Capítulo XXV

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La voz de Yesung lograba calmar mis sentidos, tanto así que fui cerrando los ojos poco a poco para apreciar mejor el color y la calidez de sus palabras cantadas, pero al parecer me dormí antes de que pudiera terminar.

Pude sentir que la puerta se abría pero mis ojos pesaban demasiados por lo que simplemente giré en el sillón y me aferré a lo que yo pensé era mi almohada.

—¡Buenas hemos llega...! —Me pareció que la voz de Eunhyuk se oía demasiado cerca pero por alguna razón se calló antes de terminar lo que estaba hablando.

—Se ve que la están pasando de maravilla. —Ahora Heechul era quien hablaba más cerca de mi.

Lentamente abrí los ojos al darme cuenta de que había estado durmiendo, y aún confundida pude ver los rostros de seis personas apuntando en mi dirección con sus miradas penetrantes.

Pensé que estaba soñando así que abracé con más fuerza la almohada para refregar mis ojos pero la superficie no era tan suave como lo eran las sábanas de mi cama. Abrí mejor los ojos y me sobresalté al ver que era la pierna de Yesung sobre la que frotaba mis ojos.

Me asusté tanto que casi caigo al suelo pero Donghae me sostuvo.

—¿Qué pasa? ¿Por qué tanto alboroto? —Yesung comenzó a hablar mientras se estiraba aún con los ojos cerrados.

—Yesung... Yesung... —Comencé a moverlo para que se despertara, pero nada, al parecer no era la única que estaba agotada.

—¿Estuvo linda la siesta? —preguntó Eunhyuk—. ¿No se supone que tenías que cuidarla o es que ni siquiera puedes hacer eso? —Al parecer el tono enojado de Eunhyuk logró despertarlo.

—No tengo nada que decir. —contestó terminando de estirarse y acomodarse nuevamente en el sillón pero ahora su mirada  se enfocaba en mi—. ¿Descansaste bien? —No sabía qué había causado ese cambio en él pero de repente se veía más maduro.

—Si, dormí bastante cómoda. —contesté algo tímida.

—¡Bueno, bueno! —Leeteuk nos asustó golpeando las palmas de sus manos—. ¿Alguien tiene hambre? —Su pregunta nos sorprendió a Yesung y a mi.

—¿Hambre? —pregunté confundida, estaba completamente desorientada.

—Claro, ya es hora de la cena. —Shindong apareció comiendo algunos bocadillos desde la cocina.

—¡Oh, ya veo! —Rasqué mi nuca ante la atenta mirada de los siete—. Creo que dormí de más. —Ante mi respuesta todo rieron.

—Espero que tengas hambre porque trajimos mucha carne, leímos que hace bien para recuperarse de los huesos. —Shindong se dirigió a mi con una expresión muy divertida.

—Claro, primero iré a mi cuarto para refrescarme un poco y cambiarme de ropa. —dije agradecida de que no siguieran discutiendo con Yesung.

Gracias a Dios ya podía caminar apoyando el pie, no necesitaba seguir usando el vendaje con las tablillas por lo que estaba segura que en uno o dos días más podría volver a mi estado original, echa la que se había transformado solo por una torcedura.

Me lavé el rostro para despejarme un poco, el recuerdo de haber abrazado la cintura de Yesung y haber frotado mis ojos en sus muslos hicieron que un calor inmenso subiera por todo mi cuerpo.

Volví a echarme agua en la cara pero nada, caminé hasta el ventanal y lo abrí para tomar aire, quizás de ese modo dejaba de pensar cosas que no debía.

—¿Pensando cosas que no deberías? —Mi conciencia hablaba por primera vez.

—Si. —dije afirmando también con un movimiento de cabeza.

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