OLVIDO

138 18 2
                                    

Recostado y abrazado al cuerpo del menor pude notar un olor a alcohol cuando abrió la boca, pude saber que había bebido por aquel aroma que emanaba de él.

Pero ya no importaba, ya le había dado un castigo por todo aquello. Dormí profundamente aferrado a él. Me sentía en completa calma teniéndolo junto a mi.

No sé bien cuanto tiempo pasó hasta que él se movió y yo desperté.

- ¿Q-qué... Qué h-hiciste? - Dijo con dificultad y empezó a llorar mientras tocaba su rostro. -

Al mirar su cara hinchada y casi deformada por los golpes, al fin pude sentir la culpabilidad invadiendo mi mente. Me sentí la peor persona del mundo.

- Yo... Lo siento Jiminnie... Perdí el control. - Lo abracé más fuerte y besé su frente a manera de disculpa. -

- Te odio. - Se removió para zafarse de mis brazos. - Esto se acabó Yoongi, nunca creí que serías capaz de hacerme esto. - Sollozaba. -

- ¡No! - Lo apreté más fuerte para que no pudiera liberarse. - Perdóname pequeño, por favor. - Supliqué. -

- Jamás voy a perdonarte. - Seguía tratando de esquivar mis caricias. -

- Si me dejas te juro que voy a matarme. - Solté sin pensar. - Solo dame la oportunidad de demostrarte cuanto te amo, esto fue solo un error, un tropezón ¿quién no la ha cagado alguna vez? Lo hice porque te amo, y no soporto la idea de pensar en ti con alguien más. - Trataba de justificarme. -

Lo giré hacia mí y lo sometí. Tomé fuerte sus brazos y subí a su cuerpo. Miré sus ojos fijamente y lo besé. Aquel era un beso cargado de disculpas, arrepentimientos, tristeza, pasión, amor, y furia.

Todas mis emociones reprimidas se expresaban en aquel beso sin necesidad de decir alguna palabra.

- Yoongi... - Se resistía. -

- Te amo Jimin. Te amo tanto que no sé como vivir sin ti, tú eres todo lo que deseo en este mundo, eres lo único por lo que vale la pena seguir viviendo. No me dejes por favor... Eres todo lo que tengo. - Derramé algunas lágrimas ante la idea de que el menor pudiera abandonarme. -

- Yo... - Seguía besándome. - Te amo Yoongi, pero... -

- No mi amor, sin peros. - Empecé a tocar su cuerpo por debajo de la camisa. - Tan solo olvidemos esto por favor, lo único que importa es lo mucho que te amo, te juro que no volverá a suceder, pero es que me aterra la idea de perderte. Eres mi mundo Jiminnie. -

- Hyung... - Una erección empezaba a formarse en los pantalones de Jimin. -

- Shhh... No digas nada... Solo dime que me perdonas... Dime que vas a quedarte conmigo, dime que todo está bien entre nosotros. - Lo besaba con más desespero, colando mi lengua en su boca y mis manos en su pantalón. -

- T-te perdono. - Dijo al fin. - Te amo mucho y confío en ti. - Eso era todo lo que necesitaba escuchar. -

Mis manos quitaron su camisa y luego desabrocharon su pantalón. Empecé a devorar su cuerpo desde el cuello hasta el abdomen, quería comérmelo por completo, quería sentir que era mío y solo mío.

Entre los dulces besos que repartía por su torso, pude notar algunas marcas violáceas, parecían ser chupetones, pero igual no me detuve. Porque no importaba con cuantos hombres estuviera, yo lo amaba, y al final del día siempre regresaba a mí. Un consuelo estúpido, lo sé, pero pensar eso me daba cierta tranquilidad y un enorme sentido de pertenencia.

Llegué hasta su vientre y bajé su pantalón junto con el boxer. Tomé su erección entre mis manos y empecé a lamer su duro miembro. Sabía tan bien... Joder... ¿Cómo sería posible seguir adelante sin tener su cuerpo? Era algo impensable, yo era más que adicto a él.

Fui metiendo centímetro por centímetro su longitud en mi boca. Con una de mis manos acariciaba su trasero y su entrada, que se abría gustosa ante mi tacto sobre ella.

Yo mamaba con más intensidad haciendo que el menor gimiera y me tomara por el cabello, a la vez que dos de mis dedos ya jugueteaban en su interior.

- Jiminnie... - Dije sacando su pene de mi boca para tomar aire. - Dime que eres mío. -

- Lo soy... Soy completamente tuyo... Solo tuyo y de nadie más. - Decía entre gemidos. - Tómame ahora hyung... -

- Sí pequeño... Voy a hacerte sentir que eres solo mío. - Gruñí al escucharlo suplicar que lo follara. -

Le di la vuelta con cuidado y liberé la erección que yo tenía encerrada hacía ya un buen rato. Eso fue un gran alivio, pues mi pene estaba ya tan duro que dolía al pegarse contra las costuras del rígido pantalón de mezclilla.

Levanté su trasero y lo tomé por las caderas. Mi miembro húmedo se restregaba en sus nalgas. Lo tomé por la base con una de mis manos y lo acomodé en medio de ellas. Apunté a su entrada y empecé a moverme suavemente,

Podía sentir como su estrecha cavidad se expandía justo al tamaño de mi gordo pene, dándole entrada a mi glande y haciéndome jadear roncamente, mis jadeos eran acompañados por los gemidos del menor.

- Ahh... Yoonie... Mmmhhh... - Lloriqueaba Jimin. -

Empecé a embestirlo con desesperación y de manera poco amable, quería romper su hermoso culito en dos, quería destrozarlo. Me aferraba a sus caderas para llegar más profundo.

Tomé su cabello y lo halé hacia atrás con fuerza, le di unas cuantas nalgadas sin dejar de embestirlo, verlo retorcerse y escucharlo balbucear algunas palabras sobre "lo mucho que le dolía" me ponía a mil.

Me incliné sobre él y empecé morder su espalda, tomé su miembro entre mis manos y lo masturbé rítmicamente.

No pasó mucho antes de que pudiera sentir su caliente semen entre mis dedos, su cuerpo se apretaba por el orgasmo. Ahogando así a mi pene que seguía moviéndose en su entrada.

Lo tomé de nuevo por las caderas y lo penetré de la manera más dura posible. Al final mi cuerpo cedió a su estrechez, combinado con sus gemidos y el sonido de mis testículos chocando contra sus nalgas. Eso era el paraíso. Mi paraíso.

DEPRESSEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora