Capítulo VIII

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Después de cambiarme los chicos ya estaban esperándome para cenar.

—Está muy rico. —Heechul dijo mientras tragaba el bocado que tenía en la boca.

—La próxima vez espero cocinarles algo yo misma, aunque no soy una buena cocinera como Leeteuk y Shindong. —dije algo avergonzada.

—Lo estaremos esperando con ansias. —Yesung me regaló una mirada muy tierna, no podía entender como un niño tan tierno tiene semejante vozarrón.

—Bien... ¿Alguien quiere probar este bebé? —Heechul preguntó levantándose de la mesa para enseñar el regalo que les había traído.

—¡Yo! —Tal y como lo había predicho, Shindong y Heechul serían los más beneficiados de todo esto.

—No se queden hasta tan tarde que Aysel tiene que madrugar para ir a trabajar. —Siwon les advirtió a los dos poniendo una cara seria, aunque en realidad de seguro se estaba aguantando la risa.

—Voy a lavar los platos y luego iré a la cama. —Esta vez me aseguré de que nadie me ganara, no quería que pensaran de que me estaba aprovechando de ellos.

—De acuerdo. —Suspiró Leeteuk—. Yo iré secando y guardando. —Sabía que no podía quedarse quieto.

Volteé para buscar las cosas que se encontraban sobre la mesa y me di cuenta de que Donghae ya no estaba, no quise preguntar para que no se hicieran una idea equivocada, así que volví a mi tarea.

—¿Te fue bien en el trabajo? —Siwon preguntó colocándose a un lado mío, no lo sentí por lo que cuando habló y lo sentí tan cerca pegué un respingo, a lo que él rió en respuesta junto a Leeteuk.

—No me esperaba tener tantos clientes cuando llegué después del almuerzo por eso me olvidé de avisar, básicamente no tuve tiempo. —Seguí lavando con los ojos puestos en los platos.

—Todos estábamos muy asustados y ansiosos desde esta mañana. —Leeteuk habló en un tono serio pero tranquilo a la vez.

—Lo siento, a veces se me da por gritar para liberar todo el estrés que cargo —explicaba avergonzada—, y esta mañana tenía mucho en mi cabeza por lo que estallé. Claro olvidé que ya no vivía sola. Lamento haberlos preocupado. —Ni loca les decía que fue porque estaba pensando en Donghae.

—Ahora ya sabemos que estas algo loca. —Siwon bromeó para alivianarme un poco la vergüenza.

—Bueno —dije terminando de lavar todo—, ahora si los dejo. —Sequé mis manos y caminé hasta la puerta de mi cuarto—. ¡Hasta mañana! —grité para que todos me escucharan.

—¡Hasta mañana! —Me respondieron y siguieron cada uno en sus cosas.

Cuando cerré la puerta prácticamente caí rendida sobre la cama. Intenté cerrar los ojos y dormir pero no pude. Di vueltas de un lado al otro, fui al baño, tomé un poco de agua, conté ovejas, pero nada.

Tomé el celular entre mis manos y puse mi canción preferida en el reproductor: Seattle de Sam Kim, caminé hasta el ventanal, lo abrí y la brisa primaveral del bosque me envolvió en un agradable abrazo; sin pensarlo me senté en el suelo con mi espalda apoyada al vidrio, coloqué el celular sonando a mi lado y levanté la vista para ver el hermoso manto estrellado.

—¿No sabía que te gustara Sam? —Esa voz tan particular hizo que girara mi cabeza en su dirección, y ahí estaba Donghae con su cabello recogido en una media cola y un cuaderno junto con un lápiz en sus manos.

—¿No sabía que estabas aquí? —dije sin darle mucha importancia y seguí mirando el cielo.

—Quería aprovechar la vista para inspirarme en las letras del nuevo álbum. —Sin pedir permiso se sentó a mi lado y al igual que yo levantó la vista al cielo.

—¿Y pudiste encontrarla entre las estrellas? —No dejé de mirar el cielo.

—Encontré algo mejor. —contestó dirigiendo su mirada hacia mi.

—¿De verdad? —pregunté ilusa—. ¿Qué? —Quería saber qué cosas lo inspiraban, quería conocerlo un poco más.

—A ti. —Sus palabras salieron torpemente de su boca, en sus ojos se podía ver el nerviosismo y la sinceridad. Yo simplemente no supe qué responder.

Me quedé como una idiota sin decir nada, solo mirándolo mientras la canción sonaba una y otra vez. Donghae comenzó a acercarse lentamente y yo no tenía lugar hacia donde huir.

—Es la primera vez que siento esto por alguien, por una extranjera. —Su voz temblaba un poco pero sus palabras eran claras.

—A lo mejor es la emoción de algo nuevo, quizás es pasajero y sea porque estas experimentado algo que antes no habías hecho. —Traté de ser lo más racional que la situación me lo permitía.

—Estoy seguro de que es algo más. Cuando estoy cerca de ti mi corazón no puede dejar de acelerarse, no me siento cómodo en cómo te miran los hombres en tu trabajo y mucho menos en cómo te miran los demás miembros, solo quiero estar a tu lado. —Cada palabra que decía la cercanía aumentaba y la distancia de nuestros labios se acortaba.

Sin avisarme con sus manos suaves y delicadas tomó mi rostro y sostuvo su mirada con la mía. En ese momento el mundo a mi alrededor se detuvo y mi corazón dejó de latir. Podía sentir sus labios casi rozando los míos, su aliento dulce se mezclaba con el mío.

—¡Donghae! ¿Dónde estas? —Eunhyuk interrumpió todo con sus gritos y Donghae retrocedió volviendo a ser el mismo chico tímido y simpático de siempre, y no el hombre maduro y decidido de hace apenas unos segundos.

—¡Voy! —gritó poniéndose de pie para salir lo más rápido que pudo de mi lado, total yo estaba ahí como un potus.

Al ver que se perdía entre las luces de la casa me di cuenta de que tenía que respirar y solté todo el aire que estaban conteniendo mis pulmones. Miré al cielo nuevamente, me puse de pie y entré de nuevo a mi cuarto, a partir de ahora salir por el ventanal se había vuelto una tarea peligrosa que tendría que evitar hacer en cualquier momento.

El negro del cielo se estaba marchando dando paso a un rojo intenso, un rojo como el de mis ojos por no poder pegar uno solo en toda la estúpida noche y todo ¿por qué? Por culpa de la estúpida declaración de Donghae que hizo que mi corazón pensara algo que de seguro no era cierto.

Miré la hora y eran casi las cinco de la mañana, aun era temprano pero el cielo estaba empezando a aclarar. Supuse que nadie se habría de levantar todavía, me moví lentamente hacia el baño para lavarme la cara y cepillarme los dientes.

Busqué en el armario mi ropa deportiva, un short y un top camuflado. Coloqué mis zapatillas, me até el cabello en un moño alto, y puse el celular en el brazalete de mi brazo derecho. Abrí con cuidado la puerta de mi habitación para no despertar a nadie y cuando corroboré de que no había nadie levantado todavía caminé en cuclillas hasta la puerta del frente que se hallaba sin llave, de seguro se olvidaron de cerrar anoche.

Una vez afuera, levanté los brazos para estirarlos e inspiré profundo para renovar mi oxígeno y mi vida. Lo solté lentamente y comencé a correr por el bosque.

Como era costumbre mi reproductor solo tenía música de los grupos de K-pop como así también algunas baladas de los solistas. Decidí escuchar las canciones de Stray Kids, un grupo reciente pero que tenían canciones muy motivadoras.

Corrí y corrí tratando de dejar atrás los recuerdos de anoche, pero todo era en vano. No quería creer que él estuviera hablando en serio, cómo alguien tan importante como él se fijaría en alguien tan común como yo. De seguro estaba bromeando y hoy volvería a cómo fue al principio.

Con ese pensamiento seguí corriendo hasta que mis piernas me pidieran volver a casa. Hoy también sería un día largo.

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