por dentro. Pero al menos podía sentirlo latir y eso ya era algo.

Era increíble como la sola presencia de JiMin podía causar eso en mi, ahora me aferraría a él como una tabla de salvación. Tenía que vivir y salir por él, lo había perdido todo y a todos, excepto a él. 

— Ven, vamos afuera. — Lo tomé de la mano y lo conduje al patio que a esas horas estaba completamente vacío.

Cuando llegamos allí lo empujé bruscamente contra la pared, no sabía bien el porqué, pero en ese momento estaba ardiendo en lujuria. Podía sentir mi miembro palpitar fuertemente. Metí una de mis piernas en medio de las del menor, separándolas con fuerza.

Tomé su cabeza por detrás y lo besé, sosteniendo fuerte su cuello para evitar que se alejara de mí. Mi lengua rápidamente entró a su boca, él sin dudarlo contestó mis movimientos con la suya.

Bajé una de mis manos y la deslicé por el cuerpo de JiMin, tocando su espalda, abdomen y finalmente poniéndola sobre su miembro, que estaba ya muy duro. Le dí un apretón y él soltó un gemido que fue ahogado por mi boca.

— Hyung... — Dijo el menor casi sin aliento. — ¿Y si alguien viene? —

— No me importa, de cualquier manera ya casi me voy de aquí. Quiero cogerte aquí mismo y eso es justo lo que haré. 

— No, espera... no quiero meterte en problemas.

Lo miré fijamente y vi la perfecta forma de sus labios rosas, recordé lo bien que se sentía tener su cálida y húmeda boca rodeando mi gordo pene, que al verlos palpitaba con más y más fuerza.

— Si no quieres que tengamos sexo, entonces hazme un oral. Necesito liberarme cariño. Estoy ardiendo, tú me tienes ardiendo.

— Está bien. — Aceptó sin siquiera hacerse del rogar. —

Excelente, eso había sido rápido. No podía esperar así que sin dudar ni un segundo más el menor se hincó frente a mi. Yo bajé el cierre de mi pantalón e hice a un lado mi bóxer para liberar mi miembro ya muy lubricado y así por fin introducirlo en la boca del menor.

JiMin abrió bien la boca y hábilmente tomó mi pene de la base para así meterlo todo en su húmeda cavidad. Woow no recordaba que él fuera tan hábil, pero movía su lengua de una manera que hacía que sintiera que iba a correrme en ese mismo instante.

No podía hacer nada más que echar mi cabeza hacia atrás y disfrutar de aquella chupada tan extraordinaria que JiMin me estaba dando. Aunque sabía que podían descubrirnos me era imposible no gemir, era tanto el placer que sentía que no me importó.

El menor seguía metiendo y sacando mi miembro de su boca, aumentando cada vez más la velocidad. Hasta que llegó el punto en que no pude resistir más y si pensarlo me derramé por completo en su boca. JiMin por su parte, tragó mi semen gustoso. Me miró y sonrió relamiéndose los labios.


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