Capítulo XLIV

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Me di la ducha más rápida del mundo y envuelta en la toalla corrí hasta mi armario para empezar a ver qué mierda me ponía.

Sacaba prendas una por una y las tiraba al suelo sin reparo, nada había allí que no me hiciera ver como una come hombres, estúpida sensualidad de mi ropa.

Estaba al borde de la desesperación y a punto de encerrarme en el baño a llorar para no salir de ahí en todo el día cuando mi teléfono comenzó a sonar.

—¿Hola? —pregunté entre sollozos, nunca antes había estado tan frustrada con mi ropa.

—¿Ya estas llorando? —Lena preguntó burlándose de mi.

—No molestes Lena, no es un buen momento. —dije volviendo a mi posición de hace un momento, acurrucada en la esquina de mi cama como una niña de cinco años.

—¿Vas a seguir llorando o me vas contar qué te sucede? —Podía sentir cómo se estaba aguantando las ganas de burlarse de mi.

—Es que los chicos me pidieron que usara cualquier cosa menos algo que mostrara demasiada piel y las piernas, osea básicamente que no use nada de lo que tengo. —Volví a sollozar.

—Es por eso que me anticipé y con Mila te hicimos un regalo que debería haber llegado ya. —En ese momento pude sentir la puerta de entrada abrirse.

—Aysel, aquí hay un paquete para ti. —Yesung golpeó suavemente la puerta de mi habitación.

—¿Qué esperas para ir a ver? —Lena preguntaba desde el otro lado de la línea—. Puedes darnos las gracias más tarde, y no olvides tomarte una foto cuando estés lista. —Después de eso ella simplemente colgó la llamada.

Me quedé inmóvil por un segundo cuando la voz de Yesung preguntando si podía pasar me volvió a mis sentidos.

Yesung abrió con cuidado la puerta de madera para ingresar a mi habitación con un paquete enorme en sus manos.

—Permiso. —Fue lo primero que dijo al entrar—. ¿Qué sucedió aquí? —preguntó tras notar el desorden que había en el suelo.

—No prestes atención a eso. —hablé mientras me secaba las lágrimas que habían estado saliendo hacía unos instantes.

—De acuerdo, pero si necesitas ayuda sabes que estoy a... —De repente se quedó en silencio mirándome.

—¿Aquí? ¿Esa era la frase que ibas a decir? —pregunté no entendiendo su repentino silencio a lo que él solo movió la cabeza en señal de afirmación pero sus ojos buscaban algo en que enfocarse que no fuera en mi—. ¿Qué te pasa? —Y al preguntar Yesung solo me señaló, hasta ese momento no me había percatado de que todavía estaba envuelta solo en una toalla.

—Te dejo esto aquí. —Mirando hacia la ventana, con un leve color rojo en sus mejillas, depositó la caja en mi cama.

Iba a reírme de la situación cuando sin querer me moví de más provocando que la toalla se desajustara y cayera al suelo revelando mi desnudes.

No me dio tiempo a reaccionar cuando él ya estaba cubriendo mi cuerpo con la sábana de mi cama, mientras yo rogaba que no hubiera visto nada.

—Te ves más hermosa aún sin nada puesto. —dijo para besar mis labios repentinamente y marcharse en silencio.

Yo solo me quedé ahí parada, en silencio como una tonta, sin poder moverme después de lo que acababa de suceder ¿cómo carajos se supone que voy a verlo a la cara? ¿cómo podré hablarle sin ponerme nerviosa y roja? Al pensar en eso me encogí para llorar en mi cama pero al intentar hacerlo mi cara se dió de lleno con la caja misteriosa que Lena y Mila me habían enviado.

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