Capítulo LXX

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—¿Qué haces? —Reaccioné empujándolo con todas mis fuerzas.

—Yo... Yo... Lo siento Aysel. No se qué me sucedió. —Zoran se disculpaba llevándose las manos a la cabeza mientras negaba con movimientos repetitivos.

—Por favor vete. —dije al tiempo que le daba la espalda y continuaba limpiando las mesas.

—Aysel, yo... Lo... Siento... —Zoran intentó acercarse a mi pero lo detuve de inmediato.

—No lo hagas más complicado. —Me di la vuelta y lo miré fijo aguantando las lágrimas, no quería que me viera débil—. Si de verdad valoras la amistad que alguna vez tuvimos te pido que te vayas. —Después de decir eso me di la vuelta para ordenar los libros de la biblioteca.

Cuando sentí que Zoran por fin se había marchado me derrumbé sobre mis piernas quedando en el suelo abrazando mis rodillas que había pegado a mi pecho.

No es que Zoran besara mal, pero el hecho de que lo hiciera me desconcertó por completo. Estaba muy segura de que no tenía ningún sentimiento romántico hacia a él pero me dolía el rumbo que estaba tomando todo esto. Era obvio que no quería perder su amistad.

—¡Aysel! —La voz de Hae hizo que levantara la vista—. ¿Estas bien? Acabamos de ver salir a tu amigo de aquí, y no se veía muy bien que digamos.

No pude decir nada, en ese momento necesitaba una sola cosa: aferrarme a su espalda. Cuando se agachó para estar a mi altura envolví mis brazos alrededor de su cuello y hundí mi rostro en el hueco que había entre su hombro y su cuello. El perfume que llevaba puesto era muy varonil y por un momento olvidé todo, más aún cuando correspondió el abrazo.

—¿Estas bien? —Yesung preguntó al llegar hasta donde nos encontrábamos. Sentí varios pasos apresurados subiendo las escaleras por lo que supuse que eran los demás.

—Si estoy bien. —Mentí al tiempo que me separaba de los brazos de Hae.

—¿Qué hacía el imbécil aquí? —Hyuk preguntaba bastante molesto.

—Eso no importa, lo que sí importa es saber ¿qué hacen aquí? —Donghae me ayudaba a ponerme de pie al tiempo que arreglaba mi ropa.

—¡Dios! Estas preciosa pequeña. —Shinshin (era el apodo que yo le había puesto a Shindong) me elogió en cuanto pudo verme de pie.

—Gracias, pero no se desvíen de la conversación. —Les recriminé.

—Cuando llegamos a casa Donghyeo ya se había calmado y nos dijo que te había traído hasta aquí. —Teuk explicaba tranquilo, pero sus ojos no se apartaban de mi cuerpo—. Supusimos que teníamos que venir a buscarte así que de paso se nos ocurrió ir a festejar por las dos primeras entrevistas terminadas con éxito. —Al fin terminó de hablar, y la verdad es que no me encontraba con ánimos de festejar nada, y menos después de lo que pasó con Zoran.

—Todavía me queda limpiar el resto. —dije esperanzada en que se dieran por vencidos, pero no.

—Nosotros te ayudamos con lo que falta, hoy hiciste un muy buen trabajo por lo que te mereces una excelente comida. —Heechul habló muy divertido.

Sin darme tiempo a responder todos bajaron para dedicarse a limpiar lo que faltaba. Suspiré pesádamente apoyándome sobre una de las mesas.

—Te ayudará a distraerte de lo que sea que haya pasado. —Donhyeo no se había marchado con los otros, por el contrario se había quedado a mi lado y cuando vio que todos se fueron volvió a rodear mi cintura con sus brazos.

—Gracias. —dije en verdad agradecida por su actitud.

—Mañana la entrevista será de noche por lo que tienes el día libre y puedes venir a estar con las chicas. —Era muy comprensivo.

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