REVELACIÓN

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Al día siguiente, Hoseok vino a ayudarme a deshacerme de mi "problema".  Él me contacto con algunos de sus amigos y al fin vendí lo que había hurtado la noche anterior.

Conseguí el dinero suficiente para sacar a pasear a mi querido Jimin, e incluso para comprarle algunas cosas en el centro comercial. Me resultaba gratificante poder hacerlo felíz.

Ver su enorme sonrisa al complacer sus antojos y comprarle ropa nueva, era la mejor sensación del mundo para mi, nada en el mundo se comparaba con la felicidad que irradiaba de los ojos del menor.

Él me pagaba a cambio con caricias y mimos. No tuve el valor de quitarle esa alegría, no podía hacerle eso, así que no tuve opción que seguir delinquiendo para costear la cara vida que el menor deseaba.

Me compré también con el dinero que "ganaba", un equipo completo para hacer mejor mi "trabajo". Eso incluía una navaja real, ahora no era solo un palo afilado, también llevaba un pasamontañas para que nadie mirara mi rostro.

Seguí haciendo lo mismo por aproximadamente 8 meses, hasta que un día pasó lo inevitable... Jimin me descubrió.

Había tomado la rutina de meterme a bañar después de dar mi respectiva caminata nocturna. Entre mi ropa sucia envolvía mi botín, y en la mañana temprano lo recogía antes de que el menor despertara.

Pero esa noche estaba especialmente cansado, dormí muy profundamente y no pude despertar temprano. Para mi mala suerte, ese día Jimin se dispuso a lavar la ropa, y entre la mía, encontró mis tesoros.

- ¡Pero que mierda es esto?

El grito de Jimin y un golpe en la cabeza me despertó.

- ¿D-de que hablas?- Dije nervioso. -

Miré lo que me había arrojado, era una cadena de oro, para ser preciso, una de las que estaban en las cosas que había robado la noche anterior.

- ¡No te hagas el idiota! encontré estas cosas entre tu ropa. - Dijo molesto. - Esto son cosas de mujer... - Me miró con rabia. - ¡Acaso estuviste con alguna zorra? -

- ¡Claro que no! - Repliqué al instante y me puse de pie. - Yo jamás te haría algo así. - Tomé su mano pero él se zafó de mi agarre. -

- Sí claro, entonces dime ¿que carajo estás haciendo con esto?

- Bueno... - No quería decirle la verdad, pero no podía dejar que creyera que estaba engañándolo con una chica -

- ¡Dime que mierda es esto, sino lo haces me largo ahora mismo! - Amenazó. -

- Bien... Voy a decírtelo. - Suspiré pesado. - Yo... He estado haciendo algunas cosas que no son del todo legales ni correctas. - Agaché la mirada. -

- ¡No me mientas! Pero si no quieres decírmelo bien, entonces adiós. - Se giró y se dispuso a salir. -

- No, espera por favor Jiminnie, te juro que nunca te he engañado. - Tomé su mano para devolverlo hacia mi. -

- ¡Entonces dímelo mierda! ¿Con que perra te has estado revolcando Yoongi?

- ¡Carajo! - Grité molesto. - ¡Escúchame! -

- No quiero hacerlo, suéltame. - Luchaba por liberarse. -

- ¡He estado robando entiendes? Mierda, no es tan difícil de entender. -

- ¡Has estado robando? - Gritó histérico. - ¡Mierda Yoongi, eres un maldito imbécil! ¿No te cansas de cagarla? -

- Yo... Lo hice por ti. - Tomé su mano y derramé algunas lágrimas, joder... No quería perderlo. -

- ¡No me vengas con tonterías!

- Es verdad, lo juro, es por ti que hago todo esto, por verte felíz... Eso es lo único que deseo en la vida... Dime ¿en este tiempo... acaso no te he dado todo lo que deseas? - Tomé sus manos de nuevo. -

- S-sí. - En esa pequeña palabra, él parecía haber comprendido todo. - Pero... ¿Y si alguien te descubre?

- No lo harán, soy muy precavido. - Dije confiado. - Todo estará bien, tal y como hasta ahora. - Lo besé. - Solo confía en mí.... Por favor Jiminnie. -

- Yoongi. - Su cara cambió de pronto, de una de consternación total, a otra muy diferente. - Yo... Está bien... Solo que no te atrapen, y si lo hacen, olvídate de mí, yo diré que no tengo nada que ver con eso, es más, diré que ni siquiera te conozco. Entiendo que lo haces por el bien de ambos, pero no voy a dejar que arruines mi vida, como has hecho con la tuya hasta ahora. - Esbozó una pequeña sonrisa que me causó escalofríos. -

No sabía bien que significaba esa risita en la boca del menor, pero de alguna manera me sentí triste. Es decir, se suponía que me amaba, y esperaba al menos que me pidiera que parara, pero estaba claro que él prefería su comodidad económica antes que mi seguridad. También estaba claro que yo seguiría haciendo lo necesario para que todo siguiera igual, para poder pagar sus lujos y mantenerlo a mi lado.

No dijimos más sobre el tema y él puso las cosas sobre el buró de la habitación, luego se fue tarareando una melodía e hizo como si nada hubiera sucedido. Verlo actuar tan fríamente me causaba una clase de conflicto emocional, pero mejor así, cada quién podría seguir con sus respectivos papeles, tal y como ahora, él como mi príncipe y yo como su proovedor.

Tal y como los otros días, vendí la mercancía robada, todo iba bien pues Jimin estaba felíz con los lujos, y yo felíz de que él lo estuviera. Al final todo estaría bien mientras yo siguiera cumpliendo con mi responsabilidad económica.

Así pasaron aproximadamente 15 días. En uno de esos, me encontraba solo en casa, Jimin se había ido a su clase de danza y yo estaba muy aburrido. Pero de pronto, un suceso inesperado me sacó de la rutina.

Mi celular empezó a sonar. Miré la pantalla y me quedé helado cuando vi que el nombre era "Tae" eso era imposible, pues adentro no se nos permitía tener teléfono.

- ¿B-bueno? - Respondí. -

- Yoonie, hermano. - La voz de Taehyung me hizo sentir un escalofrío. -

- ¡Tae! ¿dónde estás?

- Adivina.

- Espera.... ¿Te dieron el alta?

- Sí ¿no es genial? - Se echó a reír. - No te lo dije porque quería darte la sorpresa, por cierto, que bien te ves con esa camisa roja. -

- ¿Dónde estás? - Me giré y lo vi parado afuera, mirandome por la ventana y sonriendo. -

Joder, había extrañado tanto a Tae, no podía creer que al fin estuviera libre.

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