Capítulo XLIX

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—¿Y esa hermosura de dónde es? —Fue lo primero que preguntó Lena en cuanto Elian se fue.

—¿Se puede saber con qué derecho le dijiste que si iría a una cita con él? —Le recriminé su accionar.

—Después de lo que te ha pasado necesitas despejarte, y qué mejor que hacerlo con ese papi. —Podía sentir como mi amada amiga se estaba babeando.

—Ese chico de ahí, por el cual se te está haciendo agua la canoa, era una de los miembros del personal el día de la entrevista. —dije mientras me retiraba para almorzar dejando a mi amiga sin saber qué decir.

La mañana se pasó bastante rápido luego de haber almorzado. Alrededor de las seis de la tarde salí para poder comprar un teléfono nuevo ya que el mío había quedado completamente destruido después de que lo lancé al piso.

En mi camino de regreso, aquella vieja plaza y yo nos volvíamos a encontrar, era como si hubiera estado esperando por mi en estos días, era como una vieja amiga a la cual acudía cuando quería desaparecer por unos instantes del mundo.

—¿Otra vez aquí? —Donghae se dibujaba frente a mi con un rostro preocupado.

—No quiero existir en este momento y deja de aparecer ante mi que se que no eres real. —Le contestaba a la imagen frente a mi que se desvanecía tras sacudir mi mano sobre ella.

—¿Estás segura de estar bien? —Ryeowook era quien me hablaba en mis pensamientos mientras yo mantenía mis ojos cerrados con mi espalda apoyada sobre el respaldar del viejo banco y mi cara al cielo.

—¿He estado bien en algún momento desde que llegaron a mi casa? —Fue lo que me pregunté a mi misma y la respuesta era obvia: no.

Desde que los chicos llegaron accidentalmente a mi casa irrumpiendo en ella durante la noche, nunca más pude estar bien.

Ellos llenaban de alegría mis días con cada una de sus ocurrencias, con sus celos, con sus peleas, con sus risas. Era obvio que no estaba bien, porque cada día que pasaba a su lado me sentía más cercana a ellos y sabía en el fondo que nada de esto duraría para siempre, pero nada sirvió, ni siquiera las estúpidas reglas que me puse.

El dueño del local en donde compré el celular me ofreció tener de nuevo el mismo número, pero opté por uno nuevo, así era más fácil pensar que nada había sucedido.

Al volver al trabajo le pedí, mejor dicho le exigí a Lena que buscara a alguien para que arreglara el desastre que había dejado en mi cuarto, ahora tendría que dormir en el comedor para poder usar el aire acondicionado, estaba haciendo un calor infernal para dormir sin nada y la ventana abierta.

Les dije a las chicas que me encargaría de cerrar, por lo que cuando el último cliente cruzó la puerta ellas también lo hicieron. Cerré con llave y bajé la persiana para dedicarme a limpiar, Mila se había tomado la molestia de limpiar y ordenar el sótano por lo que no había necesidad que bajara hasta allá, y en verdad se lo agradecía.

—¿Vas a limpiar todo esto sola? —Teuk aparecía apoyado sobre el mostrador.

—Nosotros te ayudaremos. —Eunhyuk apareció a su lado, yo simplemente ignoré a mi imaginación, tomé las cosas de limpieza y caminé hasta la terraza.

—Yo te ayudaré a guardar las mesas y las sillas. —Siwon sonreía sosteniendo en sus manos una mesa.

—Siempre pude sola, hoy no va a ser la excepción. —dije en voz alta—. Es mejor así Aysel, es mejor para todos. —repetí nuevamente en voz alta como si de esa manera se me fuera a grabar en la piel.

La noche se acentuaba en un firmamento negro, sin vida ni gracia, la luna no tenía ganas de aparecer y las estrellas habían apagado sus vibrantes luces, en conclusión, estaba todo como la mierda.

NUEVAS REGLAS [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora