Capítulo XC

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Por fin podría descansar de todo sufrimiento, ya no necesitaría ver en mi cuerpo los rastros de la pesadilla con Elian, por fin sería libre.

—¡Despierta! — Una voz gritaba a lo lejos. Es que no se da cuenta de que ya no quiero escuchar a nadie.

—¡Despierta! —Otra vez la misma palabra pero con otra voz diferente. Al parecer mi consciencia se negaba a dejarme partir.

—¡Te necesito! —Fue lo último que escuché, después solo sobrevino el silencio absoluto.

El silencio pareció expandirse por mucho tiempo, y con el silencio la oscuridad llegó, una tan profunda como nunca antes había experimentado.

Algo me impulsó a abrir los ojos pero se sentían cansados y pesados, sin embargo, una especie de brillo aparecía haciendo desaparecer todo lo negro de mi alrededor para encontrarme en una habitación completamente blanca.

Me costaba asimilar lo que estaba viendo ¿quizás sea esto una especie de purgatorio? O tal vez el infierno no era tan negro como lo hacían parecer.

La luz era tóxica, daba directo a mis ojos por lo que molestaba. Quise mover mis manos para cubrir mis ojos pero noté que estaban conectados a finos cables, eso me alarmó por lo que comencé a moverme desesperadamente tratando de safarme de ellos.

De la fuerza que estaba haciendo me arranqué algunos provocando que mis brazos sangraran. Sin quererlo golpeé uno de los aparatos que estaban detrás de mi y grité del dolor. De inmediato la puerta se abrió de par en par y un hombre de bata junto con una mujer ingresaron para calmarme.

No conocía a esas personas por lo que me puse nerviosa y solo logré calmarme cuando lo vi entrar. Su rostro estaba completamente pálido y desfigurado, como si hubiera pasado mucho tiempo sin dormir, podía notar la grieta en sus labios, estaban secos, Donghae parecía completamente otro hombre, no habían rastros de aquel pez tímido y dulce que me enamoró.

—¡Aysel! —gritó tras verme siendo tomada por el hombre y la mujer para correr hasta mi y envolverme en sus brazos apretándome fuertemente.

—¿Hae? —pregunté y llamó mi atención ver como mi voz casi no salía.

—¿Por qué? ¿por qué lo hiciste? —repetía una y otra vez sin soltarme. Mi hombro comenzó a humedecer se y eso me hizo dar cuenta de que él estaba llorando.

—No quiero seguir con la tortura de Elian en mi mente y en mi cuerpo. No creo poder amarte como es debido. No creo que pueda seguir a tu lado. —Ahora era yo quien dejaba libre mis lágrimas tras soltar aquellas palabras con sabor amargo.

—¿Piensas que yo puedo vivir sin ti? ¿Piensas que me importan esas marcas en tu cuerpo? —Hae ahora sostenía mi rostro mirándome a los ojos—. Pues lo que hizo Elian en tu cuerpo me importa una mierda. Te amo a ti no a tu cuerpo, amo quien eres cuando sonríes, cuando lloras y hasta cuando te enojas. Amo el brillo en tus ojos y el perfume que dejas en mi cada vez que estamos juntos. Amo cada caricia, cada mirada, cada roce. Te amo por dentro y por fuera, te amo por quien eres y por quien me haces ser a tu lado. —Cada palabra que salía de su boca dolía pero también me hacía inmensamente feliz—. Saldremos de esto juntos ¿de acuerdo? —Buscó en mi una promesa que me apresuré a aceptar con un leve movimiento de cabeza.

Me aferré a sus palabras, me aferré a su amor.

(...)

Por fin me dieron el alta luego de haber estado tres días internada en observación. En mi estancia ahí comencé terapia con una psicóloga que se especializaba en personas que habían pasado por un hecho traumático.

Los chicos me contaron que Donghae al ver que no contestaba su llamados a la puerta vio el agua salir y se desesperó por lo que terminó por romperla. Todos se asustaron al verme debajo del agua por lo que inmediatamente llamaron a una ambulancia. Y terminé hospitalizada porque en el camino al hospital convulsioné por lo que pensaron que se debió al agua que entró y la falta de oxígeno, así que para corroborar que estaba todo en orden me dejaron tres días en observación.

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