CONSUMO

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Había perdido cualquier esperanza romántica con JiMin, pero aún asi decidí conservar su amistad que tanto bien me hacía, aunque tal vez toda la vida seguiría enamorado de él.

El menor seguía saliendo con JungKook, tenían ya varios meses de relación, pero no solo eso, sino que ahora además en ocasiones yo formaba parte de ellos, salíamos al cine, a comer, a fiestas ya que al parecer el mocoso "Kookie" si era popular a diferencia de nosotros dos.

El menor seguía saliendo con JungKook, tenían ya varios meses de relación, pero no solo eso, sino que ahora además en ocasiones yo formaba parte de ellos, salíamos al cine, a comer, a fiestas ya que al parecer el mocoso "Kookie" si era popular a d...

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En una de esas fiestas a las que asistía solamente por estar al lado de JiMin conocí a varios chicos, dos que especialmente marcaron mi vida para siempre Taehyung y Hoseok.

En esas fiestas usualmente JiMin y JungKook estaban todo el tiempo juntos besuqueándose, yo por supuesto moría de celos, así que me distraía bebiendo en exceso para olvidarlos. Pero llegó un momento en el que beber no era suficiente para olvidar mi miseria.

Taehyung y Hoseok eran unos drogadictos sin remedio y entre mi borrachera una vez no me pareció mala idea probar la marihuana, lo hice y me encantó, pero eso solo fue el inicio de mi vida de drogadicción.

Empecé con marihuana, pero terminé tomando cocaína, éxtasis, cristal, crack, y todo lo que me hiciera olvidar. Eso me funcionó muy bien un tiempo. Hasta que JiMin me descubrió inhalando cocaína. 

— ¿¡ Que carajos crees que estás haciendo Min YoonGi!?

— JiMin... yo... — Dije limpiándome la nariz. —

— JiMin nada... no puedo creer que estés drogandote con estos imbéciles. — Por primera vez pude notar un tono de voz alterado en el tierno menor. —

— Solo fue esta vez — Era mentira ya que llevaba varios meses haciéndolo. — Lo juro. —

— No, no me jures nada, ¿Sabes que YoonGi? si quieres morirte hazlo yo no puedo detenerte, pero de verdad no sabes lo mucho que me duele verte hacer esto.— Salió de ahí con una mueca de tristeza en su cara. —

Mierda en verdad yo no quería lastimarlo, pero llevaba meses cortándome los brazos para luchar contra mi depresión, alcoholizandome y nada parecía funcionar. Pero ahora con las drogas en verdad sentía que olvidaba todo, esa sensación que me daban de que toda mi vida era irreal me daba cierta tranquilidad.

No podía dejarlo ni siquiera por JiMin y realmente sentía mucho hacerlo sentir tan mal pero eso era lo único que podía hacer al respecto.

JiMin se fue de la fiesta y yo fui directo a casa después de inhalar varias líneas. Al día siguiente tenía cita con el doctor Namjoon. Asistí puntual para que no pareciera nada raro, sino todo lo contrario, quería aparentar normalidad y tranquilidad.

— Hola Yoongi ¿Como vas?

— Bien, fantástico, en realidad todo está mucho mejor, me siento más tranquilo.— Dije con una falsa sonrisa. —

— Mmhhmm... ya veo. Yoongi, yo soy psiquiatra desde hace años y no es tan fácil que puedas mentirme, tienes una ojeras tremendas bajo tus ojos, estás demasiado delgado y tu cara se ve chupada. Sé perfectamente que no estás bien, pero soy psiquiatra no adivino así que no puedo saber que es exactamente lo que te sucede, y si tú no quieres contármelo no puedo obligarte. Parte de mejorar además de tomar tu medicación también es tu voluntad.

— Ya le dije que estoy bien. En serio.

La hora de consulta transcurrió practicamente en intentos del doctor para hacerme decirle la verdad, pero eso era la verdad, estaba bien, más que bien, estaba perfecto. O al menos eso era lo que creía yo.

Cada vez me salía más caro drogarme, y como yo no hacía nada era más que lógico que mis padres no me darían dinero.

Así que decidí tomar la única opción que me quedaba, decidí robar a mis padres. Subí al cuarto de mi madre y vacié su joyero en busca de algo costoso, no me fue difícil encontrarlo ya que ella era una mujer a la que le gustaba mucho presumir lo que tenía en sus joyas y forma de vestir.

Encontré un anillo con una gran piedra en él, y me fui directo a venderlo, me costó un poco que lo aceptaran porque viéndome con esa cara de drogadicto y ese anillo tan caro era obvio que lo había robado. Al parecer nadie lo quería hasta que me topé con una viejecita a la que probablemente no le pareció sospechoso y por fin pude venderlo.

Apenas tuve el dinero en mano me fui a la casa de Taehyung, el vivía solo y se mantenía de robos, desde pequeño su madre lo había abandonado con sus abuelos pero al morir estos él había quedado completamente solo.

Hoseok también estaba ahí y justamente se dirigía a comprar mercancía para drogarnos, así que le entregué mi dinero y el partió a su misión. Cuando llegó pude ver que esta vez había traido algo que yo no había probado jamás. Era heroína. 

— Hoseok... ¿Que carajos es esto?

— Ay novato. Esto es el cielo — contestó Taehyung frotándose las manos muy emocionado. —

— Así es, esto es un poco más caro... pero vale la pena al cien porciento. — Dijo Hoseok arrimando a la mesa de centro unas jeringas. —

Taehyung sacó una porción y la puso sobre una cuchara, acto seguido comenzó a quemarla por debajo con un encendedor. La droga que antes parecía una piedrecilla se disolvió hasta quedar en un estado completamente líquido.

Hoseok acercó la jeringa y con ella absorbió la droga, estiró su brazo, se subió la manga de la camisa y pude ver claramente las marcas negras y semi infectadas que tenía, supongo yo que por inyectarse tanto. Pero a él no le importó, ya que se la inyectó sin dudar en el mismo lugar putrefacto.

 Pero a él no le importó, ya que se la inyectó sin dudar en el mismo lugar putrefacto

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— Carajo Hoseok... yo no voy a inyectarme esa mierda. — Dije firmemente al verle el brazo. —

— Vamos, no seas marica. — Dijo Taehyung dándome un codazo. — Que esto es el paraíso. —

Instantáneamente después de haberse inyectado Hoseok quedó entre dormido o desmayado en el sillón, se veía que efectivamente relajaba pero aún así me daba miedo.

— ¿Él está bien? — Le pregunté a Tae 

— Que si hermano que si, tú solo relájate y disfruta. Anda dame tu brazo. Que es la primera vez y seguro que la cagas, esta vez yo te inyectaré y ya para la próxima lo haces tú.

Aún con miedo extendí el brazo, ya que eran más mis ansias de droga que mi temor. Solo sentí un pinchazo leve, no dolía tanto como pensé. Seguido de eso una sensación cálida recorrer todo mi cuerpo. Cerré los ojos y no supe más de mi.

DEPRESSEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora