Capítulo XXXII

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Si me detenía a pensar claramente sobre las sensaciones que los siete generaban en mi, Donghae era el que más se sentía diferente, especial. Con el resto de los chicos creo que era más la emoción de estar con ellos y la sorpresa por sus reacciones que otra clase se sentimientos, aunque no voy a mentir que más de una vez me he saltado un latido de mi pobre corazón ante sus declaraciones o besos.

—¿Y bien? —Lena me secó de mis pensamientos, estaba tan sumergida en ellos que no recordaba lo que me había preguntado o lo que estábamos hablando.

—¿Y bien qué? —pregunté de lo más normal.

—Pregunté qué tiene de especial el de pelo largo ¿por qué es diferente para ti? —Estaba completamente emocionada, no se qué es lo que ella sacaría de todo esto pero no me daba buena espina.

—Si lo supiera sería todo más fácil ¿no crees? —Señalé lo obvio.

—Es verdad, pero algo debe haber por lo que te hace decir que él es diferente. —Mila, extrañamente, también estaba demasiado emocionada con lo que estaba pasando.

—No se cómo explicarlo, cómo ponerlo en palabras que puedan entender. —dije rascando mi nuca debido a la frustración.

—Es evidente que los siete se sienten atraídos a ti por alguna razón... —Mila explicaba con cuidado—, pero el que tiene el cabello largo muestra no solo una mirada distinta hacia ti sino también su actitud corporal cuando estas cerca es diferente a la del resto. —Terminó por hablar, y si en verdad quiso aclararme las cosas la verdad es que solo me dejó aún más confundida.

—No entiendo a lo que se refieren, para mi la actitud de todos es la misma, hasta los celos de Heechul que pensé que solo él los sentía, Siwon también me hizo saber que los tenía.

—Aquel día que aparecieron por primera vez en el Café, apenas llegaron la intensidad con la que te miraba era diferente —Lena hablaba tratando de apelar a mi sentido de observación—, si bien los demás trataban de disimular que no te conocían él jamás apartó la vista de tu lado, incluso en las escaleras, si no te hubiera estado observado estoy segura de que no podría haberte sostenido, y por el contrario hubieras rodado por las escalera o al menos haber dado un buen espectáculo. —explicó y en cierto punto pude encontrar la lógica en su razonamiento.

—La verdad —dije tomando aire y recostando mi cabeza ahora en el sofá negro de segunda mano de mi amiga—, todo esto es bastante surrealista para mi. A veces despierto pensando que todo fue un sueño, pero al instante alguno interrumpe en mi habitación haciéndome saber que es real, que ellos están en mi casa. Y gracias a ellos, aunque parezca algo tonto, por primera vez siento que mi casa posee ese calor tan particular que tienen los hogares y no las simples casas. —Terminé por explicar mientras cerraba los ojos brevemente y podía ver sus rostros sonrientes esperando por mi.

—Eso es porque se te ocurrió irte a vivir en medio de la nada y separada de nosotras por lo que con el trabajo se nos hace imposible ir a verte seguido, la casa pasa mucho tiempo sola y no hay vida en ello. —Sabía que Lena tenía razón pero no quería aceptar que ese fuera el único factor que marcaba la diferencia entre un hogar y una casa.

—¿Ha pasado algo más con los dos que no mencionaste? —Mila se había dado cuenta de que no había mencionado ninguna declaración por parte de Heechul y de Shindong.

—La verdad es que Heechul hasta ahora solo se ha demostrado bastante celoso y posesivo, a veces es como si fuera un niño reclamando atención, pero hay momentos en los que demuestra ser un hombre serio y atento, supongo que aún no ha tenido la oportunidad de mostrar su lado más maduro debido a que los más jóvenes acaparan todo el tiempo la atención. —expliqué pensando bastante serio porqué no había avanzado tanto como los otros cuando es uno de los integrantes más seguros a la hora de encarar a una chica.

—¿Qué pasó con el gor... con el robusto de esta mañana? —Lena en verdad luchó para no mencionar la palabra gordo en una oración.

—¿Te refieres a Shindong? —pregunté muy divertida.

—Si ese mismo. —dijo alegre porque no la había retado—. No me culpes por no aprender sus nombres, no estoy interesada en aprender otro idioma que no sea el castellano. —Se excusó comiendo un poco de helado, porque ahora ya íbamos por el postre aunque ya habían pasado alrededor de tres horas desde que habíamos llegado.

