VIOLENTO

584 50 0
                                    

Ese día JiMin no volvió a la clase. Por mi parte cuando llegué a casa seguía sintiéndome una mierda completamente, no dejaba de pensar en sus ojitos llenos de lágrimas y en lo estúpido que había sido. Es decir el era un niño y yo lo lastimé sin motivo alguno.

Me puse a hacer mis tareas y luego a dibujar para intentar olvidarme de JiMin pero al contrario la inspiración fluía enteramente para él. Recordé su pequeña e infantil mochila de Hamtaro y comencé a dibujar.

Le hice al pequeño un dibujo de el regordete hámster con la intención de entregárselo al día siguiente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Le hice al pequeño un dibujo de el regordete hámster con la intención de entregárselo al día siguiente. A modo de disculpa.

La mañana llegó y como siempre yo había llegado temprano, más que todos. Puse el dibujo en la mesa del asiento que había ocupado el menor el día anterior. Esperando a que llegara y lo mirara.

Pero al llegar este a clase solo me miró y agachó la cabeza. Se fue de largo y ocupó otro asiento casi en la fila de atrás. Entendí inmediatamente el gran daño que le había provocado.

Tomé el dibujo y lo guardé en mi mochila con un sentimiento de decepción y algo de tristeza. Ese era yo Min YoonGi el que siempre lo jodía todo. En la clase pude notar por los murmullos de mis compañeros que se burlaban de la infantileza del menor.

Sentí mi sangre hervir de coraje, y solo pude apretar los puños. Yo estaba siendo exactamente igual que ellos, un simple espectador de como destruían a ese niño y no hacía nada en absoluto.

El maestro salió del salón y pude ver como un grupo de chicos se acercaba a JiMin. Comenzaron a molestarlo y a golpear su cabeza, tomaron su mochila y la vaciaron en el suelo, todos reían a carcajadas de su desgracia.

Era extraño que me llenara de rabia por un simple desconocido, ni siquiera era mi amigo, pero no sé porque tenía una necesidad de protegerlo. Veía mucho de mi en él.

- ¡Déjenlo en paz! ¿Porque no se meten con alguien de su tamaño? ¿Que les ha hecho para que se metan con él?- Dije firmemente mirando con desaprobación a los abusones

-Vaya vaya... miren quién está defendiendo al crío... es el niño suicida. Muérete YoonGi y esta vez asegúrate de lograrlo.

No pude reprimir más mi rabia y sin pensarlo le di un puñetazo justo en la mandíbula al tipo que estaba insultándome. Cayó al suelo por la sorpresa y yo me subí en él para seguir golpeándolo. Era como si todo mi sufrimiento reprimido estuviera siendo descargado en ese muchacho.

Lo golpeaba una y otra vez, sentía mis nudillos arder de la fuerza de mis puñetazos pero no podía detenerme. Escuchaba a las niñas del salón gritar pero a lo lejos, entré en un tipo de trance.

Veía como su cara sangraba por todos lados. Ya ni siquiera hacía esfuerzos por defenderse. De pronto alguien me jaló, alejándome del tipo. Salí del trance y miré bien, ya no se defendía porque estaba inconsciente, mis manos estaban manchadas de su sangre al igual que mi camisa blanca. Su rostro igualmente ensangrentado.

Cuando volví a la realidad miré que era mi profesor el que me había detenido de seguir propinándole semejante golpiza. Como era de esperarse, fui expulsado sin ningún tipo de excusa.

Min Junki fue a recogerme a la escuela para llevarme a casa. Y a dar la cara ya que mis padres se encontraban trabajando como siempre. En el camino hacia mi hogar no dije una sola palabra. La verdad es que hasta yo estaba sorprendido de la golpiza que le había dado al muchacho. Quizás me había excedido, si no hubiese llegado el profesor tal vez podría haberlo matado ¿Ahora además de suicida era un asesino?

Llegando a casa bajé rápidamente del auto y entré directo hasta mi cuarto. Tiré mi mochila a un lado y me recosté en la cama a pensar. Todo era culpa de ese mocoso JiMin si no lo hubiera defendido nada de esto habría pasado. Debí haber dejado que se defendiera solo, como todos nosotros.

Me quedé dormido entre mis pensamientos. Hasta que tocaron la puerta de mi habitación logrando así que me despertara.

- ¡Vete! - Grité sin preguntar ni siquiera quien era. -

- Hyung. - Dijo una voz ajena a mi familia del otro lado de la puerta. Me levanté de un salto y abrí la puerta para así toparme con JiMin. -

-¿Que carajos estás haciendo aquí? ¿Como entraste? ¿Como sabes donde vivo?

- Lo siento hyung, pregunté tu dirección en la escuela y tu hermano me permitió pasar hasta acá, ya le expliqué lo que pasó... yo le dije que golpeaste a ese chico para defenderme.

-¿Y a ti quién te dio permiso para contarle algo a mi hermano?

- Yo... lo siento - Agachó la cabeza. De nuevo yo estaba siendo un cretino con él. -

- Bueno... ya no importa. ¿A que has venido?

- Quería agradecerte, por defenderme... yo pensé que me odiabas, pero veo que tenía razón y eres amigable.

- Si claro, bueno no te sientas tan importante, hubiera hecho lo mismo por cualquiera. - La verdad es que jamás hubiese movido un dedo por nadie, pero ese niño era especial para mi. -

-Hyung... ya que fue mi culpa que te expulsaran prometo venir todos los días después de la escuela a verte y a darte una clase de lo que aprendamos en la escuela.

-¿Que? ¿Una clase? Já ¿Y a ti quien te dijo que yo quiero clases de un niño como tú?

-Bueno... sino vendré aunque sea a hacerte compañía. Estoy en deuda contigo.

- Como quieras niño, seguramente terminarás aburriéndote.

- Jamás me aburriría de estar con mi héroe. - Me dijo aferrándose a mi brazo y con su sonrisa desaparecedora de ojos. -

- Quítate- Dije zafándome de su agarre al sentir mis mejillas ruborizarse ante la acción del menor. - Oh por cierto... toma. - Saqué el dibujo de Hamtaro de mi mochila y se lo extendí para que lo tomara. -

-¿En serio es para mi hyung? - Sus ojitos brillaban como si acabara de recibir el mejor regalo de su vida por un simple dibujo. No me quedaba la menor duda que aún su inocencia y su capacidad de asombro estaban intactas.-

- Si, yo quería disculparme por lo de ayer, no debí tratarte tan rudo. Aunque no es mi culpa que seas un pequeño niño llorón. -

-Gracias de verdad, está hermoso. - En ese momento su celular sonó provocando que el chico lo sacara de su pantalón y mirara la pantalla. - Demonios, ya es muy tarde, debo irme hyung, mi madre debe estar preocupada. Muchas gracias... de verdad. - Se abalanzó hacia mi dándome un abrazo. Para después salir corriendo de allí.

Yo me quedé allí inmóvil y ruborizado. No sabía muy bien que había sido eso pero hace mucho que nadie me daba un abrazo y se sentía muy bien. Tanto que por primera vez en años pude olvidar mi depresión por un momento y sonreír.









DEPRESSEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora