Capítulo LXXII

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—¿No entiendo cuál puede ser el problema si estas teniendo sexo salvaje con uno de los hombres que siempre quisiste? —Lena preguntaba completamente confundida.

—Y es que Nemo no es el problema. —aclaré pero Mila comenzó a reír.

—¿Nemo, de verdad? —preguntaba sin dejar de reír ante el apodo de Hae.

—Si, la mayoría de ellos tienen apodos así, por ejemplo: Eunhyuk, el de la sonrisa de encías, es anchoa o monckey, Siwon, al que vieron en cuero cuando fueron a mi casa es Masi: una abreviación china de caballo y las primeras letras de su nombre por lo que es un caballo; y Teuk es omma pato que significa mamá pato, ya que es el líder siempre está cuidando de ellos. —explicaba tranquila luego de haber devorado mi selva negra, ahora era el turno de la tarta de frutilla.

—O sea que estas viviendo en un zoológico. —Mila volvió a reírse mientras se burlaba de los apodos de los chicos.

—¡Ja, ja, ja! —reí pausadamente y con ironía—. Igual nos estamos desviando del problema principal.

—¡Entonces dínos de una puta vez cuál es el puto problema! —Lena ya había perdido la paciencia.

—¡Zoran es el puto y maldito problema! —Terminé por soltar toda mi angustia.

—¿Tu amigo? —El semblante de Mila había cambiando al ver la preocupación en mi.

—¿Qué hizo el imbécil? —Estaba segura de que Lena algo sabía, y en caso de que no lo supiera lo debía intuir, es muy buena con eso.

—Nada, lo normal que se le dice a los mejores amigos: que siempre estuvo enamorado de mi e incluso anoche me besó. —Solté como si fuera lo más común del mundo.

—¿Qué hizo qué? Ese es una paloma muerta. —Lena golpeó la mesa con la palma de su mano derecha.

—Tranquilísate un poco, así no ayudas en nada. —Mila volvía a reprochar el accionar de nuestra impulsiva amiga—. ¿Puedes decirnos cómo pasó todo? —Ella enfocaba su mirada de madre protectora sobre mi.

—Zoran entró a mi cuarto para hacerme el desayuno ayer en la mañana pero me asusté y grité, él trato de cubrir mi boca pero fue algo tarde porque los ocho aparecieron en mi cuarto en cuestión de segundos. —En mi mente recreaba la escena.

—¡Espera un momento! —Lena extendió la palma de su mano frente a mi cara para que me detuviera—. Estoy segura de haber contado a siete chinos... digo coreanos en tu casa. —Sus manos masajeaban su sien, calculo que intentaba corroborar el número con los rostros que recordaba.

—Es que la noche anterior llegó Ryeowook que estaba en Corea con sus padres. —Trataba de restarle importancia para prodecer a lo importante—. Después hablamos de eso. —dije para continuar en donde me había quedado—. La cuestión es que los chicos nos dejaron solos para hablar a pesar de que no estaban muy de acuerdo con ello. Zoran en un segundo me preguntó si no lo veía como hombre, que a él no le importaba que la gente pensara que podíamos ser pareja debido a las demostraciones de afecto que me daba y terminó por soltar que me amaba desde siempre. Me puse a llorar como estúpida porque no sabía cómo reaccionar, en eso entró Hae y al verme llorar le cayó encima a golpes, me asusté como la mierda pensando que Zoran podía lastimarlo. —De solo pensar que lo lastimara me ponía mal.

—Primero: era algo que me imaginé que podía llegar a pasar, por momentos me daba la sensación de que él te miraba distinto pero nunca quise decir nada porque no estaba segura y cuando quise hablar con él, se fue de viaje y recién ha llegado. —Sabía que ella algo intuía—. Y segundo: no puedo creer que la razón por la que llegó al Café con la vendita en su ojo fue porque uno de los chicos lo molió a golpe. Déjame decirte que no esperaba que fueran tan fuertes, resistentes si, pero fuertes no. —Mila afirmaba cada palabra con un leve movimiento de cabeza.

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