—Pero si el castellano es nuestro idioma. —reí ante su comentario.

—Si, pero aún es difícil. —Ahora Mila era quien reía a mi lado.

—Estuve en una cita con él durante esta tarde. —Pude por fin hablar luego de reír ante las ocurrencias de mis amigas.

—¡¿Una cita?! —gritaron las dos mientras yo le hacía señas a ambas para que bajaran la voz o despertarían a mi pequeño repollo y ahí las mataría a las dos por interrumpir sus preciosos sueños.

—Si, quería agradecerle por ser comprensivo conmigo. La verdad es que Shindong no se enoja si le presto más atención a alguno de los chicos que a él, siempre me está cuidando de una manera muy tierna, y es el único que no se enojó por haberle dado mi número a Ryeowook. —No estaba segura de si pudieron comprender a lo que me estaba refiriendo.

—Un momento. —Mila me detuvo y con sus dedos comenzó a contar algo y con una expresión algo rara y a la vez graciosa se dio cuenta de que las cuentas no cerraban—. ¿Ese quién es? Porque hasta ahora con los que has nombrado son siete y son los que viven en tu casa, pero ese último que has mencionado no está en mis cálculos, serían ocho con él. —Lena parecía haber sido iluminada por alguna deidad ante el razonamiento acertado de Mila.

—Hasta ahora y me doy cuenta —Lena sacaba conclusiones contando con los dedos de su mano—, ¿Quién es ese?

—Ryeowook es otro de los miembros, por ahora el más joven, que no pudo venir. Heechul lo llama para bromear con él y la última vez le quité el celular y me encerré en el cuarto para hablar tranquila con él, ahí le di mi número para que me llamara o mandara un mensaje si se sentía solo, los chicos lo descubrieron y se enfadaron con él, o sea están celosos. —Terminé por explicar.

—Mmmm... Con qué era eso... —afirmaba pensativamente Mila—, eso solo hará que estén más encima tuyo ya que pueden sentirse amenazados. —Su forma de ver las cosas era sorprendente, quizás la maternidad la volvió más centrada y madura, por momentos me hubiera encantado conocerla antes de tener a Alai.

—No lo había pensado. —admití comiendo mi helado antes de que se terminara por derretir.

—Tu nunca piensas. —Lena habló con un hermoso bigote de frutilla en su cara provocando risas insostenibles en Mila y en mi—. ¿Qué? —preguntó curiosa al ver que no parábamos de reír por lo que Mila le señaló un espejo que se encontraba en la entrada del vestíbulo—. Si serán idiotas. —dijo una vez que se acercó para luego limpiarse con su mano.

—La idiota eres tu por comer el helado de esa forma ¿o es que acaso todavía eres una niña? —Me burlé de ella.

—¿Acaso hay alguna regla que diga cómo comer helado? —Era todo una niña pequeña y ese era su encanto, nunca sabías cómo podía reaccionar.

—¡Ya! ¡Vamos! —dije casi gritando al ver la hora en mi celular notando los mensajes que había recibido de los chicos, ni sabiendo donde estaba se quedaban tranquilos—. Vamos Lena ayudemos a limpiar y nos vamos que mañana hay que trabajar. —Ya eran casi las cuatro de la madrugada y tenía que despertarme a las seis para poder llegar temprano.

Nos pusimos de pie, y sin hacer caso a las negativas de Mila, ordenamos y lavamos todo lo que habíamos usado, luego nos despedimos y nos pusimos en marcha.

En el camino de regreso volvimos al tema de cambiar o mejor dicho mejorar su personalidad para que pudiera estar con alguien, ella, a pesar de estar algo loca, era buena y merecía estar con alguien.

Me despedí y le rogué que no tocara la bocina para no despertar a los chicos que de seguro estaban durmiendo ya que mañana tendrían otra prueba de escenario y ahora irían todos, pero fue en vano. A penas me bajé y me dirigí a la puerta de casa tocó, no una si no dos veces, el claxon de su auto para marcharse a las carcajadas, mañana me encargaría de esa pequeña, ahora solo esperaba que no se hubieran despertado.

Lentamente giré la llave buscando no hacer ruido y para no despertarlos no encendí las luces sino que utilicé la linterna de mi celular, pero al alumbrar el camino a mi dormitorio terminé por llevarme un susto de muerte.

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